lunes, 28 de septiembre de 2009

Reflexión perezosa o La búsqueda del alma (terriblemente yo)


Ahora entiendo que la labor del alquimista es la misma del escritor: busca con preciosismo dentro de su alma para dar a conocer los límites del mundo.
Es semejante al violinista que sentado armoniosamente atreve notas al aire, sacude y menea, inventa y agrupa. Somos al fin y al cabo la misma persona buscando aceptación a través de algo notable, queriendo hacernos notar pero, ¿con qué propósito?
El mismo que llevó al cartero a grabar los sonidos del mundo, el mismo motivo que cautivó a Marco Antonio, la razón por la que el joven alquimista se conviritió en viento y por la cual Proust plasmó sus más torridas decepciones: sólo por ser querido.
¿Es motivo suficiente? No soy digno de juzgar pero creo que sí. Juan Pablo Castel dice que el motivo máximo es obtener la comprensión de alguien, al menos una sola persona; Borges trama eso en Ulrica, haciendo suficiente la vida con un encuentro único, al menos uno solo; Becker adorna el neoclásico con encuentros sentimentales y el Dr. Lecter renuncia a su brazo por una idea parecida.
Estoy cerca creo.
La búsqueda del alma no es más que una introspección del presente desmenuzado en mil emociones pequeñas, desde el olor de la tierra en los pies hasta el dolor casi físico de ver niños pobres en las calles. Cada vez que salgo a buscar esto me encuentro ante un laberinto infinito, con miles de túneles plagado de espejos y huecos falsos donde me engaño a mí mismo. Me veo repetido mil y un veces, mis defectos se acrecentan y las virtudes se vuelven escasas en tremenda inmensidad. Camino y camino buscando una salida o la sala central, donde está el premio, pero por más que me esfuerzo y sigo caminando no encuentro más que pisadas falsas, lugares escavados y cadáveres de recuerdos a flote aún. Allí están los restos del primer beso, la alegría de hacer una celada en fianchetto con un alfil inservible, el dolor de la anestesia agotada y el placer a medias en un pasaje perdido. Veo que cada vez que avanzo retrocedo y el laberinto me obliga a reaprender lecciones pasadas que por alguna razón no asimilé correctamente, como el hecho de salvar cada centavo (que por cada amarillo desperdiciado se pierde un Basadre al mes), cortar las uñas para evitar agujas y anestesia y nunca decir toda la verdad a las mujeres, que si uno les dice que no estás comiendo se escandalizan, que si les dices que ya no dormiste por hacerles una tarjeta se enojan por la tarjeta y no celebran el esfuerzo.

Al fin y al cabo,
el entendimiento del sexo opuesto
debe ser un apartado especial
con miles de volúmenes a dedicar.


Mi busqueda radica entonces en reaprender y buscar a alguien que me entienda, ¿es eso? No me satisface la respuesta. Hoy los pensamientos se pusieron caóticos en mi mente, estoy a punto de reventar y no tengo ningún maldito hombro donde soltar tanta lágrima reprimida. Me gustaría poder contar todo sueltamente pero no sé la frecuencia de visitas ni mucho menos la probabilidad de que alguien conocido se cruce con este texto tan opaco y critique mi falta de responsabilidad al soltar todo lo que siento.
Es todo tan confuso y claro al mismo tiempo: me siento solo entre tanta gente y no sé que demonios hacer para detener esta naranjada. Siempre intenté ser el mejor, el que pudiese crear un Universo de la nada y para eso forcé el conocimiento al extremo de truncarme en odas hebreas y una sonata inmorta de Cliff Burton. Por eso ahora cuando estoy tan adelante, tan cerca a mi meta me pregunto: ¿alguien me entiende para tener una sola esperanza?
Como dijo Eterna, de tanto querer y sufrir terminé aprendiendo más pero

... lo que necesito es más. Me importan poco los besos. Me importan menos las imágenes, las apariencias. Me importan las mentes, las personalidades. Me importa lo que realmente importa...

Aún sigo incrédulo de que no entiendas lo mucho que te quiero. Que te lo he dicho más de tres veces en serio y me tomas en broma, o tal vez eres precavida o tal vez no quieres dañarme con la verdad; el hecho es que sufro y ni siquiera tengo la certeza de haber marcado algo, de haberme ganado el derecho a ser un recuerdo en tu mente y no algo que se desecha para conservar en la memoria cosas más importantes como el precio del dólar o la dicotomía del cielo y el infierno. Sigo buscando de todas formas, me he truncado en tí porque te conozco y sé como eres, no me interesa la belleza, solamente me interesas tú (en el terrible todo que eso implica, defectos y virtudes, belleza y alma)
El día que lo entiendas ven y explícamelo por favor, mi alma sigue vagando por tu distrito y no sé que hacer para recuperarla...




