lunes, 19 de mayo de 2008

II Parte. Nieve. 1.1

Nieve


En medio de la lluvia va un hombre único en el mundo y desgraciadamente irrepetible. El globo de agua del tiempo se acaba de romper y riega todo con feroces caídas de agua. Su única misión es sonreír al morir. A veces recuerdo sus primeros pasos y me duele tanto que su capa se le moje andando. Su edad es incierta así como su origen y naturaleza. Tal vez nos limitemos a conjeturas de su pasado; tal vez juntos descubramos la verdad acerca de este personaje tan atractivo que nos acompañará desde este punto de la historia hasta que su encanto nos seduzca por completo. Tiene guantes negros únicos, con bordados a los costados y un extraño bosquejo en el reverso de la palma. Sus ojos albicelestes resaltan claramente de la extraña túnica blanca que lo cubre de pies a cabeza, adornada con un discreto dibujo en la espalda que asemeja el sello de agua de un dragón de oro.[F1] Su voz encandila mas no su rostro, joven pero no bello. Sus pasos son largos y rápidos inclusive en medio del lodazal que se va formando conforme la lluvia prolonga su duración. Sabemos que en algún momento de su largo caminar obtuvo aquel rarísimo espejo que cuelga de su cinto; una bella pieza de joyería aunque intrigante a la vez, ¿qué uso le podría dar un trotamundos como el nuestro a aquel frágil espejo? Su nariz respingada atrae cada vez más aire a los fuertes pulmones por efecto del cansancio y sin embargo su mente tenía la firme decisión de caminar hasta donde el alma le diera. El ruido del agua cayendo le traía vagos recuerdos de juegos conmigo y una isla con forma de escorpión. Su pelo es negro absoluto como el de una cueva sin vestigios de luz. Hay que pensarlo mejor, ¿es este el gran personaje que buscamos? Sí, aunque dé muchas dudas en apariencia. No obstante parezca un joven sin victorias ni experiencia podemos asegurar que tiene la expresión de quien no conoce secreto alguno. Y es verdad. No se pasa tres años en vano perdido en una biblioteca infinita y menos aun si es el gran depósito de todo el conocimiento universal. En su pensamiento estaban tres: ella, Lennart y Lucifer. Lucifer está en su cabeza porque su misión inmediata es encontrar un medio para poder aplacar los poderes del mal que se han extendido a niveles inimaginables en las últimas semanas. Piensa en Lennart porque ahora tiene que detener al furioso hechicero de destruir la misma tierra de la princesa Helena. Y no hace falta explicar porque piensa en ella, porque para él no es necesaria una excusa para tenerla en el pensamiento; ella misma era Su Pensamiento.

La conoció hace mucho una mañana que no llovía buscando un corazón que no quiere ligar su voluntad a un hogar ni desear algo que no se merecía. Todo esto lo dijo bajito a la sombra de un árbol. Él iba pensando que iba a hacer ahora que su maestro se había ido de este mundo. Ella reposaba dulcemente harta de volar. Él pensaba que era un final y a la vez un comienzo, no sabía de dónde venía ni a dónde llegaría con tremenda tristeza en el alma. La vio a lo lejos, era esbelta y su aura límpida como solamente en ciertos niños se puede apreciar. Vestía sobriamente un pálido amarillo en un traje que parecía ser hecho de una misma tela sin ninguna costura. Curioso. Ahora el silencio es imperante y él parece haber encontrado la respuesta a la pregunta que jamás osó plantear. Ella no ha reparado en su presencia porque está distraída recordando el día de la creación de aquellos mismos árboles, de aquella misma región. Su pelo negro va hasta casi media espalda curveando ágilmente los bellos hombros y los seductores pechos de la muchacha. No es necesario que se levante para ver que su estatura es mayor que la promedio lo cual le da mayor realce a su figura bien proporcionada. Su mirada es dulce y reposada y sus movimientos son como de la gente que baila todo el día, ágiles y bien coordinados. Sus ojos tienen un color rojo lívido. El forastero se acerca a ella y pregunta lo único que lo intriga de ella.

