viernes, 30 de mayo de 2008

Cuando acaba la noche ¬¬

Mientras la comida se enfriaba en la mesa, él seguía sin escribir ni una sola línea para el artículo que le habían pedido en el periódico. Aunque debía entregarlo antes de las tres de la mañana, él había esperado hasta el último momento para comenzar a escribirlo. La verdad, él trataba de esquivar su responsabilidad, debido al objetivo del artículo requerido.
-Mejor acaba eso rápido, que ya no pienso volver a calentarte la sopa- dijo enérgicamente su mujer desde el cuarto, por encima del ruido del televisor.
-Déjame empezar siquiera- respondió él, aunque sabía que no lograba concentrarse por su intento de escuchar el televisor encendido en el cuarto conyugal. Se rascaba la barbilla mientras iniciaba de nuevo su tentativa de escribir el artículo. La idea lo atormentaba. Su jefe, alguien muy cruel para encomendarle la tarea que ahora le pesaba, le había encargado escribir acerca de porqué votar por tal candidato y porqué votar por el otro. Mejor dicho: debía explicar las cualidades de Alan García y de Ollanta Humala para que luego los lectores decidieran cuál era el mejor de acuerdo a sus cualidades. Sin embargo, ninguno de los lo convencían, ya que tenía planeado votar en blanco el domingo.
-Si quieres algo de ayuda para tu columna, están pasando las últimas declaraciones de Gonzalo García Núñez en las noticias. Parece que...
-¡Por favor mujer! ¡Cállate!
No se calló, sino que simplemente se limitó a murmurar en el cuarto, obviamente molesta con la respuesta tan agresiva de parte de su pareja. Él se acordó entonces de la ocasión en que intentó obtener unos cuantos minutos para entrevistar al señor candidato Ollanta Humala. Esperó cuatro horas en el local principal del partido, hasta que alguien se dignó a decirle que el señor Humala no estaba disponible para periodistas, pero que podía atenderlo su segundo vicepresidente, el señor Gonzalo García Núñez. Él, indignado por todo el tiempo que perdió, no se molestó en contestar, sino que salió del lugar dispuesto a conseguir una entrevista con el otro candidato en forma de venganza. La obtuvo fácilmente, gracias a sus credenciales y a su reputación de ser el periodista estrella de uno de los principales tabloides del país. El señor García se mostró muy entusiasmado al comienzo, pero al ir avanzando la conversación, el candidato empezó a exasperarse con las preguntas que hacía su interlocutor acerca de su anterior gobierno. Llegado cierto momento, finalizó la reunión.
-Lo siento- aludió- pero tengo que ir a un mitin en Villa El Salvador. Ya sabe, el pueblo es primero.
¿Por qué no pensó eso en su anterior gobierno? García había tenido muchos errores en su anterior gobierno, y ahora volvía a mandarse a la candidatura con un slogan poco convincente: “Alan, el cambio responsable” Él creía que era una irresponsabilidad dejar a alguien así experimentar con nuestro país, después de haberse burlado de todos los peruanos al llevar al país a una de sus peores crisis económicas. La gente padecía hambre, mientras el terrorismo proliferaba en todo el territorio nacional. Sin embargo, el periodista no era humalista. Tenía muchísimas críticas en contra de García, pero tenía otro tanto para el señor Humala. No confiaba en él por sus relaciones con ciertas personas de poca confianza, y por ciertos rumores que decían que él había cometido crímenes en contra de los derechos humanos, que iban desde secuestros y torturas, hasta asesinatos. Pero también estaba su plan de gobierno, si es que se le podía calificar así. En realidad decía muchas cosas, y planteaba soluciones muy sencillas para problemas muy profundos, y, en algunos casos, propuestas sin fundamento real. Claro que ningún candidato era perfecto, pero en este caso, en su opinión, no había un candidato mejor o menos malo que el otro.
-Por otro lado, los preparativos para el mundial se aceleran y miles de fanáticos... “¡El Mundial!” pensó. Desde que se sentó en el escritorio, no se había acordado de que ya faltaba poco para este acontecimiento que había estado esperando desde hace ya mucho tiempo. Él, un gran fanático del deporte rey, que no se perdía ningún partido de sus equipos favoritos, se dio cuenta de lo absurdo que parecía aquella situación en ese momento: él, sentado solo en la sala, tratando de empezar algo que ni siquiera deseaba hacer, y encima, muriéndose de hambre, hasta que el comentario de la televisión en el cuarto del fondo lo sacó de su ensimismamiento.
Entonces se decidió.
-¡Verónica!
-¿Qué quieres?
-¡Caliéntame la comida!
Verónica apareció en el umbral de la sala con su bata rosa y su cabello despeinado.
-¿Crees que te la voy a calentar por segunda vez? Además, ni siquiera has empezado a escribir tu artículo- dijo, al tiempo que veía la máquina de escribir.
-Ya lo sé, pero decidí no hacerlo. Ya responderé mañana ante mi jefe.
Ella lo miró extrañada. “Debe haberse dado cuenta que ningún candidato es mejor que el otro” Aunque sonaba un poco absurdo sabiendo que él era periodista, decidió calentar la comida y no volver a mencionar el artículo nunca más.

Junio, 2006.

el viaje q dio comienzo a mi viaje y todos los q nacen en estas páginas..


Antonio procuró empezar de la forma más casual su semana. El lunes se despertó muy temprano para ir a comprar su boleto en el ómnibus interprovincial que lo llevaría a Lima. Encontró la oficina de la empresa un poco más llena que de costumbre, pero se tomó la molestia de cederle su lugar a dos señoras de avanzada edad, ya que no tenía nada importante que hacer hasta el final del día. Almorzó donde su tía Clotilde, que le cocinó su plato favorito: Lomo Saltado. Antonio repitió la ración y dijo que iba a extrañar muchísimo esa comida.

-Pero espero que no nos olvides a nosotros- contestó su tía.

“Eso es imposible” dijo Antonio, tratando de aparentar el vacío que sentía desde hace ya 2 semanas antes de su partida.

-En serio, no voy a olvidar cuanto los quiero- agregó, al ver que todos en la mesa, inclusive su primo Lucho, lo miraban de forma lejana, como si ya se hubiera ido.

A las 6 de la tarde subió al ómnibus que lo llevaría a Lima, donde pasaría sus últimos días con su familia más cercana, antes de irse a Toronto, después de varios años de tratar de obtener la visa tan ansiada para irse al país que le daría muchas oportunidades en la vida: Canadá. Pensó que debía sentirse feliz, por faltarle solamente un par de horas para llegar a la tierra de las oportunidades, pero no lo logró. Trató de ponerse triste porque dejaba su patria querida, la tierra que lo vio crecer, la que lo crió con sus mitos e injusticias, pero tampoco lo logró. En realidad no sentía nada, no pensaba nada, estaba como suspendido en el tiempo, absorto, como describiría Borges a alguien en presencia del Aleph, totalmente fuera de este mundo, hasta que llegó aquel imprevisto despertador a la realidad:

-Que bueno verte otra vez.

Antonio miró a la chica que se lo decía, y reconoció a la compañera del viaje anterior. Se conocieron de la misma manera en que se encontraban ahora: en un viaje a Lima, en los asientos 1 y 2 del ómnibus, en el turno de las 6pm porque a ambos no les gustaba viajar de día, ya que detestaban el calor infernal de los buses, y porque les gustaban los asientos en donde uno pudiera estirar los pies. Su nombre era Aladina, pero le concedió a Antonio el permiso de llamarla Gata, como hacían su familia y amigos. Él lo hacía gustoso porque le gustaba perderse en esos ojos verdes, tan verdes como las praderas que vio alguna vez en sus sueños con el campo.

-Supongo que vas otra vez donde tus padres, ¿no?

-Si, voy a visitar a los cochos un par de días, para luego regresar relajada a clases.

“¿Clases? Ah, clases.” Antonio recordó que ella le había mencionado que estudiaba medicina en la UNSA y que planeaba terminar su carrera para demostrar de lo que era capaz. Recordó entonces como se habían conocido: él se subió al ómnibus buscando su asiento, cuando a una chica muy delgada tratando de acomodar su maletín en la parte de abajo del asiento, a la vez que lo sujetaba con una correa al brazo derecho del asiento. Él la ayudó con la tarea, mientras que ella le explicaba que nunca había confiado en los buses interprovinciales, porque ya le habían quitado sus equipajes a sus hermanas en tres ocasiones. Él como no tenía otra cosa durante el viaje le prestó atención a su conversación, y ella terminó por confiarle su vida. Le contó todo: desde sus excelentes notas en el colegio Santa Fortunata, en Moquegua, hasta la vez en que se accidentó en una higuera de la chacra de su padre allá en Pescadores. “Es por eso que tomé este bus, porque pasa por Pescadores, y luego sigue directo por la Panamericana a Lima” dijo ella en esa ocasión. Le contó de su familia, y de la horrible repetición de nombres que había en ella. “Por eso me llamo Aladina Manuela, por culpa de mi padre y un tío”.

Él le habló poco de su vida, tal vez ni siquiera lo necesario para formarse una idea de su carácter. Le habló de que había crecido en Lima, pero no le dijo en que parte, porque no quería dar la impresión de ser un bravucón de la Victoria. Le habló de su pase por el Ejército como paracaidista, pero no le mencionó que había dejado dicha institución por culpa de una ex-novia. Le habló de poco, pero le contó algo que era muy importante para él: le contó todo su empeño en lograr el visado para ir a Canadá.

-Que suerte que tienes. Espero que me envíes alguna postal de allá, aunque no tengas ni siquiera a donde enviármela- dijo ella al final de la conversación. Ella siguió pensando durante la semana que no fue un comentario indicado para el caso, pero no se arrepintió de haberlo dicho. “Total,- pensaba para sí misma- nunca más lo volveré a ver. ¿Para qué me preocupo?”

En un determinado momento del viaje, ella le señaló un par de hectáreas que precedían al mar. “Esas son las chacras de mi papá. Ya me debo bajar” Él no acusó bien el golpe, y no reaccionó a tiempo. Ella se bajó y él pensó que había sido una bonita tarde, nada más que eso.

