jueves, 26 de noviembre de 2009

De Lima y el amor

Imaginen una ciudad cualquiera, perdida hace cincuenta años en lujos innecesarios y una sociedad aristocrática en decadencia. Sitúenla en el mejor sitio del Pacífico y mezclen todas las razas del mundo: desde los negros del salvaje África hasta los chinos perdidos en busca de restaurantes nuevos, contando a los gringos con autos poderosos y a los italianos negociantes hábiles. Imaginen un nombre de fruta, un nombre repetitivo y sencillo, que casi simboliza a la ácidez de esta ciudad con tanta corrupción del alma y pobladores desenfadados dispuestos a todo por su propio bienestar sin pensar en el prójimo. ¿Lo dijiste? Si, se trata de Lima, la horrible.

Es fácil notar cuando una ciudad se divide, lo hace por el límite de distrito, por una autopista de ocho vias o por diferencia en la arquitectura de las casas: Lima ahora mismo se encuentra dividida en dos zonas por dos grandes leyendas vivientes: Carita y Tirifilo.

Tirifilo es un hombre recio de casi dos metros, negro y con pelo crespo de mulo, con unos brazos capaces de destrozarle el cuello a un caballo. Ha dominado su zona desde siempre, desde que se dió cuenta que era hombre y que tenía derecho a pelear todo lo que la vida le negó: familia, dinero, respeto y amor. Huérfano de nacimiento, Tirifilo luchó día a día por el alimento y la vivienda, muchas veces de forma honrada ayudando en alguna obra de construcción o bien robando y asaltando con cuchillo, el arma que usó desde siempre y que marcaría luego su destino. Se convirtió pronto en el más bravo de toda la zona a la muerte de Tatán, el legendario Robin Hood que repartía a los marginados su botín y que siempre caminaba con terno y mocasines bien lustrados. Muchos lo siguieron y pronto Tirifilo consiguió una mujer hermosa: Rosaura. Fue la razón de su vida, por ella compró una casa y dejó de beber tanto, le dió una hija hermosa como la madre y se sintió feliz, siendo respetado como el gran matón que era y con una mujer que lo amaba.

Todo lo contrario a Carita. Más joven, más apuesto e impulsivo, Carita era elegante y veloz. Manejaba la chaveta que da miedo y se ligaba a todas las germas de la ciudad. Andaba con una y con otra y para defenderse de los maridos despechados es que aprendió a usar el puñal. Era esta misma habilidad la que usaba para ejecutar sus robos a bancos, incluso peleando contra policias armados hasta los dientes él les daba cara con su chaira y zaz, asaltos perfectos sin una sola cicatriz. (Justamente por eso le llamaban así, por el rostro tan bien cuidado y el cuerpo inmaculado, sin trofeos de batalla.)

Como es el mundo lleno de coincidencias terribles. Yoko Ono fue el origen del fin y Megadeth nació de la división de Metallica. Cuantas veces hemos visto el destino de dos héroes de leyenda similares chocando por cosas banales ante los dioses, en este caso el amor. Y es que un día caminando por la Avenida Arequipa es que le gritaron cachudo a Tirifilo y este volteó con el rostro en ascuas y preguntó quien era el mierda.

Pues el Carita se la está levantado siempre, respondieron.

Fue el acabose. Tirifilo no escuchó razones y salió a buscarlo; malditas casualidades de la vida, misma canción de Arjona la encontró con él sentados en un bar tomados de la mano. Carita saltó al ver tremendo negro enfurecido como toro pero no se equivoquen, no saltó de miedo sino para tomar impulso. Ambas miradas se encontraron en el aire en el preciso momento en que la chaveta de Carita se revelaba y el puñal efestiano de Tirifilo intentaba alcanzarlo.

Gotas de sangre en el suelo, Carita cayó perfecto y Tirifilo se cogió el cuello.

Triunfante y feliz, Carita se levantó lentamente sin fijarse que el monstruo detrás suyo aún tenía energía, ¡y cuánta! Tirifilo lo cogió de un brazo y lo mandó a volar, rompiendo una mesa y dos sillas, al tiempo que empinaba contra él y lo molía a golpes y a puñaladas en el suelo. Carita recibía impávido todos los golpes mortales en el costado y sentía como sus pulmones se llenaban de agua, ¿o sería su propia sangre? Lo único que atinaba a hacer era cubrirse su rostro, su tan maldito rostro que atraía mujeres y en este caso la única que le estaba vedada, la Rosaura, la mujer del negro ese de la Victoria que mataba caballos con sus propias manos.