-¿Qué eres tú?

Sus ojos lentos se dirigen con calma hacia él y lo examinan; no hay ningún problema, éste no es malo, así que puede contestar.

-Soy la presencia que ustedes los humanos llaman ángel.

Él le creyó.

Ambos caminaron juntos durante muchos días. Ella para romper la tediosa rutina de su búsqueda sin fin y él porque no estaba acostumbrado a estar solo. Dicen que un ángel no se ve a menudo y él la tenía siempre a su lado. Ella le contó de una antigua rebelión que acabó con la armonía del Cielo. Le habló de lo bello que es vivir entre inmortales tratando de engañarse a sí misma pero no lo logró. Si es tan bueno vivir así, ¿por qué estás aquí? Le preguntó él un día. Y ella contó por primera vez algo que nunca antes había confesado.

“Yo soy criatura del amor de Nuestro Señor. Éramos tantos y lo encontré. Su nombre era Ville y era una de las luces más fuertes del cielo. Era el encargado de registrar la mayoría de las labores en el Registro, pero nunca llegó al honor que ahora posee Metatrón como es el ser Escriba Universal[F2] . Lo conocí el mismo día que nació Lucifer, la luz más bella de todas las jamás creadas[F3] . Los dos miramos el mismo atardecer en un lugar donde siempre es de día. Piénsalo bien antes de quererme, me dijo y yo lo conteste que no habría nada mejor que un poco más de amor en el Paraíso. Nos enamoramos. Nunca sabré decir que me gustó de él ni que cosa vio en mí pero tenía la leve sensación de que el Señor nos había creado el uno para otro. Era algo totalmente inaudito, en realidad nunca se había mencionado en esa época que podría existir un amor diferente al de Nuestro Padre. Te lo juro, el nuestro fue el primer amor del mundo. Y por ser algo diferente, y por parecer los dos como aturdidos y distraídos de nuestras obligaciones es que los demás nos juzgaban mal y algunos hasta aseguraban era un delito ante los ojos de Dios. Pero, ¿quién puede asegurar que amor alguno es pecado para Dios? Ni siquiera nosotros sus primeros hijos lo hemos visto. A veces escuchamos su voluntad comunicando sus decisiones a través de nuestra voz interior, pero sabemos que Él está con nosotros todo el tiempo porque Él es todo y nosotros somos parte de su Amor. Su Alma soy yo y Ville es mi amor. Era tanto el tiempo que parecía acabarse a cada instante y vivimos como si a cada segundo se acabase el mundo. Los demás ángeles nos reprochaban excepto uno. Y aunque faltaban cosas por hacer, de repente la calma se rompió.

“Hubo uno que se levantó en contra de Mi Padre. Era justamente el más bello, el más fuerte, el más cercano a Él. Porque Lucifer pensó que podía ser Dios, porque pensó que era superior y debería derrocar a aquel proyecto de gobernante es que decidió armar un ejército enorme, una hueste de inmortales. Era el mismo que estaba a favor de nuestro amor, era el mismo que prometía a muchos otros poder sobre el débil planeta que acababa de ser creado con la perfección de la obra celestial: un ser mortal que sufría, que era débil y que según el Señor era su mayor logro. Muchos se cuestionaban, ¿por qué Nuestro Padre tendría más cariño por unas criaturas débiles que finalmente terminan muriendo?

-¿Has encontrado la respuesta a eso?- le interrumpió el joven en medio del relato.

-No, pero algún día lo haré.

“De todas formas- continuó ella inmutable,- en un atardecer o de madrugada, ya no estoy segura, Lucifer convenció a Ville de que la única forma de que su amor fuera aceptado era peleando contra el reglamento establecido, es decir, contra el Señor. Exhaustiva fue su lucha contra los razonamientos de mi fiel Ville quien finalmente acabó cediendo a sus ruegos. Pronto se forjó fama entre los ángeles rebeldes no como el segundo de Lucifer sino como el de su mayor confianza. Inútilmente lo busqué por todo el Cielo, en vano traté de hallarlo para evitar que cometiera alguna locura pero ya todo estaba consumado: los insurrectos acababan de ser expulsados a la Tierra. Presencié todo en último momento, no llegué al campo de batalla a tiempo y solamente pude ver su estela dorada abandonando el Paraíso para siempre.