Ahora, cuando la volvía a ver, se daba cuenta de lo mucho que había pensado en ella sin darse cuenta. No se la había quitado de la cabeza, a pesar de que él se había convencido de que no se la volvería a encontrar jamás. Notó cuanto le gustaba mirar a esos dos ojos verdes, tan atrayentes que parecían hipnotizar de sólo verlos.

Ella pensaba lo mismo. Aunque él no era todo un adonis, tenía un “no se qué” que lo hacía irresistible. Lo primero que la había impresionado era esa fuerza de voluntad que se nota en la gente que lucha por alcanzar sus sueños. Luego se dio cuenta de que simpatizaba con sus ideas de rebeldía, aunque fueran un poco raras, le gustaban. Se vio de repente queriendo que él se la llevara lejos, tal vez junto a él a Canadá, aquella tierra de la que tanto había leído, donde decían que había muchos tótem y jarabe de arce.

-Ojalá nos hubiéramos conocido antes- dijo.

Fue entonces cuando Antonio entendió que hay cosas que no podemos evitar: son nuestro destino. Estamos condenados a cumplirlo, ya que este fue trazado por la Mano que escribió todo, y Ella, en su gran sabiduría, decidió lo mejor para cada uno de nosotros.

-Ya me tengo que bajar- dijo ella.- Cuídate mucho, fue un gusto estar contigo.

Él le ayudó a sacar su equipaje, y se despidieron con un abrazo. Ella se fue sin agregar nada más, y él se quedó parado en mitad del corredor del bus. En ese momento entendió lo que quería de su vida: quería estar junto a aquella chica delgada de ojos verdes, quería tener junto a ella dos hijos, una parejita, que no tuvieran ningún nombre que ya se hubiera repetido en sus familias. Iban a ser felices y los criarían en un hogar donde no importara que no haya muebles, ni juguetes importados, sino amor.

-¡Gata! ¡Espérame!

Ella volteó. Antonio había bajado rápidamente del bus, y terminó cayéndose al suelo de arena.

-¿Por qué has hecho eso? Ahora tendrás que esperar al próximo bus y pagar otra vez el pasaje.

-Pensé que tú querías que lo hiciera.

Era verdad, ella quería, pero se sorprendió con la respuesta. En realidad, no sabía mucho de ese chico, pero de todas formas ya no podía estar sin él.

-Bueno- dijo Antonio, sacudiéndose el polvo de encima- vamos a tu chacra. Espero que tenga un cuarto de invitados grande, porque tengo un poco de claustrofobia.

-No sabia eso. ¿Por qué no me lo habías dicho antes?

-Porque eso no es lo que importa. Lo que importa es qué voy a hacer después de esto.

-¿Estas seguro de querer dejar tu vida en Canadá?

-Hay cosas por las que vale la pena luchar. Tú eres una de ellas.

Suficiente. Ella se tomó de su mano y lo guió a la chacra de sus padres, donde empezarían a vivir todo lo que no habían vivido juntos.

Darth Vader enamorado!!

Los que ya me conocen saben de mi adicción por la mítica saga de Star Wars, en especial por la trilogía antigua. Aquí un pequeño video que encontré navegando por la web... como les va a vacilar!!!

lágrimas. reflexion sobre la cojera

aier estuve pensando xq sera q nunk encajo en ningun grupo.. o me miento a mi mismo? si tan solo tuviera un descanso aunq io mismo se perfectmnt q no puedo descansar, q si paro el mundo deja d existir q dejo inconclusas muchas cosas no acabo aun el cuento q le prometi a lucia y ya no se si lo escribo x ella o xq es mi escudo mi excusa contra los demas para refugiarme en un mundo seguro dl q ya no se si soy el narrador xq parece tomar vida, mi vida..
cojeo como animal, me doy vuelta y no veo d donde vengo.. tan solo me siento? hoy me desperto un mensaje deseando suert en la intervencion y diciendo q iba a rezar x mi.. cuantas veces no lo ha hecho? y sin embargo es mas q una amiga, es alguien muy especial, desde q entro a mi vida siempre me ha ayudado y io he hecho lo mismo x ella, d vdd es solo una amiga? nunk la he visto mas q eso y ella tampoco me ha visto como algo mas ambos sabemos dond s nuestro lugar..
xq me hago estas preguntas? xq toos lo cuestionan!! mi mejor amigo no cree en mi inocencia y una compañera dice q uno de los dos debe estar del otro para q una amistd sea asi d fuerte.. no pueden existir acaso un hoimbre y una mujer q se respten y se kieran mucho sin necesidad d q haya una relacion d x medio? s tan buena.. kien t deja usar su nombre para ocultar q te gusta otra chica? hace dias q no veo a sandra y creo q simplemnt no kiere verm, q hice mal? creo q todo.. tal vez debi seguir en silencio pero liz tiene razon, fiorella tiene razon, toos estan en lo correcto no debo ocultar algo asi.. pero lo revele y q gane? tension, ahora me siento incomodo cuando toy con ella xq antes le decia cuanto la keria diciendole cuanto keria a liz, antes le confesaba mi amor solamnt usando el nombre d otra.. q fea mentira..
tengo q decirselo, no aguanto tener q tapar too eso pero me perdonara? es feo q alguien t miena y mucho mas si lo hizo durant tanto tiempo.. no kiero perderla pero tampoco debo mentirle.. ojala sandra supiese q en las noches cuando rezo y pido x ella pierdo el hilo d mi conversacion con dios xq ella absorve toda mi mente.. soy un idiota!!
chikas como ella deben tener muchos pretendientes, cuantos deben kererla tmb? poco a poco la conoci, poco a poco adivine cada uno de sus gestos, sus palabras y me gustaba ver q diria a cada instante xq d repente su compañia s lo mejor del mundo.. la tuve q conocer bien para aprender a kererla, pero seguro debo ser patetico xq espere demasiado y ahora me voy a qdar para siempre en el circulo de amigos y concidos, eso nada mas, un conocido mas, alguien q con el tiempo pasara..
trato de no pensarlo pero si on es ella es el dolor q me espera esta tarde ¡q horrible! ya veo las agujas, la anestesia y too lo demas y la sangre pero q puedo ahcer? hacer d tripas corazon y cuidarme la proxima xq como tonto vuelvo a dejar q me suceda.. liz tiene razon, deberia dejarme de excesos y empezar a ser medido.. lo peor s q le voy a fallar a mi kerida amiga!! le prometi ya hace tanto ir a su concierto y justo un dia antes me tienen q intervenir.. xq estas cosas me pasan a mi?' keria q conociera a sandra y conociese a la razon de mis latidos, keria q vea a qien me hace perder la razon con solamente una palabra y q me hace desear no volver nunk mas a mi casa x no dejar d verla.. q pena q sientod mi, d vdd a esto me reduzco? io soy la luna q tiene q entender q sandra es mi sol y ese sol q me ilumina tmb tiene q iluminar a otras lunas, sino seria un desperdicio de luz..
ya nose si kiero verla o no, solo se q esta tard voy a volver a ver el limite del dolor y no se kien estara alli esta vez, si ella o nadie..

domingo, 25 de mayo de 2008

xikos de nuestra sociedad, d vdd debemos convivir con pesimistas?



ESTAS SON LAS NUEVAS MODAS QUE ATRAPAN A LOS ADOLESCENTES Y LOS LLEVAN AL SUICIDIO; EN ESPECIAL SI CONSTITUYEN UN GRUPO DE AMIGOS CON LA MISMA “ONDA”. LOS PELIGROS DE INTERNET Y DE LA MÚSICA.Una de las mayores tendencias de la moda actual entre los adolescentes, además de la onda gótica, es la onda EMO-CORE. La palabra EMO viene de la palabra EMOción. Y es que los representantes de esta tribu se caracterizan por ser muy emocionales y susceptibles a pesar creerse rudos…

Surgió en los años 80, en EUA. A finales de los 90’s se presentó con mayor fuerza un fenómeno de fusión entre el Emo y el Punk Rock, aunque con muchas variantes. Mucho se atribuye a la influencia Indie y Rock de la década, en EUA fue etiquetado como “Pop-Punk” o “Melodic-Punk”. Otros decidieron separarse de la escena Hardcore mezclando nuevos estilos e incluso instrumentos (sintetizadores, moogs, violines, chelos, etc.) que hacen de sus sonidos una amplia gama de situaciones psicológicas y emocionales distintas que van desde melodias realmente patéticas y frustrantes hasta otras con una grán fuerza rítmica, veloz y estridente. Las liricas son especialemente sentimentales o agresivas, tratando temas de relaciones amorosas fracasadas, problemas y situaciones caracteristicos de la adolescencia, suicidio, dolor, soledad, fracaso, entre otros. En Mexíco se los conoce como Happy Rock y en otros paises como Pseudo Punk. Las bandas musicales representativas suelen ser Dashboard Confessional, Sparta, Thursday y Taking Back Sunday, My Chemical Romance, Emery, Green Day, Dead Poetic, entre otros.


Estilo de ropa:

Esta moda va del rango de edad entre los 13 y los 20 años, visten jeans holgados, en los que se dejan ver sus boxers, en el caso de los chicos y la ropa interior, con motivos infantiles, en las adolescentes. Usan buzos o polerones tipo “canguro con gorro”, poleras de diversos colores, con números estampados atrás. Calzan zapatillas con lengüetas muy grandes, con cordones de colores. Tambien suelen usar como accesorios en la ropa o mochilas, chapitas con los nombres de las bandas, tachas, estrellitas, Bob esponja u otro dibujo animado; estrellitas colgantes, cinturones de escama, muchos piercings, tatuajes y expansores. Tambien suelen dibujarse una X en cada mano. Suelen colgar en sus bolsos (que lo usan indistintamente varones y chicas), un muñequito tipo vudú, con la boquita hacía abajo y los ojos en X. En el rostro suelen llevar anteojos (aunque vean perfecto) y el peinado estilo “no me peiné”, “me peinó la almohada”, “lamida de gato o de vaca” y ojos delineados (sean chicos o chicas). Suelen llevar el rostro estudiadamente triste y nunca miran a nadie a los ojos…..Se diferencian de los góticos en que estos últimos rinden culto a la muerte, al crimen; se visten siempre de negro y los gustos “artísticos” y “musicales”son otros.