Allí quedó el cadáver. Lo último que hizo Tirifilo fue desfigurarlo mientras la policia intentaba frenarlo. Allí no quedó nada que recordar de Carita, y Tirifilo entre los brazos de los gendarmes recibió de golpe la noción de la vida: que cada destino humano está tallado en piedra e importa solamente para un momento, un instante único en la vida en el que no importa lo demás, en el que somos el centro del universo y tenemos el poder de destruir o crear nuevos destinos. El resto de la vida son hechos que causan ese instante o son efecto de ese único momento.

Lo que queda son palabras.



Epílogo

Según Don Felix Humberto Velásquez, Tirifilo murió quemado en la cárcel por sus propios compañeros, ex-amigos de Carita. Según mi padre, Antonio Náquira, lo mataron las policias mujeres que Carita se 'levantó' El nombre de la mujer escapa a la memoria de mis fuentes así que intenté uno digno del personaje causante de la trama.

jueves, 12 de noviembre de 2009

De qué es el amor y añoranzas

CIRCUNSTANCIAS

El niño curioso interior que habita dentro comienza a preguntar.

Salen todas a responderle como sabias mujeres que son.

Jesús: Entonces, ¿qué es el amor?

Paula: Pides algo difícil. El amor es un todo, es sentir que la otra persona es la que te va a hacer feliz para siempre.

Jesús: ¿Para siempre?

Paula: Claro. Cuando amas a alguien, ya nada más importa, sólo estar juntos y quererse.

Judyth: No lo creo. Yo vivo feliz con mi papi y mi mami. Los quiero mucho y eso es amor, es suficiente para ser feliz; pero el amor al que tú te refieres es una opinión que buscamos creer con todo nuestro ser para poder vivir en paz.

Natalia: ¿A qué te refieres?

Judyth: A que mañana saldremos a trabajar. Competiremos entre nosotros por los mejores puestos y nos esforzaremos al máximo por escalar en esta carnicera vida. Pero sinceramente creo que podría vivir sin alguien, soy feliz sola como estoy, estudiando y jugando con mi papi, ¿para qué más?

Natalia: Es que nunca has estado enamorada.

Judyth: Debe ser eso. Pero no importa, soy feliz así.

Jesús: Pero, ¿qué es?

Natalia: Amar es encontrar a alguien que te complemente. Es hallar la razón de vivir y eso es todo. Lo malo es que el amor se presenta en pequeñas dosis asesinas, desde un pequeño enamoramiento hasta una semana de pasión con algún amigo. Es cosa rara de explicar.

Jesús: Entonces, ¿el amor va ligado con la pasión?

Natalia: Definitivamente.

Paula: No lo creo. Cuando quieres a alguien, lo quieres y punto.

Natalia: Estas loca. Si yo quiero a alguien tengo que abrazarlo, tengo que tocarlo para sentirlo real y besarlo toda la tarde, me gusta perderme en sus labios y saber que estamos allí, que el mundo deja de girar y el tiempo deja de correr, como un grandioso cataclismo de alegría.

Paula: ¡No! Cuando Yo era pequeña, vivía cerca a la tienda un chico que me gustaba mucho. Nunca supe explicarme que cosa me gustaba de él, todas las demás niñas decían que era feo y lo fastidiaban, y los niños le pegaban y le gritaban cabezón cuando yo no veía nada malo en su cabeza. No saben como buscaba excusas para ir a la tienda, a veces escondía el papel higiénico solamente para que mi mamá me enviara a comprar más y así poder pasar frente a su patio donde él siempre jugaba con sus soldaditos, o con sus legos, o bien regaba las plantas de su madre. Me gustaba pasar y verlo nada más que observarlo desde la sombra sin que él se diese cuenta. Y esto pasó mucho tiempo, no saben cuanto, hasta que él se mudó y yo desperté de tremendo amor platónico.

Natalia: Eso es tonto, es tener miedo.

Paula: ¿Acaso nunca te has sentido miedosa tú?