“Quise ser el sueño que jamás ocurriría. Deseé tanto el fin y el regreso, la aniquilación y la enmienda. Si alguna vez recuerdo que es lo que pensaba en aquel momento podría explicarme el porqué salté, el porqué renuncié a la Gloria Eterna. No me arrepiento, pero extraño la luz original de mi Creador. Era la desesperación, era el nunca más volver a ver a la única razón para ser feliz en un lugar donde la felicidad y la luz son abundantes. Era un segundo, eterno para mí y perecedero a la vez, tenía que decidir en seguir a Ville o verlo alejarse de mi vida para siempre.

Todo esto había sido dicho en un mismo tono. Aquella bella muchacha que no aparentaba tener la edad del Universo no había dejado revelar sentimiento alguno ni en su rostro ni en su voz. Pero el forastero sabía con total seguridad que en aquel momento ella debía estar muy triste al recordar todo aquello, y lo podía asegurar por la tremenda pausa que ella tomó en ese instante del relato.

-Mi búsqueda ha sido infructuosa. Indagué por todos los rincones, presencié la historia de tu raza y descubrí secretos que el Creador dejó dispersos por todo el mundo acerca de su naturaleza. Aunque ahora lo conozco mucho mejor que cuando el mundo era nuevo es ahora cuando las preguntas se incrementan y se hacen más profundas. Su voluntad es un misterio, así como sus designios y sus maneras.

“Encontré durante mi viaje a muchos de los caídos. Todos habían oído hablar de Ville, el más cercano a Lucifer no por su poder sino porque le fue el más fiel. Pocos lo recordaban de manera nítida pero ninguno me indicó su paradero. Uno por uno intentó poseerme, podridos por el mórbido deseo de la carne humana, contaminados de la maldad de la misma raza inferior que pretendían destruir. Tuve que defenderme y poco a poco aprendí el arte de la defensa. Hubo algunos que no quisieron hablarme, a aquellos tuve que obligarlos, y Dios me bendijo. Sería su sierva en la Tierra, su mazo contra el mal de los caídos. Ahora cazo demonios por orden del Señor del Universo, al mismo tiempo que busco a mi amado Ville, perdonado pero no hallado.

Tiene que ser pecado revelar tu corazón de la forma en que el forastero lo hizo. Escuchó impávido todo el relato, participando de la vida de aquel ángel que ahora encendía su alegría sin saber por qué, porque desde que la había visto su corazón se encontró intranquilo y en paz a la vez, porque no dijo nada cuando ella acabó el relato pero no fue necesario porque lo leyó en sus ojos, y los ojos del forastero decían “déjame amarte y libérate en paz” de la misma manera que alguna vez sus ojos le habían dicho lo mismo a Ville. Ella se asustó, aunque tampoco dejó translucir este sentimiento.

He visto a las hojas cayendo de un árbol balancearse ligeramente y caer aparte. Así se apartó ella de su vida, después de compartir con él el resto del día. Silencio. Se calló el aire y dejó salir versos sin sonido, caricias sin contacto, porque los dos se quisieron aquel ya lejano día como si él tuviera todo el tiempo del mundo y ella como si fuese mortal. Aunque se sintió liberado pronto el forastero se sintió prisionero de la cárcel de su alma. Ella sería su sol, su razón y él un bello recuerdo para ella porque después de que se marchara a continuar su misión por el mundo recordaría a aquel joven de túnica blanca como un suspiro audaz en medio de su soledad ahogada en el ahora vago recuerdo de Ville.

Su nombre es Lucía, es bella desde siempre y para siempre.



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