miércoles, 16 de julio de 2008

II Parte. Nieve. 2.2

Lennart está cansado de las mentiras. No le llores, dijeron los más sabios, pero a nadie escuchaba. La quieres, ve y encuéntrala, ¿vale la pena? Debe ser agotador jugar una vida así, incluso para alguien del poder de Lennart. Hace casi dos años que lo abandonó todo para buscar a su amada Helena perdida no solamente en el mundo sino también en el tiempo y en el espacio. Me dejaste, el alma se me fue, ¿es que acaso no te puedo convencer que esta historia es la historia de nuestro amor en el mismo tiempo y espacio en que nuestras almas fueron concebidas hace ya tanto que ni Dios lo recuerda? Hay veces en que Lennart se descontrola y el mundo simplemente pierde sentido.

¿Y a quién no le ha sucedido eso alguna vez? A todos, me atrevo a sentenciar. Todos en algún momento han dudado de su existencia, todos en algún momento han llegado a vacilar de si la luz al final sería realmente la meta. Nadie sabe su camino y sin embargo busca a otros para que estos se lo digan. Así se siente Lennart. Inseguro, sin suelo al cual acudir, sin nadie que piense en él en el mundo entero. Hubo una época en que nada era importante, viajaba con su Maestro que casi era como un padre para él porque ya no recordaba quienes eran sus progenitores. Estaban en todo lugar, buscando algo que Lennart nunca sabría porqué pero que era lo único que mantenía a su Maestro vivo. Tantas veces renegó de esta vida pero cuando la perdió la extrañó con toda su alma. Poco a poco encontró que la tranquilidad era lo mejor para una vida relajada. Vivió tranquilo en su paraíso perdido hasta que llegó la misma especie que nos desterró para siempre del jardín primigenio: una mujer. Como toda mujer, alborotó el corazón de Lennart y lo lanzó al abismo que cierto forastero está recorriendo en este mismo momento. Lennart sufrió, como toda criatura en su vida, pero el dolor fue tan terrible que nunca pudo mitigarlo. Fue en aquel momento en el que decidió salir de su paraíso terrenal para ir a buscar a la única persona que le brindaría la paz tan deseada. Caminó por miles de sendas, conoció más ciudades de las que había recorrido con su Maestro. Luchó con irascibles guerreros que pretendían cobrarle el paso a ciertas regiones aludiendo propiedad sobre dichos terrenos, provocando un innecesario desgaste de energía por ambos bandos. Empezó a buscarla en el Palacio donde ella vivía y se enteró de la desgracia: la princesa Helena contraería nupcias con el gallardo príncipe Axel Agadir. Al comienzo Lennart no supo que hacer y huyó lejos, tan lejos que muy pronto llegó a un lugar en el cual el sol no brillaba jamás y la tristeza era necesaria del ambiente. Se hubiese quedado allí para siempre si no fuese por la intervención del forastero quien lo rescató de una muerte segura en aquel infierno helado llamado Niflheim. Cuando se dio cuenta de que tanta tristeza era absurda por una mujer decidió volver a su hogar donde seguramente Deydra lo estaría esperando. Pero como toda persona despechada Lennart no dejó ni un solo instante de pensar en Helena, la que había roto su corazón, la que lo había dejado para casarse con otro, la mujer que ahora era mujer de otro pero que a la vez seguía siendo aquella que lo besó con toda su alma, la que se entregó al encanto de observar las estrellas con alguien que nunca había experimentado algo parecido al amor porque ella fue la primera y única persona que tocaría el corazón de Lennart, la única que alguna vez lloraría por él, la única con el alma en pedazos por haberlo hecho llorar.