Vocabulario:

Utilizan mucho el sufijo “ix” (amiguix,amorix), el sufijo “core” (pedroxcore, marinaxcore) y el sufijo “star” (techi star, maca star); sobre todo en los fotolog, los jotelog y los flickr. Entre ellos se intercambian mucho las fotos en los fotologs a los que adornan con estrellitas y mensajes de amor fracasado y suicidio. Sus frases preferidas son:

“Soy un incomprendido”. “¿Por qué tuvo que dejarme?”. “La vida es un tormento”. “¡Déjame!”

Temas en comun:

La ecología, predican la falta de adicciones, como el tabaco, el alcohol o las drogas (aunque fuman marihuana); el vegetarianismo. Difunden la No- violencia y luchan contra el maltrato a los animales. También luchan contra toda forma de discriminación en especial contra los homosexuales, aunque lo hacen de una manera más persuasiva, pacífica e individualista. Predican el comunismo o el socialismo ( vistiendo ropas que salen como 300 euros o mas). Ven peliculas como “El Cuervo” de Tim Burton y casi todas las peliculas de este director de cine…Hablan mucho del suicidio. Son fundamentalmente ateos. No creen en nadie, ni en Dios, ni en los demás ni en ellos mismos….

viernes, 23 de mayo de 2008

II Parte. Nieve. 1.9

Efectivamente el forastero pensaba en ella por más que pugnaba por olvidarla. Era una carga en su corazón y él ahora tenía que encontrar la solución a aquella alfombra de colores que cubría toda la tierra. La razón tal vez nunca nadie la encontrará, dijo el sabio rey Gonzalo, así que hay que preocuparnos en devolver al mundo a su estado original. El forastero ahora vivía temporalmente en el inmenso castillo de la capital de la ciudad del Rey Gonzalo quien lo acogió como a un hijo cuando escuchó la manera en que lo encontraron a punto de morir congelado. El Príncipe Axel Agadir se aseguró personalmente de que la estancia del extraño fuese de su completo agrado mientras se investigaba acerca del misterio de la nieve. De todas formas poco sabían de este particular fenómeno celeste que cubrió el mundo en menos de tres días. El porqué era de diferentes colores en cada región del mundo era tan inexplicable como el hecho de que la nieve no se derritiera ni por más que se le acercase al fuego. Tenía la misma consistencia de la nieve, la misma densidad y sin embargo parecía no fundirse con nada. El forastero fue de los primeros en presenciar la repentina desaparición de la nieve una madrugada en que buscaba un poco de ajenjo para calmar el insomnio, y también fue uno de los primeros en sospechar que esta repentina desaparición traería consecuencias que luego fueron confirmadas por la horrible helada que puso fin a la ganadería y la agricultura del reino. La gente no abandonó sus moradas durante casi un mes cuando se vieron obligados a buscar provisiones. Ni el reino ni el mundo nunca antes habían tenido que enfrentar tremendo caos, ni siquiera en la época en que todo era agua o cuando las nubes no volvieron y el sol quemó a su antojo todo lo que de pecado estaba manchado. El forastero se preguntó cuál sería la causa de tantos desastres, el porqué de repente el dios de Lucía había decidido castigar a toda la humanidad. Un día dejó para siempre el castillo. Estaba decidido a no volver nunca a pesar de la grata hospitalidad del Rey Gonzalo y de la Reina Beatriz pero sabía que él no era para este tipo de vida en la que todo es cómodo, en la que no hay necesidad de salir de palacio.

II Parte. Nieve. 1.8

Lucía no encontró las palabras precisas para pedirle que se quedara con ella, no porque lo quisiera, sino por borrar otro dolor.

Nunca duerme, es cierto pero sí se agota. Solamente Dios le dio consuelo en cierta inexplicable ternura de un mortal que ni nombre propio posee. No está prendida de él pero de alguna forma lo necesita, se siente menos sola o tal vez es el simple deseo de batallar contra la costumbre. Pocos humanos la han visto en toda su plenitud, para ser exactos solamente tres: Helena, Lennart y el forastero. Lucía apareció en el momento más ingrato para proteger a Helena de las garras de Lucifer, pero Lennart confundió todo e interfirió en los planes del Creador. Lucía nunca entendió porque los efímeros humanos son capaces de sacrificar todo por amor, un sentimiento que nadie en el Universo ha podido definir concisamente. Podía válidamente concebir que un ser eterno como su especie lo sacrifique todo por algo ya que tienen el tiempo del mundo literalmente para recuperar lo que se pierda a cambio; en cambio, un mortal no se puede dar el lujo de desperdiciar su único tiempo de vida en este miserable planeta donde abunda la maldad más que el mismo bien. Razones dicen que sobran pero aunque ella quiera no lo sabe, es de esas cosas que su naturaleza no le permite admitir. Lucifer le imploró dejara ir a Helena, que Él la protegería pero ella no le creyó, todos saben las intenciones del Demonio a dónde van. Sin embargo, aquel espíritu celestial que alguna vez fue su hermano le rogaba, se lo imploraba pero ¿vale tanto acaso la vida de un ser humano? De todas formas siempre se tiene que terminar, el hecho de prolongar la existencia significa aumentar el riesgo de sufrimiento así que, ¿para qué esforzarse en hacer padecer angustias a alguien? Es cruel, exacto de la naturaleza que ella suponía del Ángel Caído, porque a pesar que ella estaba en la tierra durante milenios nunca se había encontrado cara a cara con aquél que causó el destierro de su amado. En el Paraíso solamente escuchó la noticia de que la luz más brillante de todas acababa de nacer pero ella le restó importancia por estar embotada en Ville. Conocía el Mal de cerca y sin embargo no conocía su origen exacto.

La nevada trajo tristeza y ella se agotó más. El frío hizo la inactividad en la humanidad cada vez más persistente, lo que tuvo por insospechada consecuencia la disminución del mal en la mayoría de las regiones. No solamente los crímenes se redujeron sino también la taza de mortandad que en una época invernal suele aumentar de manera geométrica. Era más que indudable de que algo raro pasaba y Lucía inmediatamente lo atribuyó a Lucifer, no por correlación de ideas sino por hábito. Así que inmediatamente se puso en camino a averiguar quién estaba detrás de todas estas anomalías.

Lucía se frustró una y otra vez. En ningún lugar encontraba la respuesta que quería, la verdad. En una aldea cercana a Berito decían que todo se debía a la desaparición de la Dama del Agua, la única que conocía el alma de los mortales con sólo mirarlos. Lucía lo descartó porque sabía que así llamaban a Deydra y ella no tenía poder alguno para hacer tremendo cambio global. En Sin donde solamente los guerreros reales mantenían cierta paz tensa, el Emperador le dijo que todo era culpa de sus superiores, de los Dioses que de pronto decidieron abandonar a los humanos a su propia suerte. En Belfast la gente encendía velas y rezaba fervorosamente por la inmediata aparición del Mesías, anunciada por Joaquín el Juez. Esta era por supuesto la reacción de la comunidad judía en todas partes y de otros tantos alarmistas que aseguraron este era el fin del mundo, el tan ansiado Juicio, la drástica condena a la humanidad. Entre los nórdicos y muchos otros se hablaba del comienzo del Ragnarok precedido por tres rigurosos inviernos que borrarían a la humanidad de la faz del planeta. Los cristianos decían que era una de las señales mediante las cuales Jesucristo nos llamaba a la redención. Pero Lucía sabía que el Señor no necesitaba hacer sufrir a su gente para traerla a su regazo y también sabía que aquella locura del final de los tiempos era una exageración de los pesimistas y una esperanza para los judíos que creían firmemente resucitar algún día. Entonces por más que buscó no encontró, por más que se esforzó se sintió pronto inútil sin poder ayudar a la humanidad. No se sintió mal porque no estaba en su naturaleza ese tipo de frustración pero no supo porqué extrañó de repente estar junto al forastero. No podía ser nostalgia porque eso hubiera significado que le gustaría estar con él ahora mismo. ¿Y por qué no? No debería hacerse esa pregunta. La simple idea la desvía de su senda y la aleja de la tranquilidad. ¿Por qué los humanos necesitan amarse? Porque son débiles, porque se sienten siempre inferiores llenos de defectos, por eso buscan a alguien que sea solidario con ellos, deben vivir en comunidad, no pueden vivir solos. Aquel que lo intenta fracasa por más que intente engañarse.

Que simple sería vivir con los demás.

Pero no puedo, nunca me aceptarían, no entenderían mis diferencias. Los humanos son egoístas, creen que son la especie más perfecta, se sienten superiores porque pueden maltratar a unos cuantos animales. No pueden concebir que un solo ángel del Señor bastaría para aniquilar a miles de ellos. ¿Por qué tanta arrogancia?

¿Por qué quieres ser como ellos entonces?

Yo no dije eso. No soy un ser humano, si intentase vivir entre ellos me exiliarían por ser diferente, por no ser como ellos. Ellos creen que lo extraño es siempre malo, por eso se niegan a creer en nosotros; no pueden entender que hay más de un mundo, no pueden pensar que hay un plano más allá de lo físico en el cual se libran las verdaderas batallas del Universo. Son tan ingenuos, tan...

Descubrieron el fuego y facilitaron su vida. También tienen muchas virtudes, son capaces de creer hasta el final de que algo saldrá bien a pesar de que la realidad demuestre lo contrario, son tercos y perseverantes, y muchos solamente buscan un poco cariño en este mundo, nada más.

Es cierto.

Lo mismo que tú estás buscando. Te culpas a ti misma de tus carencias y no te das cuenta que la felicidad está en otras cosas.

La felicidad es algo que no puede ser obtenido. Es un camino para recorrer, pero nunca se llega al final. Puede que en ciertos momentos la veamos más cerca que nunca y nos consideremos felices de verdad. Solamente podemos soñar con eso, distinguirla en atisbos y en dosis reducidas, así nos mantendremos constantemente en lucha por ella. Así tendremos necesidad siempre de alguien con quien compartir todo aquello sino, ¿para qué? Necesitamos vivir en colectividad, no podemos cuestionarlo.