PD: Tal vez sea hora de buscar un sitio donde gritar sin que nadie me detenga. Un manicomio estaría bien...

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Errando...

¿Qué haces cuando puedes ver el futuro?
La mayoría dice que lo aprovecharía, que cambiaría todo lo malo y haría este un lugar mejor. Eso es mentira. Si lo quisieran hacer, se volverían codiciosos pronto y nadie los controlaría; pero Joseph sabe la verdad y sabe muy bien que el futuro es una ilusión del presente, puede ser observado pero no modificado.
Joseph es solamente un testigo más de la maraña de situaciones aparentemente futiles pero suficientes para desaparecer naciones. Empezó a vivir por culpa de un judío que lo condenó por cumplir su trabajo y ahora deberá esperar a que vuelva viajando una y otra vez por la tierra, viendo perecer a toda la gente y a las naciones surgir. Cada vez que visita Cusco conversa con el hijo del Sol, que ahora resulta esclavo de una nueva civilización que lo oprime. Cada vez que llega al límite del mundo se echa a descansar durante seis meses pero ahora hay menos hielo y más cadáveres de animales. Cada vez que pasa por Arimatea pregunta si hay algo nuevo pero ahora la gente ya no es religiosa, prefiere las armas y las guerras sin sentido, matar palestinos para dar sentido a sus vidas.



El mundo está cambiando a pasos agigantados y Joseph está preocupado. Los sabios vaticinaban la Parusía para el comienzo del segundo milenio de espera pero nada parece indicar dicho arribo. Ha aprendido tanto que ya no sabe que hacer, si escribir o disfrutar del placer mundano. Nuestro personaje en cuestión, el señor Joseph Cartaphilus es un erudito puro a cuestión de fuerza: de tanto vivir tenía que aprender. Conoce desde el sánscrito hasta el esperanto, las piezas de Beethoven y los últimos éxitos de Red Hot Chili Peppers, la diferencia entre un Debian y un Fedora. Es de los que vagan por la calle aceptando todo, diciendo cuando interiormente, maldice las palabras que lo tienen atado:

-Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.

Y sigue esperando. Conoció el amor, lo vió irse, sufrió mil heridas, tanto corporales como mentales, punzocortantes y sentimentales. Fue justamente por una herida que conoció a Sofia, caminando con un tajo de carnicero en el brazo y ella asustada por el rastro de sangre.
-¡Tiene que ir a un hospital! gritó ella.
-No es necesario, deme un tylenol y olvidemos el asunto.
Ella no aceptó el trato y lo llevó a su departamento. Entre lo poco que sabe bien (es decir, de las cosas que nunca duda al hacerlas) es primeros auxilios, a pesar de nunca haberlos puesto en práctica. Coge el desinfectante, las vendas y los demás ungüentos mágicos que Joseph vió ser inventados en el lejano imperio de Shin. Ella concentrada y él la observa de pronto sorprendido: es el mismo rostro de la doncella que no tenía manos, aquella que simboliza el aspecto más joven de la Diosa. La contempló mientras ella acababa su tarea y sintió el mismo asombro que Tabris al caminar por ese pequeño sector del mundo, asombro y fascinación sin explicación por algo tan sencillo como el rostro alegre y despreocupado de una bella dama.
-Sabes, dijo ella, Gabriel me dijo que las cicatrices son el mapa del alma.
-Entonces conoces a Gabriel.
Sofía se sorprendió, era como si solamente existiese un Gabriel en el mundo y así se lo dijo.
-Ambos sabemos de que Gabriel hablo.
Ella lo sabía pero no sabía que era un arcángel con el poder de someter a Abadón, el destructor jefe de los demonios de la 7ª jerarquía. No sabe que es testigo del miedo de persecuciones, miles de matanzas en ghettos, y autor de miles de desgracias. Tal vez porque para tí soy un cero a la izquierda es que no me prestas atención cuando el señor Cartaphilus descansa y regala sabiduría que salva, de esa que traspasa los siete mares y vuelve al mismo lugar en forma de mirada penetrante, de esa que Robert Watson-Watt decía el secreto del arma definitiva. Son esos ojos que contienen la Verdad detrás de la puerta, de las miradas que revelan nada y hacen especular todo, ya que Sofía no entiende lo que dice pero que mala suerte, es como estar en un pozo sin fondo oyendo el secreto de la sangre en las venas y el nacimiento intrínseco de las llamas del alma. El momento es eterno y no sabe que hacer, Joseph no puede creer este encuentro tan exacto, sólo por un ladrón que intentó arrebatarle el espejo que Lennart alguna vez le regaló y que al no querer soltarlo le provocó herida bárbara, ahora está frente a esas personas que sonrien y el mundo se cae de perfecto.
-Te lo agradezco, doncella aparte.
¿? Sofía entiende poco pero no, tu sabes bien...
-El tiempo llegará y verás que tu futuro es eminente. Puede que no me escuches pero lo diré: que cuando la Parusía comience, tú serás protagonista y estarás agradecida de haberme curado. Sólo asegurate de cuidar a ese ángel insensato y de que no abandonde su tarea.
-¿Gabriel es un ...?
-Tengo miles de años de observar el futuro. Puedo ver desgracias que no quiero que sucedan pero nunca se pueden evitar, el destino está hecho y no queda más que presenciarlo. Eso es lo que soy, un simple testigo.
-Todos tenemos el libre albedrío.
-Eso es una mentira falaz.

