domingo, 28 de junio de 2009

Del precio de las miradas

A la mirada, fiel reflejo del alma, se le atribuye el poder de expresar toda clase de emociones. Con la mirada puede un ser humano dar a conocer sentimientos tan antagónicos como amor, odio, dolor, simpatía, envidia, crueldad o placer. Explica la ciencia que el ojo no es más que un elemento adicional de la expresión facial en general y que los cambios observados en la mirada son solamente una ilusión, porque dependen de las modificaciones musculares de los tejidos vecinos. Lo que intentamos averiguar- prosigue el científico,- es si el ojo humano es capaz de emitir un rayo, una onda, una fuerza que penetre en un organismo para provocar lesiones o enfermedades. Deseamos encontrar esa energía, esa fuerza cósmica que origina el mal de ojo y logra que regimientos enteros se paralicen, que los animales retrocedan, que la naturaleza cambie.
Y los líderes le hicieron caso. Robert Watson-Watt obtuvo el financiamiento deseado para lograr su gran sueño: el rayo de la muerte.
Trabajó día y noche junto a su fiel ayudante Arnold Wilkins, buscando esta arma definitiva, este mito aún no nato. Se devanaba el cerebro no pensando en su hijo que serviría pronto para enfrentar al puro pueblo nazi, ni mucho menos en que su esposa estuviera enferma de gravedad en el hospital; se devanaba pensando en como lograría crear un arma capaz de contrarrestar los efectos del rayo de la muerte alemán.
Muchas teorías surgieron en contra de este. Arquímedes enfrentó al vasto imperio romano durante el sitio de Siracusa con escudos pulidos: usándolos para reflejar el sol en ellos, logró hacer arder los barcos en cuestión de segundos. ¿Sería acaso ésta, el temible arma alemán.
No dormía. Todos los días trabajaba en su laboratorio investigando y replicando las circunstancias necesarias para crear un arma tan monstruosa. Intento manejar a los seres vivos a través de una fuerza novedosa que tal vez sería responsable de escribir el destino: la radiación. Trató de manipularla para lograr hacer perecer a los entes con sobredosis de calor y llegó a utilizar cierto concentrado de hierbas que según sus dueños eran capaces de echar el destino por la borda y desaparecer el elemento nombrado a cambio de una dosis equivalente.
Valiente el hombre, probó estas hierbas que luego su ayudante identificó como euforbio. Wilkins creyó haber descubierto la panacea universal, la hierba mágica capaz de sanar todo tipo de enfermedades: desde heridas de balas hasta hemofilia, desde pericarditis constrictiva hasta el cáncer. Fue en ese momento en que apareció el chico sin identificación, fue aquel momento en que se decidió (como en muchas ocasiones similares) el destino del mundo.
-¿Por qué tanta preocupación? El destino ya está escrito, no puedes cambiar las muertes ya predestinadas.
-¡Sí puedo! Debo hacerlo, debo poner mi grano de arena e inclinar la balanza.
-Date cuenta: los alemanes no han perdido ni la más mínima batalla. Está a punto de dominar Europa entera y no los detienen aún.
-Debo continuar. Si no lo hago, ¿cómo vivirá mi mujer?, ¿quién cuidará a mi hijo?
-No te creo. Si te importaran un poco más, la visitarías en el hospital y lo cuidarías de verdad. Dime, ¿es tanta la ambición de figurar en la historia?, ¿es tanta la presión de ser una hoja en el libro de los héroes inauditos?
-…
-Vamos, no seas tan modesto. Todos somos ambiciosos.
Te propongo algo. Yo te doy el secreto y tú pagas el precio.
-¿Qué?
-Tu esposa morirá porque es muy débil y tu hijo no llegará a ver París liberada. Serán carne de batalla.
-¿Quién eres? ¿por qué haces este trabajo tan cruel?
-En realidad nadie hace trabajos crueles. Solamente hacemos lo que el Señor nos ha encomendado.
-¿Estás diciendo que Hitler…?
-Yo no tomo el lado de nadie, sólo soy un mensajero que viene a ofrecerte el fin de la guerra. Es la vista de la Gorgona la que paraliza y que puede darte la gloria eterna en la historia de la ciencia bélica, o es la felicidad efímera junto a tu esposa a punto de sanar y tu hijo como soldado héroe. Tú escoges.
-¡Estás demente!
-No, no lo estoy.
-Nadie puede escoger entre esas cosas.
En realidad si se puede, y te sorprendería la cantidad de personas que tienen el destino del mundo en sus manos. Verás, todo empezó con este loco barbón al que llamaban el Cristo y siguió con muchos héroes más, unos que sacrificaron un valor equivalente por el mundo: sus pasiones, sus sueños, sus familias…

Silencio. El laboratorio ya no parece tan grande ahora.

-¿Por qué mientes?

Ahora Gabriel está sorprendido.