Entonces no tiene nada de malo pensar en él, ¿no?

No, no era malo, pero tampoco sabía si era bueno. Ella era muy diferente a todos y a la vez de la misma madera que todos. Seguramente él también buscaba la respuesta en algún lugar y tal vez siguiera pensando en ella.

II Parte. Nieve. 1.7

Muy pronto, Lennart consiguió un brillo especial a su alrededor, el canto original de los Ainur parecía haber regresado a este mundo en la magia del hechicero azul. Cada día que pasaba fuera de su bosque, Lennart aprendía cosas más y más poderosas de las que jamás había ambicionado. Muy pronto creyó olvidar por completo el dolor que sentía por culpa de Helena y las tardes junto a ella a orillas de Deydra, o al menos se engañaba a sí mismo al obligarse a desarrollar su poder gracias a los dones oscuros. Comenzó por el dominio total de los mantras del Atharva-Veda, que se decía tenían todo el poder de la magia negra y actuaban sobre un amigo o un enemigo. Indagó más y más en el poder del mundo divino hasta lograr contactar con los últimos dioses de Occidente. Ellos se admiraron de sentir la presencia de un mortal entre ellos, pero no por eso su bienvenida fue cálida. Lo atacaron con terribles maldiciones que él logró eliminar solamente después de haberse bañado en sangre de dragón. Pero gracias a ese ataque de los Inmortales es que él conoció el brillo de la esencia de la luz de la creación del mundo. Poco a poco consiguió juntar más hechizos que los que conocía su Maestro Antonio di Fellatio, e inclusive, llegó a visitar el infierno para poder conversar con él. Las puertas del Tártaro le fueron vedadas en un comienzo, pero después de un breve altercado con Thanatos es que logró su entrada al Jardín de los Muertos.

-Te consume la ambición y el odio, Lennart- dijo su Maestro en cuanto lo vio llegar sosteniendo una clepsidra que indicaba su tiempo de permanencia en aquel lugar.- Prefiero estar sólo y tener miedo a dejarme consumir por el rechazo al amor.

Lennart se enfureció por aquel comentario tan cierto, pero no podía enojarse con su Maestro, muerto hacía ya muchísimos años atrás.

-Se equivoca, Maestro,- contestó Lennart, consciente de que esta era la primera vez que contradecía a su mentor.- se equivoca. No hay nada malo en querer ser mejor cada día.

-Lo malo está en como estás canalizando tu dolor, Lennart. El hecho de que intentes negar tu amor consiguiendo poder no te hará mejor ni peor que nadie.

Era irritante. No había descendido hasta el hogar de los muertos solamente para recibir reproches de un viejo que ya no pertenecía al mundo real.

-Sí, lo sé. Pero la magia no hace más poderosos al hechicero, sino la sabiduría y la experiencia.

Realmente irritante. Por poco casi olvida que su Maestro era capaz de leer la mente. Las mentiras eran inútiles frente al legendario Antonio di Fellatio. Tal vez algún día él también podría leer la mente de los demás.

-No, ese no es tu poder ni está dentro de tu destino. Sólo quiero pedirte algo antes de que te marches: discierne cuidadosamente y mira donde está tu error. Tendrás muchísimo sufrimiento si no te liberas de tu fiero destino. La única cárcel que te ata a tu frío destino está dentro de ti, y se llama Soledad.

Lennart ahora si que estaba furioso. ¿Es que éste anciano no podía ver que ahora estaba frente a una de las personas más poderosas del mundo de los vivos?

-Sí, pero nada de eso vale si no has encontrado el amor verdadero.

-¡Cállate! Esas son patrañas románticas. El amor sólo trae sufrimiento y no sirve para ganar más poder. Si fuera algo bueno, la gente no sufriría por su culpa, ni...

-Ni sus días serían tan bellos que un solo beso valdría la vida entera.

Silencio.

A veces no se sabe como contradecir algo porque sabes que es verdad, y sin embargo esa verdad te hiere.

-Acuérdate que yo también amé, Lennart, y fue solamente en aquellos fugaces minutos cuando sentía de que todo tenía un mismo significado.

-Tonterías. Tú eras muy poderoso, y el amor te consumió: te mató.

-Te equivocas. El amor nunca me consumió; mejor dicho, yo me entregué a él. Así me liberé de toda carga y conseguí el poder absoluto. Sólo el amor nos da un poder inimaginable, Lennart. Recuerda que nuestro Gobernante Supremo es puro amor: de allí su poder.

-Y si eras tan poderoso, ¿por qué moriste?

-Morir es parte de la vida. Si empiezas a ver la muerte como un impedimento, tu vida será inútil porque cada minuto tuyo comenzará a ser vivido con miedo, y el miedo te llevará a lo peor de ti mismo.

-El miedo nunca llevaría a lo peor de uno mismo; más bien, el miedo podría...

-Podría llevarnos hacia la desesperación. Cuando uno está desesperado tiende a reaccionar de las peores formas porque trae a la ira, y esta lleva hacia lo peor que hay dentro de nosotros.

Tenía razón, aunque era doloroso admitirlo. Lennart estaba cada vez más herido en su orgullo por causa de las sabias palabras de su mentor.

-Maestro...

-Lennart, no te voy a mentir. El amor trae mucho sufrimiento; es verdad. Pero si uno no arriesga, nunca logrará ganar algo en la vida. Nunca te hablé acerca de lo que sentía por Anne, ¿no es cierto?

Lennart negó con la cabeza. Cuando su Maestro aun respiraba, solía perder días enteros en profunda meditación y nunca perdía la calma del semblante, inclusive cuando ellos se hallaban en graves problemas, como cuando su barco fue arrastrado hacia un maelstrón allá en las costas de Noruega, o como cuando aquel demonio de fuego, un Balrog, los atacó por la espalda y arrojó a Lennart tan lejos que éste perdió el conocimiento. Era su distinción: esa y el brillo en sus ojos, producto de una ambiciosa negociación con el Demonio que dio como resultado un poder extralimitado más allá de la naturaleza de los magos. Pero todo cambio de la noche a la mañana cuando ella se cruzó en el camino de ambos: Anne era su nombre, y provenía de la bellísima “Manzana Escarlata”, la capital del Imperio latino de Constantinopla.

Antonio lo recordaba como si solamente hubiera vivido aquellos días en la Tierra, y no los 42 años que vivió enteramente dedicado a la obtención de poder, como ahora lo estaba haciendo su amado discípulo. Ambos llegaron hasta la Puerta del Circo cuando ya estaba muy entrada la noche. Solamente había una mujer proclamando que podía revelarle a quien quisiera el fin de su vida y cuáles serían las circunstancias de la misma. Nadie le hacía caso, y Lennart iba a continuar directo hacia la ciudad, cuando se vio obligado a voltear porque su Maestro ya no estaba a su lado, sino al lado de la mujer. No tendría un rostro bello, ni un esbelto cuerpo, pero tenía un aura de omnisciencia ineludible que la hacía única en todo el mundo. Algunos la llamaban Savitri, “quien ha descendido del sol”. Otros nunca osaban llamarla, porque su sola mención provocaba temor e infundía miedo inclusive en los corazones de los guerreros más valerosos. Nadie supo nunca de donde venía, ni adonde iba simplemente vagando de un extremo a otro, desde el resplandeciente Imperio de Sin hasta los desiertos más occidentales, más allá del río Egipto. Ni siquiera el mismísimo Antonio di Fellatio sabría más de ella ni aunque utilizase su poder de leer la mente de los demás.

-¿Crees que con ese tonto don podrás descubrir algo más de mí?- le dijo ella una vez que él intentó leerle la mente, razón por la cual nunca más volvió a intentarlo.

Muchísimas cosas más se decían de Anne Halligan. Se decía que no tenía edad ni lugar de nacimiento, sino que simplemente apareció un día en el mundo y listo. Las primeras menciones a su nombre provenían desde la lejana Cumas, en la región italiana de Campania. Se decía que fue la primera y última discípula de Deífoba, la sibila. Se habló mucho del poder de ambas y de la inspiración que habían recibido del mismísimo Apolo, pero lo que más impactaba de ellas era su corazón obnubilado de sentimientos. Eran frías e indiferentes a las emociones de los demás. Ninguna tenía ni un poco de tacto para comunicar noticias malas, y la gente las empezó a repudiar por aquella actitud. Sin embargo, Anne desapareció durante mucho tiempo del mapa después de la visita del Dios Délico a su Maestra.

El Dios de la Profecía y la Belleza era alguien muy misericordioso con sus favoritos. Se cuenta que Apolo aquel día le prometió a Deífoba cumplirle cualquiera de sus deseos. Deífoba no le temía a nada más que la muerte, fue esa la razón por la cual pidió vivir tantos años como el buen puñado de granos de arena que ahora sostenía en lo alto de su cabeza.

Délico Pitio no se lo negó, pero tampoco le dio alguna otra gracia. El problema de vivir eternamente es que tu cuerpo no será el mismo por siempre; a menos, claro, que hayas deseado la juventud eterna. Ese fue el irreparable error de Deífoba, y por culpa de su ambición de vida se consumió tanto que tuvieron que encerrarla en una jaula que colgaron en el Templo de Apolo en Cumas. Nunca perdió su don de la profecía: más bien se agudizaba con el tiempo, como una pintura que se vuelve más nítida con el pasar de los años. Se dice que un día se apareció bajo la forma de una anciana ante Lucio Tarquino el Soberbio y le ofreció nueve libros proféticos a un altísimo precio. Al negarse el séptimo y último rey de Roma a comprarlos, ella destruyó tres de los libros y le ofreció los seis restantes al mismo precio. Lucio Tarquino pensó que era una locura ofrecer seis libros al precio por el cual hubiera podido obtener nueve, así que se negó nuevamente. Cuando el rey volvió a negar la compra, separó tres libros y los destruyó. Finalmente, el rey acabó comprando los últimos tres libros al precio por el cual hubiera podido obtener nueve. Los Libros Sibilinos fueron guardados en el Templo de Júpiter en Roma y fueron consultados muchas veces durante los primeros años de su posesión en el Imperio. Sin embargo, todos entendieron que el conocimiento del futuro era muy peligroso y se dio la orden de que los libros fueran consultados únicamente en casos de especial gravedad.