Sandra: Todas las personas tenemos miedo, es natural. Hay veces en que la timidez nos impide dar los pasos que queremos dar, por más decididos que estemos. Y te apoyo, no creo que el amor sea ecuación de pasión.

Judyth: ¡Pero siempre tiene que existir pasión para que haya atracción!

Fiorella: Estas condicionando entonces tu cariño a un estímulo. Si tu pareja envejece, engorda o deja de entrenar en el gimnasio, entonces dejarás de quererlo.

Jesús: ¿Entonces?

Sandra: El amor está en las cosas pequeñas. Todos piensan que quererse es abrazarse y besarse toda la tarde pero no es así, ninguna pareja dura mucho si está en ese plan. Deben buscar conocerse y poder gozar de las cosas pequeñas, un abrazo, una caricia, una sonrisa o una tarjeta de las que te hacen flotar a pesar de todos los malos dibujos que tengan.

Fiorella: Exacto. ¿No se ve más tierno que un muchacho bese a su enamorada en la frente?, ¿o que la lleve con orgullo de la mano? Las parejas no son para lucir, son para querer.

Jesús: Hasta ahora no me dicen que es querer.

Paula: Querer es dar todo por la otra persona. Es tener hambre y aún así invitarle el único dulce que tienes en la cocina. Es el sentimiento más sublime que existe, es poder hacer el bien con la persona indicada, aquella que te ilumina el camino día a día.

Fiorella: Creo que eso es impreciso. Yo puedo querer mucho a […] pero eso no significa que vaya a aguantarlo todos los días. Hay días en que ya no soporto tener que escucharlo y me voy y sigo viviendo normal. El hecho de que él no esté no significa que me vaya a morir.

Natalia: Cierto, pero es preferible estar acompañada a sola.

Sandra: ¿De verdad? Creo que nunca te has dado el trabajo de buscar un poquito en ti.

Jesús: Entonces el amor no va ligado al atractivo, no es depender del otro ya que podemos seguir adelante solos. Entonces, ¿de qué sirve amar?

[…]

Elizbeth: Eres como tu primo, tan pequeño y ya te complicas la vida. ¿Por qué no puede ser todo simple? Él mismo dice que definir es limitar; ergo no podemos limitar al amor.

Fiorella: El amor es todo. Es un conjunto de verdades que no siempre son agradables, puede que sufras por celos, puede que rías por lo divertido que es ver la inocencia de otra persona al besar pero al fin y al cabo, amar es un revoltijo de emociones inexplicables en conjunto.

Sandra: Tal vez estás buscando otra pregunta con todo esto, si amar te va a hacer feliz.

Jesús: Tal vez es eso.

Paula: Claro que te va a hacer feliz, digo ¿por qué no?

Natalia: El hecho de desvelarte es solitario y feo, pero el hecho de desvelarte por alguien implica entrega y sufrimiento consentido, es sentirse satisfecho de poder conocer la grandeza de Dios en una persona que sea todo lo que buscas.

Judyth: Porque amar te va a aliviar la carga del seguir adelante. Cuando una familia es feliz, todos se aman. Cuando una pareja es feliz, es porque se ama.

Fiorella: Y que al final volvemos a lo mismo. El amor implica un poco de felicidad, éxtasis, odio y alegría de encontrarte con alguien que mira lo mismo que tú pero desde otro ángulo.

Jesús: Lo que significa que si amo a alguien, ¿seré feliz?

Paula: No siempre. Para que esto sea cierto, tus sentimientos deberán ser correspondidos, sino sufrirás mucho.

Fiorella: Dale. Swann sufrió mucho y sin embargo no pudo gozar más de esos años de su vida. El simple hecho de que quieras a alguien, de que disfrutes mirándolo, sólo mirándolo, solamente estando cerca de él para que tu corazón encuentre sosiego, eso es suficiente. El amor beneficia a todos, no importa sea correspondido o no.

Natalia: ¿Y si nunca te llega a querer?, ¿vas a seguir siempre en lo mismo?

Sandra: Obviamente no. Uno sigue adelante, llora lo que tiene que llorar y punto.

Paula: Pero puede llegar el momento en que sufras tanto que te llegues a arrepentir de querer a esa persona.