Pero como todo el mundo sabe, no se entra al cielo solamente con buenas intenciones. Si la ves, debes avisarle a Lennart de que la sigue buscando y no parará hasta volver a ver aquellos ojos profundos que a veces son un tanto distraídos, a veces un tanto agudos y casi siempre llenos de ternura. Si la ves tienes que decirle que alguien todavía la busca en todo lugar, en todo momento, en todo universo porque Helena no aparece en ningún lado y Lennart ya está cansado de seguirla. La vida no es lo suficientemente larga como para encontrarla después de que una valquiria tenga la iniciativa de robar a una mujer y borrarla de la faz de la tierra como hizo Reigynleif con Helena porque el día de la boda la valquiria apareció deteniendo el banquete posterior a la ceremonia y trató de matar a Helena pero los cientos de guardias no se lo permitieron por lo que Reigynleif causó lo que se conoce ahora como la matanza de las nupcias porque aquel día murieron casi mil hombres tratando de defender a Helena de la valquiria agraviada. Llegó como en una nube, apareció como un relámpago en medio de la gente clamando por encontrar a la mujer que según ella desataría el fin de los tiempos, la princesa Helena hija del rey Gonzalo debía morir. Gritos apagados de mujeres asustadas por la determinación de la valquiria llenaron la plaza, al tiempo que los guardias rodeaban rápidamente a la mujer más insana del mundo. Veinte se acercaron, ninguno regresó para contar que vio el infierno. La valquiria quemó a todas las personas que estaban al menos a diez metros de ella. Era como si fuese un demonio, un demonio de aquellos que pueblan nuestras peores pesadillas llenas de sangre, matanzas y miedos impensables. En ese mismo momento las flores de aquel reino dejaron de brotar para siempre y la gente se espantó. Todos huyeron hacia sus casas, los invitados de otras ciudades huyeron de la ciudad sin siquiera detenerse a recoger sus pertenencias, al mismo tiempo que todos los guardias hacían una barrera entre la valquiria y la familia real a la que trataban de esconder a pesar de la insistencia del príncipe Agadir por quedarse a pelear. La valquiria entonces sacó su espada y demostró que las criaturas nórdicas son las más fieras en batalla. No sudó ni una sola gota, no se cansó en lo más mínimo. Los soldados la combatían confundidos y entre los invitados los pocos valientes que se quedaron decidieron demostrar que eran mejores guerreros que aquella mujer de rojos cabellos y voz con fuerza de trueno. Caían como hojas, sin resistencia y sin notoriedad. El rey Gonzalo recordó brevemente la majestad de Asgard y la promesa que aquella valquiria hizo años atrás.

-Entonces ¿ya la ha visto usted, Su Majestad?- preguntó el príncipe Agadir.

-Sí, pero lo que más me preocupa ahora es su promesa.[F1]

Y una vez más contó solamente una parte de su itinerario y no todo el viaje porque sabía que es peligroso el conocimiento completo de algo tan grande. [F2] Cuando el llegó finalmente al hogar de los dioses se dio con la grata sorpresa de su total inactividad: Asgard estaba desierto. Es verdad que encontró mil maravillas como la roca que dará la sabiduría al que logre descifrar su significado, o la clepsidra que da al que sea capaz de manejarla el control absoluto del universo por el tiempo que ella determine o la cueva llena de piedras como el diamante que hará a su portador invisible o la esmeralda que dará tranquilidad al pueblo que la controle o la piedra lunar que da poder total sobre la oscuridad. Estas y muchas maravillas más encontró el rey pero a nadie con quien comentarlas, no halló a nadie que le dijese donde estaba lo que el buscaba, aquello que lo guió hasta aquel lugar tan fuera de nuestro entendimiento, la panacea universal, el euforbio. Se mató buscando por todos los salones descubriendo que el Valhala y todas las demás casas estaban desiertas y nadie lo podría ayudar. Buscó por todos los patios y encontró miles de flores diferentes, todas hermosas, únicas e inimaginables. Ninguna lo convenció del todo, no sabía cual era la planta que él necesitaba así que decidió tomar un breve descanso echado en la hierba del medio de una gran pradera.

Hubiera podido dormir por toda la eternidad y nunca darse cuenta ya que tanto su cuerpo como su mente no sufrían ningún desgaste en aquel lugar mitológico. Aunque fue un sueño renovador al comienzo poco a poco fue algo perturbador ya que sueños sin sentido alguno iban y venían de la mente del rey Gonzalo. Muchos eran visitas sin sentido a una gran biblioteca que parecía no tener principio ni fin y que estaba habitada por solamente dos personas: Jorge Luis, un anciano rarísimo que hablaba casi con un acento de aquellos que conocen muchas lenguas y terminan entreverando idiomas, y Asterión, una criatura mitad toro, mitad hombre que decía tener al igual que el rey Gonzalo sangre real y derecho a gobernar entre los hombres. [F3] Otras veces soñaba con un laberinto infinito de cuartos que se repetían s í mismos una y otra vez. Era entrar a una habitación con dos ventanas en el techo y una estatua un cuervo volando para poder pasar a un pasillo que doblaba hacia un pequeño altar donde un niño vestido de verde tenía velas encendidas a su alrededor, y luego de acabar el pasillo era llegar a un gran salón con quince puertas que llevaban a quince réplicas del cuarto inicial solamente para cambiar algún pequeño detalle en el recorrido como por ejemplo que la estatua ya no sea de un cuervo sino de un gato o que el pasillo este inundado o que el salón sea un anfiteatro con quince salidas. Otras veces soñaba con una señora muy vieja pero a la vez muy bella que le advertía del gran peligro que se avecinaba sobre la gente de su sangre. Este era el sueño que más le perturbaba ya que de alguna forma sabía que la desgracia era pronta y sin remedio. Así que un día mientras la señora le advertía por enésima vez acerca de desgracias futuras, Gonzalo decidió despertar. El lugar no había cambiado en nada y el mismo rey no recordaba casi ninguno de sus sueños así que pensó que estuvo dormido solamente unas cuantas horas y no los dos meses que después comprobaría como perdidos. Miró el prado y se estiró antes de proseguir con su búsqueda, cuando escuchó la voz más profunda del mundo a pesar de venir de una mujer.

