miércoles, 16 de julio de 2008

II Parte. Nieve. 2.3

Lucía no obtuvo tanta información del rey como había creído conseguir. Reigynleif estaba involucrada en los hechos que dieron inicio al invierno multicolor pero, ¿cuál sería la causa o motivo que la llevase a originar algo así?, es más ¿una simple valquiria sería capaz de causar tanto alboroto en todo el mundo? Lucía sabía claramente que ninguna criatura puede originar una nevisca planetaria y mucho menos de coloración única en cada región así que, ¿sería realmente Reigynleif la causante de todo?
Realmente y a pesar de que Lucía era un ángel de aquellos que mirando a norte, al sur, al este o al oeste siempre miran a Dios, se sentía agotada. El rey Gonzalo creía firmemente que la valquiria era el origen de todo y sin embargo no daba razón de su creencia, solamente asentía. Era evidente que el rey escondía algo y Lucía tendría que averiguarlo por algún otro medio y ya que el relato tenía que ver con Asgard regresó al sitio de donde nunca se sale a menos que seas uno de esos seres que pueden atravesar dimensiones: Lucía volvió a la Biblioteca.
No hace falta adjetivar dicho lugar ya que al remarcarlo con una letra mayúscula el lector ya identificará así al único recinto no sólo de libros y conocimiento, sino recinto de todos los libros y todo el conocimiento del mundo. Lucía llegó pronta y no encontró a nadie lo cual no le sorprendió: la Biblioteca era tan vasta que era casi imposible encontrar al bibliotecario o al monstruo que corre buscando compañía. Lo que si sorprendió a Lucía fue el hecho de encontrar libros regados por el suelo y un resplandor que la miraba desde el suelo, era el espejo del forastero. Lucía no sabía mucho acerca de él y ahora que tenía en sus manos aquel objeto que le parecía tan banal y a la vez tan importante para el muchacho. Una vez mientras caminaban cerca a un sembradío de trigo ella le preguntó qué era exactamente aquel espejo y él cambió el tema bruscamente. Ella lo mencionó en otra ocasión y el forastero simplemente dijo que era parte de su misión cuidar de aquel espejo en donde solamente él vería lo adecuado. Lucía nunca más preguntó nada y simplemente se recostó en su hombro. Al recordar aquella tarde ya tan lejana en el tiempo se sintió triste y a la vez vacía y sin ganas de seguir cumpliendo su misión, ¿para qué, al fin y al cabo?
No seas necia, ya te has cuestionado eso varias veces y siempre llegas a la conclusión de que Nuestro Señor tiene sus razones y cuando cuestionas a Nuestro Señor te das cuenta que en realidad te estás cuestionando tu propia existencia lo cual nos lleva a un dilema cíclico porque vuelve la pregunta del porqué.
Para ahuyentar el dolor debemos seguir adelante sin preguntar eso. No importa el porvenir, todo lo que debemos hacer es seguir adelante, no interesa si estamos en lo correcto o no, debemos seguir nuestro camino.
¿Por qué entonces aún sientes aquella confusión?
La siento porque no sigo el dictado de mi corazón.
¿Qué dice tu corazón?
Eso es lo que quiero pero no debo ver, al fin y al cabo no vale nada.
Te equivocas. Si lo admites por completo, te liberarás.
No hay necesidad de decirlo otra vez. Eres solamente una voz extraña que se empeña en enseñarme cuando soy yo tal vez uno de los seres más sabios de este mundo. He viajado por todos los países, he vivido todas las eras y conocido todos los grandes misterios de los antiguos, tu ya te ibas cuando yo estaba sola aquí, clavada en medio de tanta injusticia que plantaste por expulsar a aquella pobre pareja del Paraíso.
¿Estás cuestionando mis decisiones?
Tal vez. No, no lo estoy haciendo, simplemente creo que debiste perdonarlos y nunca arrojarlos de esa manera…
-Eso no hubiese evitado la expulsión de Ville del Paraíso.
Otra vez aquella Voz. Lucía calló y no habló hasta que su interlocutor dijo:
El Universo desvanece y tú usas el pasado de pretexto. Ville está en dónde menos lo imaginas y lo encontrarás cuando tú estés lista.
¿Cuándo será eso?
Muy pronto, aunque acuérdate bien, no siempre las cosas que queremos son las mejores para nosotros.
Eso no es cierto. Cada persona, cada ser elige lo que considera mejor para sí; siempre que logre aquello que quiere será feliz ya que ese es el objetivo de su vida.
Entonces tienes que definir el sentido de la tuya. ¿De verdad quieres encontrar a Ville?, ¿o acaso ahora buscas a otra persona en tu corazón?
Lucía volvió a mirar el espejo en su mano. Dudó mucho antes de responder y ni siquiera fue la respuesta que ella misma esperaba de sí:
No lo sé.
Pues averígualo porque eso es algo que ni siquiera está escrito en está Biblioteca, o al menos el conocimiento a esa respuesta te está vedado. El rumbo de tu destino lo decides tú, no importa que éste ya haya sido escrito.
Lucía no se quejó. Sabía que el forastero había estado en aquel mismo lugar antes, quien sabe cuanto tiempo atrás, tal vez años, tal vez meses, quizá solamente un par de horas atrás pero el caso era que su corazón palpitó fuerte por el simple hecho de saber algo, aunque mínimo, de aquel hombre que disfrutaba sentarse al lado de ella.
Lucía estaba enamorada. No tenía capacidad total para entender el concepto que rayaba en el pilar de la naturaleza humana pero sí sabía que ahora su misión en el mundo era otra.

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