Judyth: Si uno elige sufrir es su culpa. De todas formas, creo que si te lanzas a querer a alguien que no conoces del todo puedes sufrir mucho más al enterarte que no era como creías, ni tan inteligente ni tan amable ni tan apasionado como aparentaba. ¿Qué si después de haber elegido querer te llegas a arrepentir?

Elizbeth: Pues yo lo estoy haciendo y no me arrepiento.





PD: Hoy me alegró la tarde y yo la hice reír sin querer. No sé como voy a hacer para aprender, soy nervioso hablador compulsivo y usted deberá controlarme más.

Y gracias por apostar por mí. Me esforzaré para que nunca se arrepienta

:)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Nueve de Setiembre de Mil Novecientos Ochenta y Nueve

Es el tercer día y Antonio se encuentra desesperado. Lo acaban de despedir justamente un par de días antes de cobrar su sueldo, lo cual lo inhabilitaba de cobrarlo todo. Aladina pronto comprobó los extremos a los que podían llegar los principios de Antonio. Era un joven que tenía ideales firmes y nada le haría renunciar a ellos. Por el momento trabajaba en el Banco Minero y trataba de ayudarse vendiendo ropa para tratar de mantener a la nueva familia que pronto saldría del vientre de Aladina. Jóvenes e inexpertos, Aladina y Antonio se refugiaron en Tacna para tratar de llevar mejor la crisis del país a través de pequeños trucos. Cada vez que nuestro presidente Alan García anunciaba un paquetazo, Antonio cruzaba la frontera y conseguía alimentos y recursos básicos en Arica, donde con suerte la moneda aún tenía el valor del día anterior. Aladina estaba feliz del ser que llevaba dentro de sí y se relajaba porque sabía que las cosas iban a mejorar, a pesar de que según su ginecólogo el suyo fuese un parto de alto riesgo. Aún así, sonreía y esperaba. Todo estaba muy apretado cuando de repente ella comenzó con la dura labor del alumbramiento. El pequeño dentro de Aladina clamaba por salir cuando era la fiesta de la virgen, que aquí en Tacna es una fiesta muy popular. Era el siete de setiembre y no había doctor alguno para atenderla. Antonio buscó al ginecólogo de Aladina, el doctor Loayza, y descubrió que éste había viajado unos días antes al Paraguay para un congreso médico. Buscó al jefe de turno y éste le pidió un millón de intis para atender a su mujer, además de darle una sábana de medicamentos que Antonio tendría que comprar con su sueldo de quince mil intis. Desesperado buscó al doctor encargado del piso y nadie le dio razón ya que aseguraban era su día libre. Antonio consiguió arrancar la dirección del doctor de la recepcionista y fue a su casa donde encontró al doctor en uno de sus tantos escándalos, ya que aquel doctor italiano era muy respetado por sus estudios pero no por su opción sexual y mucho menos por las conocidas orgías que organizaba en su lujosa casa donde le dijo a Antonio que no atendería a su mujer por estar en una fiesta muy buena.
Así que Antonio salió a buscar dinero. Buscó a sus familiares pero ninguno podía ayudarlo. Buscó a los amigos pero en la gran fiesta varios salieron de la ciudad y otros tantos ya habían desperdiciado el dinero. Pasó un día. Antonio volvía al hospital cada tanto que podía para darse un respiro y para rogar de nuevo al doctor de turno pero éste era inflexible: un millón de intis o nada. Intentó hablar con Aladina pero no lo dejaron pasar. Pronto aislaron a la chica de Moquegua y ella no supo de nadie ni de nada excepto por el tiempo que parecía no ceder. Por alguna razón no dilataba y las contracciones se hacían cada vez tan dolorosas que cada vez que Aladina perdía la conciencia una nueva contracción la despertaba. Pedía que la dejasen ver a su Cholo, pero le decían que Antonio no debía pasar. Preguntaba cuando va a llegar el doctor, pero nadie le respondía. Escuchaba y consultaba los monitores donde veía sus latidos y los de su hijo y con lo que había estudiado en la UNSA ella sabía que el niño casi no tenía latidos. Y lloraba, y rogaba porque Antonio la perdonase por haber matado a su hijo y pedía que le dejasen tomar su mano. Era lo más difícil en toda su vida, ver a su hijo casi muerto y nadie para acompañarla.
Al tercer día Antonio se encontraba en el corredor de maternidad esperando algo, no sabía qué, pero solamente podía repetir entre dientes que si algo les pasaba a su Gata o a su hijo, aquellas personas que le dieron la espalda la pagarían muy caro. Rabiaba entre dientes como buscaría a aquel maricón para reventarlo hasta hacerlo arrepentirse de haber nacido. Planeaba como atacaría al jefe de turno en su casa hasta dejarlo tan abollado que nunca más se atreviera a pedirle dinero a la gente desesperada. Éstas y muchas cosas más se decía cuando una cara conocida lo saludó.
-Antonio, ¿ya nació tu hijo?
Era el doctor Loayza. Estaba con una camisa arrugada y pantalones cortos y la cara de quien sí ha podido dormir. Antonio le respondió que su mujer estaba ya tres días adentro y que no le permitían verla, a lo el doctor se indignó. ¿Por qué no le hacen cesárea y listo?
-Es que no tenemos plata para pagar doctor.
El doctor se indignó. Le pidió la receta que le habían dado y se escandalizó con la cantidad de medicamentos innecesarios. Tachó casi todos y dejó tres, al tiempo que sacaba su billetera y le decía hijo ve a conseguirlas ahora mismo. Al tiempo que Antonio volaba a comprar, el doctor entró a ver a Aladina. Ella ya no reconocía nada, solamente atinaba a buscar recuerdos en su mente de tiempos mejores. Cuando el doctor peguntó por el estado de la paciente, Aladina reconoció la voz y susurró:
-Mi hijo doctor... mi hijo…
El doctor no respondió ya que entendió el grave estado de la chica y del bebé así que se apresuró a operar. No hubo tiempo de un enema ni de hacerla evacuar lo que dificultó el procedimiento por culpa de la vejiga hinchada. El doctor mandó el corte y al sacar al niño vio que éste sangraba. Al examinarlo vio que accidentalmente le había cortado una ceja con el bisturí, aunque gracias a Dios era solamente un corte superficial. Evacuaron inmediatamente al niño a Cuidados Intensivos y dejaron pasar a Antonio donde Aladina.
La encontró devastada. Estaba morada como si la hubiesen golpeado y a duras penas podía hablar. Ambos lloraron al verse y al tomarse de la mano supieron sin decir nada que sus vidas estaban unidas para siempre desde siempre. Entró el doctor alegremente al tiempo que le decía a Aladina que debía pararse para su recuperación. Ella lo intentó pero las fuerzas la abandonaron. Aún así el doctor insistió y aseguraba que sería lo mejor después de todo el trauma por el que cuerpo acababa de pasar. Aladina decidió no hacerle caso cuando vio por primera vez a su primogénito: una enfermera lo traía al cuarto y lo dejó en los brazos de Antonio, quien entendió por primera vez que sería padre de un ser tan pequeño que tendría que esforzarse por hacer del mundo un lugar mejor para su crecimiento. Aladina superó la falta de fuerzas, el sueño atrasado de tres días y el hambre y se paró con lo último de su alma. Se acercó a Antonio y ambos se sintieron por primera vez mayores. El niño con la cicatriz en la ceja se llamaría Favio y sería la última esperanza de ambos.


