viernes, 3 de octubre de 2008

base de datos, teatro, tristeza (no lo leas)

como dijo Sanz: tengo un alma o la tenía...

no es bastante, a ti no resta y al resto no le vale pero a mi me da ganas de cambiarla...

Pienso que soy debil pero no me doy cuenta que la gente a mi alrededor nunca tuvo que pasar por todo lo que yo he vivido, (bueno, mis padres tal vez y de sobra, pero nadie más) todos son muy engreidos o no parecian la vida que tienen...

comienzo a cuestionar porque ya estoy harto de tus condescendencias, te crees una chica madura cuando no sales de tu infancia reprimida. Eres caprichosa y a la vez tormentosa, solamente alguien que me pregunta como estoy cuando quieres un favor...

lo más denigrante es que yo igual lo hago...

pero no estas sola, sino que todos son así, nadie se acerca a preguntarme como estoy (salvo 3 excepciones que vienen a sonreirme sinceramente, no como si fuese una obligacion social...)

delirando... pasa la hora y el profe no acaba la clase lo que acrecenta mi rabia... a nadie le interesa (nuevamente excepto a una persona...) que mis ojos esten rojos, que no tenga fuerzas ni para responder y que haya dicho unicamente unas cuantas palabras en todo el dia a pesar de mi naturaleza...

duermo...

pronto llega ella al teatro y escucha la musa. El esta ahi, en el balcón de siempre; sin embargo no está solo. Una mujer de vestido rojo con sonrisa efimera le susurra al oido. El se acerca y rie ante la confesion. Ella se muerde el labio y apoya su cabeza en su hombro. Te miro y no lo creo. Me acerco a reprocharte, a gritarte, a reclamarte una explicacion pero el maldito taco me retrasa el camino y en una estupida gradilla me lastimo.
Un joven muy amable me da la mano y se vuelve mi apoyo. ¿Que cosas podrian suceder con aquel extraño? Hoy hablariamos calidamente con el conocimiento de que tal vez nunca más volvamos a vernos, y tal vez con este mismo conocimiento el aproveche cada minuto para revelarse ante una mujer que tal vez no sea atractiva pero ¿que más da?
Me corteja y yo lo dejo. Aun tengo en mi mente a esa cualquiera con su mano tan cerca a la de el, porque eso es, una cualquiera...
ahora que lo pienso seria una cualquiera cualquier persona que atreviese a acercarse a el...
me relajo, practico una sonrisa y atiendo a su vida sin importancia. Otra vez me aburro y los veo salir. Me avispo y pronto abandono al muchacho. El la lleva en su carruaje sin descaro, frente a todos sin siquiera darse cuenta de que estoy aqui. Ira.
Entro por la puerta trasera. El rastrillo sera suficiente; no, no es un arma digna de una mujer de mi condicion. El cuchillo! Me dirijo a la puerta y sigilosamente la abro. Los sirvientes estan en sus cuartos. Llego hasta la cocina aprovechando la maldita oscuridad total en esta parte de la casa. ¿Cual será el adecuado? Sopeso uno grande. Muy dificil de maniobrar. Uno mediano y curvado, me recuerda a un alfanje y desisto hasta que mis ojos se posan en uno pequeño, practico y afilado.
Los encuentro infraganti y no dura mucho el grito de esa ramera. El forcejea conmigo y me gana, me arroja al piso y yo lo ciego con el fuego de la chimenea. Clama por sus ojos mientras yo lo golpeo con todo lo que este a mi alcance: estatuillas, leños, vasos y joyas.
No se mueve.
Por fin apague mis celos.
Ahora si la gente me recordara, que importa si no me comprenden, soy superior a ellos y no entenderian mi vida...

hace un momento tosi sangre...
no hice escandalo porque a nadie le importara, acabare este laboratorio rapido, me largare y nadie me recordara...

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