(Ahora sonreirás y me iré y nunca más nos veremos, doncella, vaticina Joseph)

Pero ella no sonrie, llora y el tiempo se detiene. ¿Ha fallado la mirada premonitoria de Joseph?
-Quiero cambiar mis sueños por aire, quiero dejar todo y no saber nada, que desde que apareció Gabriel, desde que empecé a salir con Gonzalo no tengo sosiego, tengo miedo de estar haciendo mal, de hacer daño, solloza la joven.
¿Ha terminado mi don? ¿mi castigo está por fin pagado? Joseph está junto a la chica que llora y lo único que tiene en mente es que ya no tiene que cargar con el peso de una pena impuesta hace dos mil años.

...

Gonzalo llega a casa y Sofía sonrie de nuevo. Le alegra verla tan feliz.
-¿Qué tal tu día niña?
-Ayude a un señor con una herida que asqueaba y me dijo el futuro.
-¿Qué?
-Y no te preocupes, seremos felices.
-¿Él te lo dijo?
-No. Pero después de dos mil años entendió que todos podemos cambiar el destino así que me propongo hacerte feliz no importa lo que pase.
-...
-...
-Entonces también prometo hacerte feliz.
-No es necesario.

Si tú sonries, yo seré la persona más afortunada.


PD: Hoy me propongo cambiar todo y no ser un simple espectador.
Gracias a todos por el ánimo de estas últimas semanas.

:)

Y gracias a todos los que llegaron hasta aquí, sé que el texto es bien pesadito...

martes, 15 de septiembre de 2009

Tercera persona

Hoy Favio se levantó con tristeza en el alma y una sonrisa vaga en el corazón.
Ayer vió lagrimear a Sandra. Por su culpa se manchó un poco esa alma tan bella, por la estupidez de Favio se opacó un poco el brillo del Universo. Todo por sus tonterias de decir lo que siente (que la quiere mucho, no con ese sentido, sino de verdad), de haber dicho lo de los abrigos en su último post sabiendo que Sandra le regaló una casaca y sobre todo por haber decidido alejarse.
En realidad él no quiere irse a Lima como está planeado. Él desea quedarse en la única ciudad que le gusta, a pesar del sol insoportable y de la falta de trabajo y oportunidad en su rubro. Sabe que no podría vivir normal sin jugar Tekken 5 con Osmar y Yan, que no estaría igual sin dejar de reir junto a su hermano Diego o de dejar de jugar con Judyth a ser los mejores sabiendo que lo son. No sería lo mismo sin saber que debe estar allí para escuchar a Lucía y tratar de cuidarla de vez en cuando aunque le duela no poder estar allí siempre. No será lo mismo no visitar a Elizbeth para hablar piedras o dejar de pasar la tarde escuchando metal con Fernando y Antonio.
La vida no será igual sin Sandra que lo escucha pacientemente, aunque siempre repita las mismas tonterías, aunque muchas veces la haga enojar.
Es en este momento en que desea no tener abrigo, sino un abrazo de verdad, que a pesar de estar trabajando todo el santo día en un lugar donde mucha gente lo estima (y ahora puede decirlo de verdad) se siente solo, tanto como Sofía, tanto como Gabriel y Gonzalo.
Es raro. Favio solamente escribe de personajes solitarios y solamente ahora cae en la cuenta de eso. Como dijo Sábato, Tal vez sólo haya un tunel oscuro y solitario: el mío. Lo hace porque está solo de verdad, porque ha sufrido las desventuras de la reflexión insondable en la que te descubres tal cual unidad de un conjunto infinito como es el tejido circular de la vida, el universo y todo lo demás.