Anne erró durante mucho tiempo sin rumbo alguno. Un día podía estar en Berito, y al día siguiente en las costas galas. Vestía muchas veces una túnica azul profundo que sólo se podía comparar con el mar, y su cabello tenía un aroma especialmente raro, sui generis. Se levantaba en madrugada y dibujaba en un cristal una cárcel para luego intentar atrapar al sol. Conversaba con el viento y su único temor era que el tiempo concedido para su alma en la Tierra se le agotara. A veces, bromeaba comentando que era un hada que venía del profundo mundo de Morfeo, el dueño de las formas y los sueños. Otras, solía insinuar su relación directa con Gaia, y hablaba sobre su misión de preparar el camino para que la Gran Madre sea nuevamente aceptada en este mundo de injusticias y sufrimiento. A Antonio di Fellatio no le importaba nada de esto: sólo le parecía importante perder el tiempo junto a ella charlando.

Al día siguiente de su entrada a la Manzana Escarlata, Lennart tuvo que esperar mucho tiempo a que su Maestro dejara de distraerse con aquella mujer. Los dos no habían desistido de hablar desde el primer momento en que se vieron, y, de verdad, era algo insólito. Antonio di Fellatio tenía la costumbre de solamente hablar con aquellas personas con las que valiera la pena mantener una buena charla: reyes, seres mitológicos, dioses, y otros hechiceros; pero nunca se detenía a hablar con la primera mujer que hallara delante de las puertas de una ciudad, y menos cuando tenía que cumplir con la misión que lo había llevado hasta Constantinopla: la visita a Santa Sofía, donde contactaría con alguien realmente poderoso, y al mismo tiempo, el único con el que podía comparar sus poderes. Lennart se impacientó porque su Maestro nunca faltaría a una cita así, y menos por culpa de una mujer que tal vez al día siguiente desapareciera de su vida para siempre.

Antonio di Fellatio no había olvidado el encuentro, pero tampoco podía explicarle a su alumno que aquella era la mujer de su vida, por la que durante tantos años había rogado se cruzara en su camino y de repente, ahora estaba frente a él. No era como él esperaba, pero tampoco pensó que podría ser mejor. Ella mostraba poco interés, pero no dejaba de hablar. Podrían haber estado allí una eternidad, pero ella quebró el hechizo.

-Te esperan. Vete.

Antonio no se despidió. Simplemente se dio la vuelta y se encaminó hacía Santa Sofía. Quería encontrarse rápidamente allí con el que había pactado encontrarse cada cinco años para poder luego volver a buscar a aquella mujer, con la belleza de un Príncipe Negro, porque era única y rara entre todas las mujeres que existían en el vasto mundo que Antonio había recorrido. Lennart tuvo que hacer un gran esfuerzo para no perder de vista a su mentor mientras caminaba rápidamente entre la multitud de la ciudad. Solamente llegaba a ver una mancha verde que se movía en medio de la gente como si esta no existiera; lo hacía con tanta gracia que parecía no haber nadie más que él en las calles. Finalmente arribó hasta la imponente catedral donde estaban esperando dos hombres parados en medio de la multitud: uno con cabellos grises y ojos oscuros impenetrables como su alma vestido de rojo fuego, y el otro con veraces ojos celestes que se confunden con el gris, vestido totalmente de blanco . José Delaura se adelantó a saludarlo.

-Llegas tarde, Antonio,- comentó el hombre con acento ibérico.- no deberías hacerte esperar cuando la cita es cada cinco años.

-Es verdad José, tienes razón,- contestó di Fellatio.- pero yo tengo el honor de tener a mi favor una disculpa más que increíble.

-¿Cuál es?

-Acabo de encontrar al amor de mi vida.

Todos guardaron silencio. Lennart había llegado a tiempo para escuchar estas últimas palabras de su Maestro, y pensó que estaba mintiendo al razonar de esa manera tan precipitada. El muchacho de blanco no reveló ningún gesto que permitiera conocer qué es lo que pensaba, y José Delaura se sonrió. Él era el único que le creía y sabía que di Fellatio no podía equivocarse en ese aspecto; además, lo delataba claramente el brillo diferente en sus ojos, que no era dorado como solía ser o rojo como cuando estaba furioso.

-Me alegro por ti, Antonio, me alegro de verdad.

-No seas ingenuo, Delaura. Me enamoré de Anne.

Nadie más entendió el porqué de esa respuesta, ni siquiera José Delaura que demoró un poco en asimilar el golpe.

-¿Anne?, no te refieres a Savitri, ¿cierto?

Un brillo apareció en los ojos de Antonio.

-Como no hay dos como ella en el mundo.

Lo demás quedó en el misterio para Lennart. Los dos se citaron en el Cuerno de Oro a la hora en que la luna está en su asiento celestial. Luego llevó a Lennart hasta los muros de la ciudad y le explicó algo que nunca dejaría de lado.

-José Delaura está enamorado de Anne.

Hasta este momento, cuando los dos estaban pacíficamente conversando en el Infierno, nunca antes le había dejado ver la magnitud de aquel drama. José Delaura había conocido a Savitri en Belfast. Allí mismo él había descubierto que ella era su Otra Parte, porque esas cosas son innegables a ojos de quien conoce los Poderes del mundo. Ella fue quien lo encaminó en su gran odisea por todo el mundo al colocar bajo su tutela un niño que sería su mejor discípulo. José Delaura nunca supo porque había aceptado, pero tampoco lo cuestionó. Al contarle a su compañero de magia de aquellos tiempos lo sucedido en el encuentro con aquella mujer, Antonio carcajeó.

-No puedo creer que hayas caído tan fácilmente ante una mujer.

Pero no era una mujer cualquiera. Fue la única capaz de hacerle comprender de que el amor era lo único que satisfacía al alma de cualquier ser de este planeta. Pero tenía plena conciencia de que el amor lo haría esperar, porque era parte de su destino, y también era parte de su destino el entrenar a aquel niño sin nombre. Delaura estaba decidido a alcanzar la sabiduría a través de la libertad de entregarse totalmente a una mujer que tal vez ni lo quería.

-¿No es ilógico lo que acabas de decir?- inquirió di Fellatio.

-Sí, lo es,- contestó Delaura, inspirado por las revelaciones tan prontas del verdadero amor.- pero el amor no busca conveniencia. Cuando yo entrego mi amor, no es para que ella me corresponda con la misma cantidad de amor, porque yo le doy mi amor sin condición alguna.

-Suenas más sabio.

-No, son solo cosas que ya sabía pero que me estaban vedadas. Repentinamente es como si una cortina hubiera caído de mis ojos.

Ambos hicieron un trato. Antonio buscaría por todos los rincones del mundo a aquel que fuera merecedor de ser el único receptor de todos sus conocimientos acerca del mundo real y del invisible. Después de eso, se reunirían cada cinco años en alguna ciudad del mundo, ya coordinada en el encuentro previo a cada nueva ocasión. Los dos partieron, sabiendo que buscarían la forma de demostrar que el otro estaba equivocado en cuanto a su opinión de la magia.

Así pasaron los años para José Delaura. Llegó hasta los confines del mundo junto a su discípulo y aprendió cosas que jamás hubiera aprendido si no hubiera sido movido por aquel viaje. Los conocedores de la visión del Tercer Ojo lo honraron por sus conocimientos. Le permitieron el pase libre en la inhóspita región del valle de los dragones cercano a Myanmar. Poco a poco, su fama se fue extendiendo por cada rincón en el que hubiera buscado un poco de sabiduría; aunque no se extendía tan rápido como la de Antonio di Fellatio. Se decía que éste último había llegado a presentarse frente al gobernador de Nóvgorod, y había recibido la bienvenida cálida de los habitantes de los hielos lejanos. Él fue casi venerado como a un dios a causa de su poder y dominio sobre el fuego, el elemento más preciado para aquellos que ven la luz pocos meses al año. También había conseguido un discípulo y estaba dispuesto a convertirse en alguien mucho más poderoso que su compañero y rival, José Delaura. Tal vez no sea un motivo contundente, pero si era una buena excusa para ser alguien mejor.

La excusa de José Delaura era el repentino flechazo de amor que recibió durante aquella tarde en la tienda de libros de Bora, el hebreo . Pocas personas frecuentaban ese sitio, cosa que agradaba a José que podía disfrutar de una buena charla con los clientes exclusivos que acudían por un poco de sabiduría astral y conocimientos del mundo intangible para poder seguir viviendo. Como de costumbre, el local estaba casi vacío; solamente había una anciana al fondo de las estanterías revisando un libro con las hojas en blanco y Bora escribiendo notas sobre el aparador. Se decía que había sido un gran alquimista, hasta que perdió la malicia del mundo de tanto observar el atanor donde buscaba la Piedra Filosofal. Sus notas fueron leídas después de su muerte, y en ellas se encontraron miles de fórmulas químicas capaces de realizar los milagros más increíbles, desde impedir la llegada de la Muerte hasta un elixir capaz de transmutar cualquier sustancia en etanol o en cualquier sustancia previamente disuelta en dicho líquido. Nunca conversaba con sus clientes, ni ellos con él; nadie deseaba interrumpir el laborioso garrapatear del vendedor.

No había nada interesante, solamente un volumen raro acerca de los conjuros para invocar a la Luna, escrito por algún gitano que aseguraba ser el responsable de muchas desgracias actuales. Estaba a punto de salir de la tienda cuando ella entró: vestida de negro inclemente, como si estuviera velando a todos los muertos de alguna matanza. Tenía unos rasgos afilados, y los ojos infinitos como el cielo, con una mirada que intimidaba a todo aquel que osara verla directamente. Era lánguida, con el pelo largo negro a media espalda. No tenía unos labios sensuales, pero si unos hoyuelos que dejaron fascinados a todos aquellos que la conocieron personalmente. Ella se detuvo a observar si había algún parroquiano, y no se sorprendió al observar a aquel hombre de vestiduras rojizas frente a ella, atónito, como si estuviera viendo a la última mujer del mundo.