PD: Hoy es un día muy especial, así que decidí escribir mi primer respiro (o mi primera mirada a la muerte?) Mi padre no necesitó planear venganza ni buscar al doctor gay: un año después (durante la fiesta de la Virgen, casualmente) su casa fue incendiada y violaron a sus hermanas y a su madre; según mi madre era una persona muy odiada por las injusticias que hizo y las vidas que negó salvar. El que fue jefe de turno murió en un accidente de tránsito en la navidad de ese mismo año. Curiosamente, según cuenta mi tio, pudo haber sido salvado sino hubiese sido por que la ambulancia pedía un millón de intis a los familiares por traerlo.
Hoy no pretendo hacer literatura. Hoy pretendo mostrarles un poco de mí, sobre a tí, mami menor ;) Prometo aprender a quererte y a hacer mejores tarjetas XD
Gracias por el gran día!!

domingo, 8 de noviembre de 2009

Espera al teléfono [de como te extraño y demás ideas inconexas]

Te pienso sentado en el sillón, teléfono y celular cruzados, mente en blanco, corazón retrasado.
El presente son trivialidades que escribo en pedazos de papel. Tengo que distraerme de este domingo vacio, tengo invitaciones para salir pero no, el teléfono. Podría estar avanzando algo de mis tareas pero no da ganas, el teléfono. Tal vez leyendo ese libro que compré en un arrebato de alegría (ya sabes, el del evanescente reino de los olores de Jean-Baptiste Grenouille) o terminando las miles de historias sin fin que abundan por aquí.