(Es por eso que la gran mayoría lo creen loco, muchos lo evitan y una escasa minoría lo consulta...)

Hoy Favio se sienta a escribir en un espejo, dando forma a letras que dan forma a su vida, escribiendo su propio destino, tipeando cada respiro que se convierte en real, dictándose a sí mismo los pensamientos que una vez engendrados se reflejan un segundo antes en impulsos binarios correspondientes a pensamientos futuros. Hoy no está con ganas de contar sobre Sofía o sobre el mundo, hoy no está para dedicarle textos a la señorita de la edad aparente o a la pseudo Maria Iribarne.
-Gracias extraño - dice Favio al pensar en su contador de visitas.
Y cierra la pestaña. No se cree capaz de seguir manteniendo un blog como este, con textos malos en abundancia, con erratas y premuras de ideas e historias. Tiene mil borradores pero da igual porque ahora solo quiere hablar de lo solo que se siente ante el futuro que está tan cerca. Hoy sólo quiere hablar de lo arto que está por fingir que sabe escribir, hoy quiere decir lo cansado que está de regalar siempre su corazón cuando lo patean sin reparo (a veces suave, a veces duro), hoy quiere decir (aunque está explícito en todos sus textos) que es romántico y patético por lo redundante, que le gustaría ser más valiente y dejar de vacilar tanto cuando quiere decir algo.
Que al final todo este texto era para decir que no quiere irse pero parece que es la vida la que lo botara...

(/)









Hoy Favio tiene ganas de escribirse como un extraño,
porque tiene miedo de quererla para siempre...