-¿Qué sucede? ¿Acaso tengo un par de trasgos a mi lado?- ironizó la mujer.

-No, nada de eso,- dijo el desvalido José.- solamente que encontré lo que me faltaba.

Ella lo entendió perfectamente, pero no se dejó seducir por la audacia.

-¿Qué encontraste? Espero que no sea un viejo libro de algún gitano hablador.

Se volvió loco por ella. Ambos salieron a caminar y anduvieron toda la tarde buscando algo más que simples temas banales de magia. Era un encuentro donde ambos sabían que se atraían mutuamente, pero ninguno de los dos quería dejarlo evidente. Caminaron hasta las afueras de la ciudad, donde ella se despidió.

-No te vayas, por favor.- suplicó con toda su alma. Ahora que había probado el manjar del amor a primera vista, no quería dejarlo ir tan fácilmente. Nunca había estado preparado para aquel momento, y lamentaba haber desperdiciado tantos años en aprender como dominar el viento en lugar de haberlos aprovechado en la búsqueda de la mujer de su vida, ahora en frente de él.

-Sabes que tienes que dejarme ir. Si arrancas una flor para poseerla siempre, se marchitará. En cambio, si la dejas en su lugar, ella renacerá cada primavera.

Era cierto, pero dolía. Sin embargo, antes de que José llegara a entender que es lo que estaba sucediendo, ella lo abrazó y lo besó con violencia, con pasión, con una impaciencia casi cercana al pánico. Luego lo apartó.

-Los dos sabemos que vamos a estar juntos esta noche. Simplemente no lo precipites antes de llegar a la cabaña.

José estaba cada vez más desconcertado. Se limitó a caminar a su lado, a la vez que le hablaba de la belleza repentina del mundo ahora que ella estaba a su lado.

-Vamos, no necesitas halagarme. De todas formas, fui hecha para ti.

Nunca olvidaría aquella noche. Se sintió pronto con ansias de volverse viento junto a ella y poder volar eternamente por todo el mundo, sin dejar que algo más se interponga. Se quería volver invisible y poder perseguirla para siempre, seguirla por las ciudades, los caminos, hasta que llegaran a su casa, sentarse a su lado, protegerla de noche, verla dormida y quedarse con los suspiros que se le escapaban cada vez que respiraba, cada vez que pensaba en vivir una vida con él y seguir juntos hasta que algo más fuerte que la Muerte los separara. La cabaña era infinita y a la vez el límite de su nuevo mundo. Era rústica y nueva como el amor de ellos, de amantes de toda la vida y de animales que se desesperan por acabar pronto el negocio; los dos eran más que dos cuerpos juntos, mucho más.

Y por supuesto, para demostrar lo cruel del destino, llegó ese “aquello” que los separaría: era el momento de partir. Antes de irse, ella le pidió que cuidara de aquel niño y le enseñase todo lo que sabía para así tener un heredero de toda su sabiduría y no desperdiciar todos sus conocimientos.

-¿Qué bebé?- preguntó él.

-Aquel bebé.- contestó ella, señalando hacia fuera de la cabaña.

Allá, entre los cercos de los árboles estaba una criatura abandonada. Anne se fue para no volver después de mucho, y José tomó al niño de la mano y éste la tomó sin protestar. No preguntó nada más; simplemente deseó que su amor le llegara a ella cada vez que se convirtiera en viento. La siguiente vez que la volvió a ver fue aquella fatídica mañana en Constantinopla. El niño se convirtió en su aprendiz y nunca tuvo nombre porque no podía recordar nada de su existencia antes de que José lo encontrara y mucho menos podía recordar cuáles serían sus orígenes. Ella todavía tenía esa mirada felina y no perdía aun su aura de omnisciencia.

-No pensé que te encontraría aquí, Savitri.- dijo José Delaura, con el muchacho que nunca bautizó con nombre alguno a su lado.

-No debiste hacerlo. Lo mejor es siempre tener esperanza de encontrar a tu ser amado en cualquier lugar del mundo.

José Delaura no supo que contestar. Lo único que atinó a hacer fue sentarse junto a ella y preguntarle directamente lo único que le atormentaba el alma en esos momentos.

-¿Te has enamorado de alguien más?

-Sí,- fue la respuesta seca y concisa, hiriente pero sincera.

José no quería seguir, pero tampoco irse de su lado. El mundo se acaba tan rápido con unas simples palabras o con un simple gesto, y otra pequeña acción es capaz de restaurarlo completamente.

-Escucha: ha sido muy difícil vivir lejos de ti, pero creo que fue mejor que si hubiera intentado hacer una vida estable contigo. Simplemente me hubiera muerto de aburrimiento porque yo no nací para estar atrapada entre cuatro paredes cuidando a alguien, así sea mi Otra Parte. Era pronto para todo, y ahora simplemente ya es demasiado tarde para cambiarlo.

“No quiero hacerte daño, pero tampoco se lo puedo hacer a él. Sé que lo acabo de conocer, pero te diré que a su lado he sentido lo mismo que experimenté cuando te conocí, en aquella tienda de Belfast. No creí que fuera posible volver a encontrar el amor en otra persona, pero lo hice, y ahora estoy más confundida por el hecho de reencontrarte.”

José Delaura ya no sentía molesto. Tampoco se sentía triste o alegre; simplemente vacío. No sentía nada que pudiera sacarlo del abismo donde ahora se encontraba: el destino había decidido que los dos amigos, los dos rivales, los dos compañeros se enamorarían de la misma mujer y que ésta les correspondería. Ella no estaría jugando con ellos, simplemente no podría evitar los misteriosos designios de los dioses.

-Antes era una mujer que venía de una tierra quemada, una niña de triste mirada. Dejé de serlo cuando te conocí, y volver a verte algún día fue lo que mantuvo en pie para seguir adelante. No quiero que pienses que lo que digo es sólo para que me quieras. José Delaura no continuó. Simplemente la besó en la frente y se fue. Sabía que ella seguiría en la ciudad, porque, al parecer, no tenía dinero para salir de ella y ofrecía sus dones sibilinos. No volteó a verla, porque ella también sabía que él tenía la obligación de decidir cuál sería el siguiente paso.

II Parte. Nieve. 1.6

Centrémonos ahora en un personaje que viene muy a cuento porque es de vital importancia conocer su papel en los trágicos hechos que tres años antes originaron la causa de este relato misceláneo. Viste una túnica del color del agua en reposo que armoniza perfectamente con sus celestes ojos. A su paso deja un grabado en la gente, una memoria, un vano recuerdo que poco a poco se difumina como la letra en la roca; sin embargo, lo más obvio de él es el tenue resplandor ambarino en sus pupilas, tan confuso que serviría para reconocerlo en cualquier parte del mundo. Es tanta la autoridad que inspira esa mirada un poco malvada, un poco cansada, que la naturaleza misma se le rinde y le permite el dominio del albedrío del elemento más vital de todos, aquel que nos vio nacer y aquel que nos acompaña indefectiblemente toda nuestra vida: el agua. Es pues Lennart, ya que este es su nombre, un dominador de elementos, un hechicero muy poderoso. Su mentor fue Antonio di Fellatio, aquel que hizo a la tierra girar en sentido contrario solamente para que el sol permaneciera un par de horas más en su asiento celestial . Ambos viajaron a través del mundo buscando la sabiduría infinita, tratando de hallar la receta exacta para terminar de conocer todos los misterios del Universo y aunque el Universo no tenga límites eso no le importaba a Antonio di Fellatio porque el tenía algo que le faltaba a José Delaura para ser muy poderoso: ambición. Porque di Fellatio tenía una gran avidez de poder Lennart tuvo al instructor más duro de todos, tan duro que miles de veces estuvo cercano al profundo e irremediable abismo de la muerte. Sufrió durante toda su vida al lado de aquel hombre vestido de color verde y gran contextura física que le daba sin pedir nada a cambio una gran fuente de poderes. La vida de Lennart era ir de aquí para allá aprendiendo cada vez más y descubriendo los misterios del mundo junto a su maestro, hasta que este último decidió retirarse de este mundo y dejarlo solo. Fue cuando Lennart, agotado de una vida tan agitada desde los ocho o nueve años, ya no se acordaba, decidió volver a su tierra querida, allá en la gélida región más allá de los Cárpatos. Pero cuando pasó por cierto pueblo cercano a la ruta a Berito conoció la historia más triste que había escuchado hasta aquel momento. Pocos no se han dejado conmover por la corta vida de Deydra, inclusive el forastero ya se había dejado conmover por ella como vimos anteriormente. Lennart no fue insensible a la bella dama del agua y decidió preservarla del olvido en el que estaba quedando en aquel fin del mundo, así que con todo su poder logró mover las aguas como alguna vez Dios ayudó a su pueblo pero no solamente las separó sino que las trasladó, mudó todo el lago de Deydra hacia un bosque perdido en un reino que no resaltaba en los negocios del mundo mágico. Desde ese momento, Deydra quedó bajo la custodia del hechicero de túnica azul quien solamente se dejó distraer una vez, desviando su mirada del agua solamente un momento y cayendo para siempre en la cruel agonía del amor. Es que ustedes no la conocen, pero los que conocemos a Helena sabemos que es imposible resistirse a su febril encanto de inocencia y conocimiento bien mezclados. Helena fue la causa de que Lennart decidiera luego dejar a Deydra sola, de que decidiera salir al mundo a buscarla, a recuperar a su amada, de regresar a su amor. El rechazo es algo muy fuerte, la ruptura con un ser muy querido siempre deja una marca y Lennart no podía aceptar que alguien como él dependiera de repente del pobre recuerdo de su bella Helena. Deydra esperó un día, una semana, y muy pronto se dio cuenta de que tal vez nunca más volvería a ver al hombre que la rescató de aquel paraje desértico donde creyó encontrar el amor.


jueves, 22 de mayo de 2008

II Parte. Nieve. 1.5

Ville es un ángel, bella música del alba. Es la nieve al caer sobre el mar, cuando el hielo quema y el viento hiela. Lucía era parte de él y a pesar de eso el forastero nunca había llegado a admitir que estuviese enamorado de ella.