-Y todo el mundo sale a pulmón, antes de venirse abajo nacerá una última vez.

Reigynleif era hermosa y deslumbrante. Odiaba el mundo y lo sigue haciendo por costumbre, inocente y dulce. Ayer lloró y hoy está frente a un rey con el poder de cambiar el destino con la decisión que va a tomar en cualquier instante. ¿Dónde están todos?, preguntó el rey y ella simplemente dijo se han ido. ¿Adónde? quiso éste saber y ella dijo al mundo. Era la gran desgracia de las valquirias, la falta contra su honor, el derrumbe del mundo como lo conocían desde que terminó de ser planeado el fin del mismo. La tarea de las valquirias es elegir a los más heroicos de los guerreros caídos en batalla para llevarlos al Valhala. Aquí se convertirán en einherjar por la gracia de Odín ya que éste necesitará guerreros para que luchen a su lado en la batalla del fin del mundo, el Ragnarök. Sin embargo, ahora el gran salón de los guerreros escogidos estaba deshabitado al igual que todas las casas monumentales de Asgard.

La explicación a la desolación de aquel paraíso de dioses y también razón del sinsabor de Reigynleif empezó siglos atrás cuando un hombre vestido de negro apareció en Bifrost. Los dioses lo miraron y no hubo nadie que se dejara conquistar por aquella mirada, sincera y cautivante aquellos eran los dos ojos más azules que nadie haya jamás visto. Su voz era de por sí una melodía y la profundidad de sus palabras hacía temblar a las valquirias mismas quienes lo alimentaban con hidromiel y se deleitaban con su belleza. Odín veía con su único ojo maldad en aquel muchacho al que los demás dioses adoraban, era para ellos el hijo perfecto del Universo. El joven quien conquistaba la luz con su simple voluntad se fue ganando la confianza de aquellos últimos inmortales poco a poco, tanto así que inclusive Thor le permitió manejar a su fiel martillo. Mjolnir[F4] . El único que desconfiaba junto a Odín de aquel hombre que deslumbra era Heimdal. Su percepción de que algo andaba mal era tan cuerda como la misma percepción que tenía al escuchar la misma hierba crecer y al viento soplar por las fibras de un hilo delgado. Cada vez que el joven de veraces ojos celestinos estaba cerca Heimdal temblaba porque sentía que la maldad nacía de muy dentro de aquella alma, y aunque intentó advertir a sus compañeros nadie le hizo caso, ya que el aura era tan oscura y espesa que nublaba la visión de los demás inmortales. Y a pesar de que Heimdal era el más perceptivo de todos los dioses nadie le hizo caso, lo que originó el mismo fin de aquellos sin necesidad de la llegada de Loki y su ejército anunciando el Ragnarök ya que un día de esos el joven de ojos sinceros entró al Valhala y conoció a todos los einherjar o guerreros caídos, quienes eran traídos por las valquirias con el propósito de formar el ejército de Odín para cuando el Ragnarök llegara. Los conoció, los encandiló y muy pronto eran seguidores suyos aunque solamente a uno le haya revelado su nombre ya que durante su larga estadía en Asgard nadie, ni siquiera el mismísimo Odín sabe su nombre. Y muy pronto la razón sería conocida: porque aquel joven encantador no tenía nombre mortal, solamente un nombre inmortal que le duraría más allá de todas las épocas: Lucifer.

Con la misma astucia que conquistó a varios ángeles en el cielo para formar un gran ejército, de la misma manera el Ángel Caído formó un gran ejército con los einherjar y algunas valquirias. Se enfrentó a los dioses y poco pudieron hacer estos más que escapar a los dominios mortales de los humanos. La luz más bella pronto fue el Amo absoluto en todo Asgard y no hubo poder divino más grande que el suyo en todo el mundo. Si Lucía tan sólo hubiera podido enterarse de todo lo que sucedía en aquel polo de la tierra tal vez hubiese podido enfrentarse al que tanto busca ya sin saber por qué. El hecho es que Asgard quedó a disposición de Lucifer y este tan pronto se aburrió que salió con su nuevo ejército a conquistar el mundo y eso es lo que viene haciendo en secreto por más de tres años, invadiendo aldeas pequeñas que desaparecen más rápido del mapa que en ser nombradas. Lucifer muy pronto va almacenando un ejército que concentra a los mejores guerreros caídos quienes se le unen únicamente buscando la gran oferta de la inmortalidad que Lucifer promete. Cuando Asgard volvió a quedar desierto ningún dios se atrevió a volver ya que tenía miedo de caer en alguna trampa del Príncipe de la Dulce Pena; la única en regresar a la mítica tierra fue Reigynleif con esperanza de algún día ver renacer la antigua gloria de Asgard, no importa cuáles fueran los medios, algún día renacería, era una promesa de una valquiria y esas promesas quedan para la eternidad.


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