Tengo en mente a un asesino,
a una niña que camina sobre el agua buscando a su madre
y a un ajedrecista confundido
en el problema de Capablanca
del mate en veinticuatro jugadas.

Pero prefiero esperar. Me siento solo? No lo creo. Y no hay nada de bulla, no se escucha a Bono cantando en la computadora ni a Slash con sus rasgueos en mi radio. No distingo las voces de mi familia porque todos están fuera. Siento la casa desabitada, la siento desamparada esperando alguien, cualquier persona que haga una conversación trivial para detener la monotonía del domingo por la tarde. Hoy me siento un poco Sábato, no perseguido por mis personajes, sino arrollado por las ideas acusadoras de una paz imperfecta basada en el sosiego del alma por una anestesia de cariño.
¿Me quieres de verdad?
No lo sabemos [...] Estoy solo? No. Soledad no es lo contrario a estar acompañado, puedes estar en un desierto y no estar solo. Puedes estar marginado en tu ambiente laboral porque no les haces la tarea, porque no te gusta salir a tomar, porque no les gusta ver más allá de la apariencia. Puedes ser el único reaccionario o el único comunista en el mundo, puedes tratar de decir que Cien años de soledad no tiene faltas ortográficas o decir que Aventura es Bachata sabiendo que vas a quedar solo pero no lo estarás:

Soledad es no tener en quien pensar.



Y yo pienso en ti siempre.

viernes, 6 de noviembre de 2009

A New Hope

Las sonrisas son efímeras, el recuerdo vale para siempre.

Ella tenía un vaso en las manos y una botella en la mochila mientras recordaba.
Fiorella conoció a Santiago el año pasado, cuando ambos acababan de cumplir diez años y creyeron que el amor verdadero podía llegar a cualquier edad.
Miralos, pequeños y con un derroche de imaginación tomándose inocentemente de la mano al tiempo que sonrien, esperando siempre un día más, como hermanitos, como algo más.
No lo entiende. Todo era perfecto: estuvieron siempre juntos, se aguantaron mutuamente siete años y un día él decidió que ella se merecía más, pero ella no lo supo. Santiago salió a conquistar el mundo, a conseguir una estrella y regalársela a la chica que iluminó su existencia, pero ella no lo entendió. Ella estaba ensimismada en el chico perfecto, en el príncipe de las historias perfectas, el que aparece de la nada y la besa apasionadamente, el que la toma entre sus brazos de boxeador y mirándola fijamente la pierde en un orgasmo de sueños.
Y él, inocente, su mejor amigo desde siempre, matándose de amor en silencio. La tomaba de la mano pensando en algo obvio, mientras ella lo aceptaba distraida. Le pinta tarjetas, le lee libros cuando ella se siente mal o no puede dormir, se quita la casaca para que nunca sienta frío y la carga en la espalda cuando sus zapatos se mojan y está cansada.
Pero no importa, debe ser como ella lo quiso imaginar, con una sonrisa alegre y el pecho de un atleta, con la mirada del conferencista y los suspiros del basilisco, capaz de robar el alma. Él, inocente de este drama invisible, decide ausentarse, sólo un año promete, suficiente para encontrar la estrella prometida, la que les diese la felicidad eterna.
Un año pasa rápidamente, asi como el segundo y el tercero. Sin quererlo Fiorella encuentra alguien de quien enamorarse, aunque no sea perfecto del todo pero que importa. Encuentra otro. Y otro. Sin querer pierde la virginidad en la parte trasera de un coche y al día siguiente también al enamorado. Deja la universidad por un semestre y termina en un instituto a medio horario, no porque no pueda, sino porque no lo aguanta: extraña a su amigo, finalmente se da cuenta.
Y no solamente eso, sino que se da cuenta que lo que tenían era perfecto, sin presiones, sin tener que disimular ser interesante ni tener que arreglarse cada nada para parecer más guapa de lo que es porque él la veía desde que despertaba hasta que iba a la cama agotada de tanto saltar en el parque. La aguantaba a pesar de sus caprichos, la mimaba sin pedir y hasta le leía cuando ella quería descansar.
Hoy, con veinte otoños Fiorella está sentada en un parque con un vaso y una botella en su mochila. Sigue esperandolo, mientras existe ese silencio tan profundo como el mar, el mismo mar donde él se extravió algún día.
Es ahora cuando Fiorella se da cuenta que nunca debió buscar un príncipe, sino alguien que la trate como princesa...