Ella seguía recorriendo el mundo en busca de Ville, el ángel que la impulsó a llevar esta vida. Para renacer de nuevo, para empezar una nueva vida o existencia, porque ella no conocía el concepto exacto de vida aplicado a un ser de juventud eterna como ella, tenía que encontrarlo para poder así apaciguar la duda, para saber que fue de él, la luz de los primeros amaneceres de este mundo, el que la miró y la cautivó. Ella vigila los mares, los bosques y las ciudades, rastrea el mal, lo persigue hasta encontrar su origen en algún espíritu malvado insignificante que fácilmente ella encarcela en el limbo infinito destinado a retener las existencias corrompidas por el pecado, o cuando se pone fea la situación los destruye como solamente se puede destruir a un ser inmortal, dominando su voluntad y doblegándola, y aún así no tiene la culpa de a veces dejar escapar alguno que otro demonio a pesar de saber perfectamente de que los canales del infierno no dan tregua, no toman prisioneros, y no buscan nada, sólo la destrucción de nuestros cuerpos, nuestras naciones y nuestras almas. Pero no desiste de buscarlo en medio de esta eternidad, aquí volando y al mismo tiempo pensando. Siempre supo que ella había nacido para volar, pero el forastero no supo hasta que la conoció que había nacido para seguirla. Así como ella buscaba incansablemente a Ville, el forastero la perseguía. Él pensaba en ella y ella estaba ausente y a pesar de todo él seguía allí, con Lucía oprimida en su corazón. Ella era ajena a todos los demás, ni Helena, ni siquiera Lennart y mucho menos el Príncipe Agadir habían despertado en ella interés alguno a pesar de ser personajes muy singulares cada uno, con una influencia en su historia tan fuerte que muy pronto su existencia giraría en torno a ellos y a su triángulo amoroso. A veces pensaba en el forastero, y aunque casi todo el tiempo evitaba hacerlo, una vez que él estaba a su lado desistía de todo intento y se dejaba llevar por el momento.

Singular criatura esta que niega su propia voluntad por aparentar ser un espécimen superior a aquel que está siempre en su pensamiento. No es vanidad, no confundamos eso, no es más que vano y simple orgullo. Es sencillamente un camino largo que algún día la vio caminar, en medio de una verde pradera que ahora es de cenizo color extraño a su naturaleza desde que la tierra fue creada. Lucía se dirige hacia el resto de la frontera con el mundo a través de un prado donde algún día peleó el Príncipe Agadir contra diez sombras. El forastero le contó la hazaña una vez que ellos escucharon una referencia del hecho de los labios de Bruno Vieri, el músico ambulante. Como ángel, Lucía no tiene el don del libre albedrío y sin embargo a veces sus pensamientos no son guiados por nadie sino que ella misma los dirige. ¿O no es así?

Como toda criatura, Lucía ha dudado ya en algún momento de nuestro Dios, el gran creador. Era irrazonable que alguien que es omnibenevolente sea a la vez todopoderoso. Si es capaz de todo significa que también podía hacer el mal, y si no lo hace significa que no es todopoderoso. Escuchó esta discusión en la boca de algunos mortales iluminados que aseguraban conocer la naturaleza de aquel “ser” a quien todos definíamos como Dios, sin saber ellos que Dios es todo menos un ser. Aquellos suelen alegar que Dios les concede a los seres humanos el libre albedrío para poder elegir entre el mal del mundo; lo malo es que ese argumento no sirve para explicar el mal en la naturaleza que como todos sabemos no actúa por razonamiento o elección sino que simplemente es, así que, ¿de verdad Dios es bueno?

Dios es omnisciente. Él ya sabía desde el comienzo lo que le iba a suceder a Ville.

¿No pudo haberlo evitado?

Tal vez no. Quizá era necesaria la perdición de uno de los hijos de la luz para dar comienzo a la rueda infinita de tragedias y aventuras que empezarían en la tierra a partir de aquella rebelión a la que Ville apoyó porque sino, ¿qué hubiese sucedido durante los siguientes mil años?

Nada.

¿Acaso es razón valedera para permitir que alguien sufra? ¿Qué tipo de dios es este que consiente el dolor y el mal en sus criaturas?

Probablemente algo más nos espera.

He vivido más de mil eras en este planeta. He visto su primer amanecer y también los primeros pasos de aquellas criaturas que se hacen llamar los amos de la creación. Fui testigo del descubrimiento de la rueda y de las armas. El ser humano es el único ser que elige por su propia destrucción, ¿por qué Dios no evita todo este dolor? Él puede hacer de este Universo algo mejor.

Pero no lo hace...

No creo que valga la pena causar tanto dolor, inclusive aunque esté dentro de algún plan cósmico que viene realizándose desde hace miles de años. He visto a su Hijo descender del cielo y plantarse en carne humana solamente para enseñarnos el camino hacia las puertas de su morada. ¿Valió la pena acaso? Es cierto que ahora hay miles sacrificándose en su nombre pero, ¿acaso un Dios misericordioso querrá el sacrificio de miles de vidas humanas solamente para instaurar una religión única que al fin y al cabo no es necesaria?

Piénsalo bien antes de juzgar. El Hacedor de todas las cosas debe de tener un motivo, un móvil para haber creado todo el cosmos, no es metódico el crear algo que va a originar no solamente miles sino millones de posibilidades de acontecimientos exclusivamente por simple aburrimiento.

Pero, ¿y si fuera ese el caso?

Date cuenta que estás yendo por el mismo camino que Aquel que cuestionó por primera vez a Nuestro Señor. La luz más bella se preguntó también porqué nos había creado. ¿Quieres acaso intentar otra sublevación?

Sería estúpido el solo soñarlo. Además, no tendría seguidores, no habría un ejército ni alguien como Ville apoyándome para obtener el trono celestial.

No lo creas. Hay cientos en busca de poder, hay miles que colaborarían en cualquier plan que vaya por el poder universal y sobre todo, no es necesario que tengas apoyo: eres el ángel con mayor experiencia de toda la creación. Eres la única criatura de la luz que ha vivido en medio de las sombras sin ser manchada por ellas, eres la única capaz de encarar al que mancilló el mundo con su malicia, aquel por el que los humanos fueron expelidos del Edén.

El dominio de la creación no me interesa, no me haría más feliz simplemente me haría más vacía. Cada día lo viviría con miedo de perder el poder que obtendría en caso de ganar.

¿Y Dios no tiene miedo de perderlo también?

Esas cosas no se preguntan.

¿Por qué?, ¿acaso aún le debes obediencia a alguien que le negó la entrada a tu bien amado? Si Él sabía todo lo que iba a pasar desde que lo creó, ¿por qué no lo evitó?, ¿es acaso este dios tuyo alguien a quien le debas respeto después de todo lo que ha hecho?

Soy un ángel. Fui creada para servirlo no importa lo que pase.

Al igual que Ville y Lucifer.

-Silencio.- La voz que habló no era ni de Lucía ni de Dios. Era alguien más poderoso que asistía a la conversación. Era simplemente la Voz.

Los ángeles no tenemos derecho a opinar (continuó Lucía, aunque asustada de la Voz). Los ángeles carecemos del don de la libertad, somos esclavos de la voluntad del Señor porque así nos creó. Así somos felices porque cumplimos con nuestra misión en el mundo, desempeñamos todas las tareas que Él nos asigna y lo adoramos con todo nuestro ser.

¿De verdad? Entonces explícame acerca de la decisión de Ville de convertirse en un caído. ¿Fue una orden del Señor o tuvo la opción de elegir?

Todo esto es en vano. Nunca voy a poder responder esa pregunta por más que intente saber la verdad. Siempre tendré el tormento de la duda dentro de mí, ¿no podré algún día separar todas estas ideas de mi cabeza?

Recuerda: el que no duda peca de soberbia.

Ya no sé si estoy para pensar en los pecados que he cometido. Muchas veces pienso que lo que más me atormenta son todos estos pensamientos insulsos que no me llevan a ninguna parte. Déjame en paz, necesito un descanso.

Entonces Aquello se fue. Lucía se apaciguó y volvió a pensar en el forastero. Ya no le sorprendía hallarse a sí misma pensando en él porque sabía que todo era sin malicia y sobre todo porque no había nada de malo en pensarlo. Tal vez él esté pensando en ella.

Y fácilmente podemos asegurar que sí lo está haciendo.


sal x encima del hombro

Este artículo lo encontré mientras hacía mis tareas (ya saben cuanto se relaciona la informática con la superstición juju)

Se trata de un Comportamiento (no tan) Inexplicable que entra dentro de la categoría de las supersticiones, y que como todas ellas, siempre me han resultado curiosas. No el acto en sí (tocar madera, esquivar una escalera), sino el origen de ese comportamiento. Todo tiene un origen y admito que me pierde la curiosidad con el “por qué” de las cosas, y si se trata de comportamientos humanos reflejos ya ni os cuento.
En fin, al tema.
No sé si alguna vez habéis visto como tras tumbar accidentalmente un salero y derramar algo de sal, la persona en cuestión pizca algo de sal derramada y la echa por encima de su hombro izquierdo... ¿no? Vale, retrocedamos a la época de nuestros abuelos o bisabuelos.

En este comportamiento subyacen dos creencias; una supersticiosa y otra mágica. Me diréis "es lo mismo", pues sí, la magia es un tipo de superstición, como la religión, pero los matices son diferentes. La primera es que derramar sal trae ‘mala suerte’ y la segunda que la sal es un repelente contra demonios (ni más ni menos) o energías negativas. La mezcla de ambas no la tengo yo muy clara, pero echar la sal sobre el hombro terminó siendo la solución a los posibles problemas de mala suerte por haberla derramado.