-Yo nunca miento. El Señor no me lo permitiría y no está en mi naturaleza.
-Sé que lo que dices es cierto. Hablas con total seguridad pero veo el fuego escaso en tu mirada, veo apagarse tus esperanzas, como algo que esperas y nunca llega, como alguien en el puerto que espera el barco hundido hace un mes. He estudiado el alma humana para hallar el secreto de la mirada, para entender qué es ese flujo misterioso que emana, que transmite. ¿Cómo expresan los ojos amor y odio al mismo tiempo? Nadie lo sabe y sin tu ayuda lo averiguaré, pero conozco esa mirada y es la del vacio que nunca se llenará, que nunca ha existido y que no sabes qué demonios es.

El escenario se cae, Gabriel se hunde en desesperación y desde su nacimiento, que coincide con la creación de este mundo, esta es la primera vez que no sabe que hacer.

-Eres la escoria que trata de ocultar su soledad en aquella sonrisa lánguida, en aquellos ojos celestes artificiales, en aquella aura de perfección. No me importa que el destino del mundo descanse en mis manos, sé que tomaré la decisión correcta, más me intriga cómo podrás seguir adelante creyendo que haces bien al descubrirnos a la luz del día cuan horribles somos, cuan egoístas y malvados podemos llegar a ser.
-…
-…
-Espero a alguien que no llega.
-¿Cómo sabes que llegará?
-Me lo dijo el destino hace casi dos mil años. Sé que llegará.
-No hagas de alguien tu única esperanza para abandonar esta existencia.
-No tengo otra opción, el Señor nos obliga a cumplir nuestros destinos, queramos o no, y el mío es ser mensajero de sus malditos designios, aunque no entienda el porqué de algunos, aunque cuestione la moralidad de otros.
-Todos somos libres. La Sabiduría ya llegará para ti.
-Gracias doctor.
-Olvídalo, ya sabes mi elección.



Y aunque nunca descubrió el rayo de la muerte,
si sentó las bases para desarrollar el radar…




PD: Disculpen la ausencia y el texto tan pobre. Me he cuestionado realmente mucho estos días y aún no quiero hablar de esos pensamientos tan perturbadores, así que tomé uno de mis temas favoritos :D

martes, 16 de junio de 2009

Delirios de fiebre

Hoy intentaré anotar lo que siento, que es mucho y a la vez insignificante, que me consume y es nimio. No me siento bien. Me duele la cabeza y poco más que casualidad siento que el destino me juega sus sucios trucos. Inventaré excusas para cuando te vea pero seamos sinceros, ¿cuántas veces más me engañaré a mi misma? Jugando a ser comprensiva, a ser tolerante, para que me acepten, para que me quieran. Me duele que a veces llegues de la oficina y con tu indiferencia me mates, cinco minutos en los que te quitas la corbata, guardas la camisa y te tapas, cinco minutos en los que el cómo te fue se convierte en una mirada compasiva. Que te recuerdo todo el puto día y tú ¿pensarás en mí siquiera? ¿o le estarás mirando el trasero a la secretaria esa nueva que te han puesto? Si te estoy ahogando dilo, si te estoy queriendo en vano dilo, no quiero sentirme sin suelo, no quiero perder tanto tiempo en alguien si de verdad no estoy si quiera en tu vocabulario, en tu lista de prioridades...

Hoja en blanco.

Algo se lleva una parte de mí. Me muero por hablarte, por verte de nuevo y sentir esa sensación rara, ese beso único encerrado (maldito abril) y caer al suelo con excusa, sabiendo que me atraparás, teniendo la seguridad de que te quedarás aquí, conmigo, como si fuese lo último del mundo, como si valiese la pena.
Hoy me siento triste, algo no anda bien. Puede ser mi salud, puede ser la presión del trabajo o esta vida de engaños, en la que siempre pretendo ser la niña buena, la que no mataría ni una mosca cuando tengo ganas de romperte la cara, no, tal vez los brazos porque tu cra es muy linda...
Mírame aquí, delirando bajo la fiebre, sintiéndome el último intento de cariño del mundo (justo aquel que se deja siempre de lado...)

Del diario de Sofía





PD: Disculpen la melancolía y la falta de tiempo. Les debo muchas visitas y prometo ponerme al día pero ahora estoy en finales y necesito aprobar y despejar esta situación de dudas infinitas.
Gracias por pasar :)