lunes, 7 de septiembre de 2009

Tabris I

Tabrís es el ángel del libre deseo y no debe dejar jamás su deber. Su tarea es visitar a los hombres y manejarlos cual fichas de ajedrez, no cambiando su parecer, sino desatando aquello que nuncan buscan frenar: sus bajos instintos.
¿Cuánto tiempo perderemos para conocernos y entender que aun somos animales? Vemos un ejemplar del sexo opuesto y sentimos atracción, a veces no tan sólida pero siempre leve, notoria, presente. Tenemos la comida que queremos y buscamos caprichos, peleando por la última galleta con los demás, tomando la propuesta de regresar al mercado, de encerrar las preguntas y formar parte del mundo. Basta sólo un suspiro de Tabris, una mirada, un simple pensamiento para que el mortal ingenuo deje de razonar y comience a dejarse llevar por el corazón instintivo. Al fin y al cabo, nuestro instinto se divide en dos: el instinto de supervivencia y el instinto de reproducción. Imaginense que cualquiera de los dos se libere del todo: sería nuestra perdición. Matariamos ante cualquier pequeña amenaza, peleariamos ante cualquier tonteria como el papel que cayó en tu pedazo de calle o tomar el último paquete de papel del supermercado. Habrían violaciones y subiría la tasa de natalidad, nacerían más dictadores, más asesinos, pero tambien más filósofos y pacificadores. Miren que si no fuera por eso, no hubiera bajado los Grigori, quienes por lujuría de las hijas de los hombres empezaron a revelarle al ser humano algunos de los secretos del cielo; como por ejemplo el movimiento de los cuerpos celestes, el arte de hacer armas, y el mejoramiento de la cara y el cuerpo con maquillaje y perfumes, perfeccionando así la modernidad y la vanidad.
Tabris es de los seres más poderosos del universo. Su misión es caminar por todo el mundo desatando pasiones y bajos instintos. Sólo tiene que recorrer emanando deseo y libertad en la conciencia para probar quienes son los elegidos, los que están dentro de los simbólicos 144,000 que serán sellados por sus congéneres, de aquellos elegidos que a pesar de ser azotados por la tentación se sienten más fuertes y consiguen reprimirla. Ese es su deber: separar a los más débiles de los fuertes, mostrarles a los humanos lo débiles que son en acción, en desición, en fortaleza mental.
Hoy camina por Arequipa, inocente como siempre lo ha hecho por esta ciudad de pecado, donde los temblores son comunes y también las protestas. Ya lo hizo antes, mil y un veces, pero solamente hoy es especial, hoy es diferente porque hay algo distinto en el aire: una presencia pertubadora.
Tiene cara de niña, y quizas lo es. Delgada, con lentes grandes y pelo a la altura de los hombros. Se le nota en la cara lo enamorada: no de alguien, sino de la vida misma (su sonrisa le delata) Tabris sabe inmediatamente que ella es de las personas que ven todo simple, no se complican, que piensan y razonan como nadie pero que a la vez no se torturan ante el Temor de Dios, ante la llegada de la AH1N1, ante la muerte. Es de esas chicas que caminan meneándose, no por sensualidad sino por naturaleza, de esas mujeres que no necesitan maquillaje porque ya se saben bellas de verdad. Es tanta la seguridad en sus facciones, tanta la destreza de mente notoria en su aura que Tabris tiene que admitir que no ha visto un ejemplar humano así en dos mil años.
La sigue, intentado desentrañar su espíritu porfiado. Camina sin prisa, no cansada, sólo calmada. ¿Es esto lo que los mortales llaman atracción? Aunque la tradición los suele representar como varones, los ángeles no tendrían sexo debido a que son espíritus puros; entonces ¿por qué Tabris seguía a esta mujer? No es curiosidad, no es deseo, no es nada particular. Es la primera vez que este ser tan poderoso se ve presa de sí mismo: deseo puro, irracional, sin sentido ni objetivo, caminando tontamente atrás de chica (¿o niña?) de quizas veinte (¿o dieciseis?), sin algún motivo en particular: solamente observarla.
Es triste ver como un ser inmortal, como alguien con poder y sabriduría suficientes para destruir un continente cae en la trampa infinita del observar a una bella mujer no por obtener placer de ella como hace la mayoría, sino por el simple hecho de disfrutar de belleza, como hacemos algunos. Tal vez es la soledad, tal vez el hecho de tener que vagar solo por la faz de la Tierra, viendo naciones desaparecer y árboles eternos secarse, viendo reyes coronarse y partidos políticos crearse. Hoy Tabris quiere que lo abracen, o tal vez simplemente mirarla para siempre...



PD: Ahora entiendo porque cuando llega mi cumpleaños me regalan guantes y abrigos: porque saben que no tengo nadie para que me abrace...

PD2: Les recomiendo este precioso blog, es una de mis pricipales fuentes de inspiración :)

viernes, 4 de septiembre de 2009

Del sufrimiento del alma

Leí este texto y no pude dejar de admitir que mi alma está sufriendo...


-¿En qué piensas? - le preguntó la Celebridad.
-En que no tengo que fingir que soy fuerte y eso me alivia mucho. Durante parte de mi vida tuve problemas constantes a la hora de relacionarme porque pensaba que sabía mejor que todos cómo llegar a donde quiero. Mis novios me detestaban y yo no entendía la razón. Una vez, durante la gira de una obra de teatro, me engripé de una manera que no podía salir de la habitación, por más que me aterrase la idea de que otra persona interpretase mi papel. No comía, deliraba con la fiebre; llamaron a un médico, que me mandó regresar a casa. Creí que había perdido el trabajo y el respeto de mis compañeros. Pero no pasó nada de eso: recibía flores y llamadas. Querían saber cómo estaba. De repente, aquellas personas que yo creía mis adversarios, que competían por el mismo sitio bajo los focos, ¡se preocupaban por mí! Una de ellas me envió una tarjeta con el texto de un médico que se fue a trabajar a un país lejano: "Todos conocemos una patología del África central llamada enfermedad del sueño. Lo que tenemos que saber es que existe otra enfermedad parecida que ataca el alma, y que es muy peligrosa porque se instala sin que nos demos cuenta. Cuando notamos el primer indicio de indiferencia y de falta de entusiasmo respecto a tus semejantes, ¡estate alerta! La única manera de prevenir esta enfermedad es entendiendo que el alma sufre, y sufre mucho, cuando la obligamos a vivir superficialmente. Al alma le gustan las cosas bellas y profundas".

Páginas 152-153
El vencedor está solo.
Paulo Coelho