Analicemos el primer precepto ¿por qué mala suerte por derramar la sal? Antiguamente, y con antiguo me refiero a la época romana, la sal era un bien muy preciado. La sal era necesaria en Roma como conservante y como antiséptico para desinfectar heridas y tenía una gran importancia religiosa y social. Así que entiendo la paranoia que podía generarse entre la población cuando se le caía a uno el saquito de sal por el suelo, que por cierto, era como se pagaba en la época a los legionarios romanos que vigilaban la “Vía Salaria”; de ahí la palabra salario. De hecho era un suplemento a su sueldo (sueldo es lo que se cobra fijo y está negociado): el “salarium argentum” (agregado de sal). Tema de que se te ericen los pelos de la nuca cuando se derrama sal, listo; que el sentimiento haya durado 2500 años es lo que sorprende (obviamente convertido en superstición, que parece algo que le chifla a la especie humana). Segundo punto: ¿y eso de alejar demonios con la sal? Pues aquí el tema está más complicado, como todo en el mundo esotérico, pero al parecer (es una versión) la podredumbre de los alimentos se le achacaba a los demonios o malos espíritus o llámalos energías negativas. Y la sal, como es sabido, servía de conservante, uséase, alejaba a los malvados seres que querían jodernos en dos días el pescado que tanto nos había costado pescar. Si se caía el saco, tarro, o recipiente que fuese que contenía tal maravillosos elemento, se creía que era obra de un demonio que nos la quería jugar (como siempre el ser humano escurriendo el bulto y achacando todo lo bueno o la malo a factores e intervenciones ajenas a nos; a ver cuándo maduramos y asumimos que las cosas “pasan”, en fin). Así que echas un poco de sal sobre tu hombro izquierdo para ahuyentarlo. ¿Retorcido? No lo creo. Lo que siempre me ha hecho gracia es cómo con el paso del tiempo se ha simplificado la superstición, de origen tan mágico-religioso, a un simple acto reflejo que no tiene ningún significado real para nosotros hoy en día. Hemos perdido el sentimiento del acto pero no el acto en sí. Eso es retorcido.

Si le preguntas a alguien por qué se ha bajado de la acera en vez de pasar por debajo de la escalera del tío de Telefónica igual te suelta, tratando de racionalizar su acto, que “por si me cae algo encima”. En realidad subyace un comportamiento condicionado por la sociedad y originado cientos de años atrás.

Para los interesados el artículo original se encuentra en:

http://lunesmaldito.blogspot.com

miércoles, 21 de mayo de 2008

II Parte. Nieve. 1.4

Los hechos que permanecen en tu memoria se convierten luego en tu propia realidad. El forastero solamente recordaba la sensación de fuego y hielo, fuego porque sintió como si el hielo le quemase la piel. No supo cuanto tiempo estuvo dormido, solamente que alguien lo levantaba en sus brazos y lo llevaba a algún lugar donde todo era violeta. Al abrir los ojos nuevamente se encontró en un mundo ficticio: todo era purpúreo. Creyó marearse por los tonos irreales y luego se dio cuenta que tenía todo el cuerpo entumecido. Alrededor suyo había un par de carpas levantadas en torno a una fogata. Una par de hombres acomodaban unas espadas y otros tantos se alejaban para buscar algo. De un pañuelo nació un hombre imponente como el mismo cielo, la autoridad se veía en su aura y el dolor en su cara. Su ropa era más oscura que la de los demás guerreros pero también daba una impresión de mayor fortaleza, y luego de unos instantes reconoció al hombre que el mismo encontró a las puertas del Niflheim un año atrás a punto de morir. Por alguna razón del destino ahora era el príncipe Agadir quien lo salvaba de morir congelado.

-Buen día forastero. Un poco más y no salías de esta.

El forastero se levantó con dificultad y sueño. El ruido del mundo se había ido para siempre en aquella pradera púrpura hasta el final. Una frazada roja lo cubría y nadie más que el príncipe parecía percatarse de su existencia. El príncipe se sentó frente a él, al otro lado de la hoguera. Lo miraba divertido, casi como si lo reconociese pero aún preguntándose de donde. El joven rostro del príncipe, tal vez unos cuantos años mayor que él, le inspiraba una total y sincera confianza. Entonces intentó hablar pero se dio cuenta de que su lengua también estaba adormecida así que esperó un poco más. Cuando habló, el príncipe lo escuchó con calma y serenamente le explicó lo poco que sabía, casi nada en verdad.

-Es sencillo, hace un mes una nevada repentina cubrió todo el mundo.

-Todo el reino querrá decir,- corrigió el forastero.

-No hombre, todo el mundo de verdad.

La verdad era más asimilable que la nueva tonalidad violácea de las cosas. Según las noticias de los pocos emisarios que no habían perecido bajo el manto púrpura, la mayoría de las regiones estaban iguales o peor que aquella aldea donde estaban sentados. Según algunos reportes muchos puertos desaparecieron y ciudades enteras quedaron bloqueadas por todos sus accesos. Al príncipe Agadir y a su guardia personal la fuerte nevada los había atrapado cuando estos regresaban de Belfast de una misión muy importante. Ahora intentaban regresar a la capital de su reino pero casi todos los caminos estaban cerrados o simplemente ya no existían, por eso es que ahora estando tan al sur encontraron por alguna razón aquel hombre tirado en la alfombra morada. Lo anómalo de la situación era que cuando levantaron al hombre vieron tierra después de varias semanas, estaba debajo de él. Era como si aquel individuo hubiese caído antes que la nieve y que simplemente en aquel sitio no hubiese nevado más que unos pocos centímetros.

Luego de que el forastero escuchó al príncipe, éste le ordenó acompañarlos hasta la capital para asegurarse de que no sucumbiera nuevamente bajo el inclemente clima. El forastero aceptó gustoso, y no dudó en responder con la verdad cuando al día siguiente ya lejos de aquella aldea el príncipe Agadir le preguntara acerca de su identidad.

-Yo soy el que no tiene nombre.

Axel creyó que era un disparate empezar a anunciarse así pero igual escuchó todo el relato. Aquel joven que no aparentaba más de veinte años decía ser el único aprendiz de José Delaura, el añejo benefactor de Andalucía. En algún momento, en algún lugar cercano a Belfast, José Delaura conoció a la única persona capaz de cambiar su vida. ¿Pero será realmente algo relevante en nuestro infrecuente relato? Más tarde veremos que es algo fundamental entender el porqué las personas aprecian esas cosas pequeñas que para otros son simples tonterías.

Entre tanto, el Príncipe Agadir escuchaba con tanto entusiasmo como idea que tenía de las cosas que mencionaba aquel muchacho de blanco ausente entre tanta nieve violácea. A veces lamenta estas miles de faltas pero el Príncipe Agadir no puede hacer más, no es el ser perfecto que todos creen que es. Muchos lo creen un guerrero de dos metros capaz de enfrentar a veinte hombres y salir campante sin dar queja alguna de la pelea. Otros tanto lo ven como un hombre tal vez no pacifista pero siempre dispuesto a evitar los disturbios. Es guerrero por naturaleza pero a grandes costos, tantos que miles de veces se sintió caer y desfallecer para no poder seguir: en la Galia Vijei, el cazador de la Muerte, casi le mata solamente para atraer a Thanatos cerca de ellos; en Zerstören su ejército casi es diezmado por la imprudencia de un general que quiso enfrentar a Lucifer mismo; y por no dar mayor alcance a este relato no hace falta recordar que Axel sobrevivió al invierno eterno de Niflheim. Pocas personas le han preguntado alguna vez como se siente y él siempre ha respondido lo mismo.

-Igual que ayer.

No es una respuesta en el sentido estricto de que resuelva nuestras dudas porque cada vez que alguien intentaba saber como se había sentido el día anterior, Axel rehuía el tema de la misma manera que su prometida Helena rehuía contar sus secretos.

Eran tal para cual. Helena buscaba alguien como Axel y ella era el tipo de persona con quien deseaba pasar el resto de sus días. Ella era su ángel de la guarda, la que siempre pensaba en él, la que le daba aliento de vida incluso en las situaciones más exasperadas, aquella con la que siempre podría contar. Los príncipes llevaban ya casi dos años de compromiso cuando conocieron la prueba que tal vez los terminaría por hacer separar para siempre: Helena conoció a Lennart.

Nadie conoce lo que dice el libro del destino porque si lo hubiera sabido en algún momento Lennart mismo se hubiera encargado de arrancar las páginas que mencionaban su encuentro con la bella princesa hija del Rey Gonzalo. No es que el encuentro fuera origen de un caos cósmico como en realidad lo fue, sino que además involucró a personajes que no venían a cuento dentro de un final que está destinado a cumplirse de todas formas. Después del fatídico encuentro con Lennart, Axel desapareció del reino y volvió solamente con una consigna en su mente: volver a tomar a Helena de la mano pero ahora como su marido y ella convertida en su mujer. Claro, nadie había vuelto a ver a Helena desde la aparición de Reigynleif sobre la plaza de la capital, cosa que volvía más difícil el encuentro entre los dos esposos. Axel no desistía y comenzó a buscarla en todo lugar: desde el comienzo del continente negro allá cerca a la Ciudad de los Inmortales hasta las gélidas tierras que le dieron origen algún día. Luego comenzó a buscar a la valquiria Reigynleif para averiguar por fin dónde estaba su amada pero fue en vano ya que, ¿quién sabe la localización de una valquiria? Le hablaron acerca de un viejo bibliotecario que conocía los secretos de Asgard de labios de su único visitante mortal. La gente decía que vivía en retiro en su pequeña tienda de libros allá en la lejana ciudad de Belfast, así que el Príncipe Agadir no perdió el tiempo y se puso en camino inmediatamente. Cuando llegó, encontró sólo restos de hojas y vidrios rotos; al parecer había alguien que no quería que un conocimiento de los tantos del viejo Bora llegase al vulgo. Ya sin esperanza de encontrar a su amada, Axel tomó el camino de regreso hacia el reino que no solamente le daba cobijo, sino que también algún día le había dado amor. En esto estaba cuando lo sorprendió la nevada multicolor. Inmediatamente comenzó a acelerar para llegar lo más antes posible al reino cuando se encontró con aquel chico botado en medio de la nieve. Era nada más que una mancha blanca en medio del manto violáceo. Al parecer su relato iba a tomar días y Axel hace mucho ya que había perdido el hilo así que se levantó y dijo “Forastero, acompáñame a mi reino. Allí encontrarás albergue y comida”. Muy agradecido, el forastero aceptó la invitación y se puso en camino junto a la escolta real.