PD: El amor me ha besado dos veces en forma imposible. Lo que me dicta el sentido común es decirle que la quiero pero olvidar la brisa callada en mi pecho cuando habla y no arriesgarme. Esta vez no pienso dejarme intimidar y prometo hacer que usted no se arrepienta señorita. Y si en algún momento me voy, es para pensar más en tí porque siempre volveré, te lo aseguro...

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sobre el tiempo y cómo gastarlo

Eva estaba confundida. Cada semana él venía puntual en bicicleta, a veces sólo para conversar por la ventana y otras tantas para ayudarla con sus tareas. Sus padres no se oponían a dichas visitas pero de todas formas se sentía algo incómoda: ella tenía enamorado.
Era evidente que ella le gustaba a aquel chico del pelo corto a ras con los ojos melancólicos; sino, ¿por qué la visitaría tanto? Además, si le gustase como ella pensaba, le traería regalos como hacía André. Le llevaría chocolates que tanto le fascinaban, o esos peluches de ositos por los que tanto muere pero no, se conforma con ir y conversar hasta morir la tarde, hasta entrar en los primeros avances de la noche. Era cuando se despedía, justo cinco antes de la comida, para demorar cuarenta minutos hasta su casa en su eterna bicicleta.
¿Para qué? Esta bien, André dice que soy muy bonita y todo pero él me visita cada dos o tres días y no le importa que él venga a visitarme porque sabe que nunca me fijaría en un chico así, con un gusto tan exquisito en la música y con sus jeanes repetidos y su mirada seria con gesto anglosajón. André dice que no es nada serio mientras la abraza y la besa, que no se preocupe por el otro, pero ella no deja de preguntarse porqué.
Si de verdad me quiere, ¿por qué no hace algo más?, ¿por qué no me invita a salir a una discoteca o me lleva a pasear? ¿por qué nunca hemos salido al cine?
Tal vez no le guste y le sirvo de distracción. Dijo una vez que me quería mucho pero no le tomé importancia, obviamente estaba confundido pero, ¿por qué insiste? Si él sabe que tengo enamorado, si ya le dije que no podemos estar juntos por miedo a perder una buena amistad ¿por qué sigue viniendo?
-¿En serio quieres saber la respuesta?
-Me quitarías muchas dudas si la conozco.
-Alejandro el Grande, en el lecho de muerte pidió tres deseos.
El primero era que los mejores médicos de la época cargasen su ataúd.
El segundo que todo tesoro, piedra preciosa o dinero suyo fuese esparcido por el camino hasta su tumba.
Y el tercero era que sus manos quedasen balanceándose fuera del ataúd, a la vista de todos.
-¿Por qué pidió esto?
-Quería demostrar que a pesar de todos sus conocimientos, de toda su ciencia y poder, ningún médico tiene la cura ante la muerte, el poder supremo.
Quería demostrar que los bienes conquistados, por más cuantiosos que sean, siempre quedan aquí, en la tierra.
Quería demostrar que las personas vienen con las manos vacias y con las manos vacias nos vamos hasta que se nos acaba el tesoro más valioso: el tiempo.
Es por eso que te dedico mi tiempo, porque es lo más valioso para mí, porque una sonrisa de las tuyas detienen el mundo y me son contagiosas siempre, porque sé que tú lo vales, eso y mucho más.



PD: De verdad, aunque sea un solo día a la semana o uno al mes, vale la pena verla siempre.
Espero entienda el regalo que le dí :)