domingo, 7 de junio de 2009

Tarde de enero

Mordidas, mordidas, mordidas.
Te erizas ante mi respiración calmada, te estremeces con mi aliento recorriéndote, con mi mirada quitándote más que la piel, más que tu miedo, más que tu fe. Estamos de vuelta en el mismo lugar de siempre, tú con esa remera, yo sin ganas de caminar, comiéndome tu vida, lamiendo como perro tu esencia. Volteamos y sentimos pasos, no te interesa, tú retienes mi cabeza y yo sigo intoxicado, escuchamos un portazo y tú ahogas un gemido, escuchamos como se aleja y bendices a tu madre por trabajar tanto mientras soldas tus piernas a mi cadera, como animales, como amantes en el último día de vida.
Seguimos cayendo una y otra vez en el mismo negocio de cambiar tiempo por placer. Ofrecemos lo mejor de nosotros, damos nuestro sudor, nuestra fuerza y nuestro ritmo a cambio de dos minutos agónicos en los que conocemos al creador del mundo sin necesidad de ser castos para siempre, sintiéndonos el todo, creyéndonos el centro del maldito multiverso. ¿Volverás mañana? Tal vez. ¿No quieres que venga? Por mí, quédate a dormir y vivamos como pareja. ¿Y dejo que tu padre me mate por perpetrar a su querida hija? Jajaja.
Y estoy listo otra vez y arrancamos, tú siempre con la iniciativa, yo siempre en tu cuello, la parte anterior de tus rodillas o jugando con tu ombligo. Hazlo de nuevo. Y vuelvo a tu ombligo. Hazlo de nuevo. Vuelvo y me arrepiento de no poder haberte conocido antes, de haber perdido tanto el tiempo, de desviarme con tu voz del encuentro con mi ser. Me golpeas y sonrío, no sabes la que te espera chica de las palmadas digo jalándote de la cintura, y tú como hábil cirquera me sujetas con tus piernas y me obligas a rendirme, a doblarme, a rogar. Seguimos cayendo y cayendo, sálvame, por qué lo haces, por qué sigues viniendo, deja tus preguntas de caperucita porque la respuesta es PARA COMERTE MEJOR.



-Te conozco.
-Claro que me conoces.
-No me entiendes. Te conozco desde siempre, te conozco de mis sueños, de mis esperanzas de niña ilusionada, te conozco de cuando lloraba a escondidas y rogaba por que aparecieses...
-¿Demoré mucho?
-En realidad, llegaste a tiempo :)


Y me pregunto si hablas de tu vida
o del polvo de esta tarde...

jueves, 4 de junio de 2009

Secretos

Desde que nacemos tenemos (el miedo) la certeza de que moriremos, y (este) esta se confirma poco a poco al vivir. Mi vida sin Gonzalo era buscar en la cara de ancianos retazos de niños, buscando excusas para vivir, para sonreír, para convertirme de alguna forma en una Amelie o en algo...
Me he dado cuenta que uso mucho los puntos suspensivos. Voy a evitar dejar los pensamientos inconclusos y tendré que rememorar todo desde el comienzo.

Hoja arrancada. Se distinguen pedazos de papel pegados al libro con palabras como: "vivir para","otra vez" y "bebé".
Los escritos se retoman aquí:

Y me dan arcadas involuntarias, vida insensible en mi interior, fruto de una noche de pasión después de un sábado perfecto. No creo en su sonrisa, creo en su voz, en su mirada que me lee como si fuese un libro, como si me conociese de siempre.
Arañazos.
Eras el chico sin nombre; ahora te conozco, Gabriel. No dejaré de lado lo que tengo ahora pero, ¡que tentador!
Me salvaste del accidente, casi como si Dios te hubiese colocado allí, casi como si hubieses estado destinado a protegerme justo TÚ. Da lo mismo si no es cosa del destino, aún lo tomaré como algo único y especial. Prometiste verme de nuevo y apareciste: apareces cuando menos me lo espero: saliendo de la clínica, llegando al departamento, saliendo del gimnasio con Ale. Eres inevitable sin llegar a acosarme.

Hojas en blanco con una raya roja tachando de arriba a abajo.

Pero no puedo pensar en tí. No debo, mi Gabriel querido. Mi corazón es inestable y enamoradizo, pienso en cada chico guapo que conozco y me doy calabazas sola. Nunca serás mi pareja, no lo podrías aguantar, a una chica tan complicada, tan tensionada, diciendo todo está muy bien es hora de descansar cuando mi mente es peor que Sábato y tramo nuestro próximo encuentro...
Dime como disimular esta ansiedad de preguntarte si tienes novia, si te parezco bonita, si me quieres de verdad. Que tontería, no puedes quererme, no me conoces, no sabes que me gusta comer los chocolates a escondidas y sentarme en el cementerio a contemplar los mausoleos. No sabes que es más fácil ser Dios a ser una persona normal, con sufrimientos miles y con déficit bancario. No sabes que no duermo por las noches pensando en tí y sintiendome culpable, sintiendo que soy lo peor del mundo, sabiendome la idiota que no sabe escribir ni expresar ideas sin exagerar de los puntos...
No vamos a estar juntos, ahora no se puede y no se podrá, y por más que me mate pensando y razonando nunca lo lograremos... y sin embargo que ganas de abrazarte y follarte hasta que seamos inseparables!
Me das escalofríos. Podría ser todo por tí pero aún falta ver el camino. No sé porque me esperanzo, no sé porque te escribo si nunca leeras esto, el reporte de mi locura, el diario de mis desengaños, la bitácora de mis sufrimientos.
Sigo pensando en el beso que nunca debiste darme...


Extracto del diario de Sofía.