jueves, 22 de mayo de 2008

II Parte. Nieve. 1.5

Ville es un ángel, bella música del alba. Es la nieve al caer sobre el mar, cuando el hielo quema y el viento hiela. Lucía era parte de él y a pesar de eso el forastero nunca había llegado a admitir que estuviese enamorado de ella.

Ella seguía recorriendo el mundo en busca de Ville, el ángel que la impulsó a llevar esta vida. Para renacer de nuevo, para empezar una nueva vida o existencia, porque ella no conocía el concepto exacto de vida aplicado a un ser de juventud eterna como ella, tenía que encontrarlo para poder así apaciguar la duda, para saber que fue de él, la luz de los primeros amaneceres de este mundo, el que la miró y la cautivó. Ella vigila los mares, los bosques y las ciudades, rastrea el mal, lo persigue hasta encontrar su origen en algún espíritu malvado insignificante que fácilmente ella encarcela en el limbo infinito destinado a retener las existencias corrompidas por el pecado, o cuando se pone fea la situación los destruye como solamente se puede destruir a un ser inmortal, dominando su voluntad y doblegándola, y aún así no tiene la culpa de a veces dejar escapar alguno que otro demonio a pesar de saber perfectamente de que los canales del infierno no dan tregua, no toman prisioneros, y no buscan nada, sólo la destrucción de nuestros cuerpos, nuestras naciones y nuestras almas. Pero no desiste de buscarlo en medio de esta eternidad, aquí volando y al mismo tiempo pensando. Siempre supo que ella había nacido para volar, pero el forastero no supo hasta que la conoció que había nacido para seguirla. Así como ella buscaba incansablemente a Ville, el forastero la perseguía. Él pensaba en ella y ella estaba ausente y a pesar de todo él seguía allí, con Lucía oprimida en su corazón. Ella era ajena a todos los demás, ni Helena, ni siquiera Lennart y mucho menos el Príncipe Agadir habían despertado en ella interés alguno a pesar de ser personajes muy singulares cada uno, con una influencia en su historia tan fuerte que muy pronto su existencia giraría en torno a ellos y a su triángulo amoroso. A veces pensaba en el forastero, y aunque casi todo el tiempo evitaba hacerlo, una vez que él estaba a su lado desistía de todo intento y se dejaba llevar por el momento.

Singular criatura esta que niega su propia voluntad por aparentar ser un espécimen superior a aquel que está siempre en su pensamiento. No es vanidad, no confundamos eso, no es más que vano y simple orgullo. Es sencillamente un camino largo que algún día la vio caminar, en medio de una verde pradera que ahora es de cenizo color extraño a su naturaleza desde que la tierra fue creada. Lucía se dirige hacia el resto de la frontera con el mundo a través de un prado donde algún día peleó el Príncipe Agadir contra diez sombras. El forastero le contó la hazaña una vez que ellos escucharon una referencia del hecho de los labios de Bruno Vieri, el músico ambulante. Como ángel, Lucía no tiene el don del libre albedrío y sin embargo a veces sus pensamientos no son guiados por nadie sino que ella misma los dirige. ¿O no es así?

Como toda criatura, Lucía ha dudado ya en algún momento de nuestro Dios, el gran creador. Era irrazonable que alguien que es omnibenevolente sea a la vez todopoderoso. Si es capaz de todo significa que también podía hacer el mal, y si no lo hace significa que no es todopoderoso. Escuchó esta discusión en la boca de algunos mortales iluminados que aseguraban conocer la naturaleza de aquel “ser” a quien todos definíamos como Dios, sin saber ellos que Dios es todo menos un ser. Aquellos suelen alegar que Dios les concede a los seres humanos el libre albedrío para poder elegir entre el mal del mundo; lo malo es que ese argumento no sirve para explicar el mal en la naturaleza que como todos sabemos no actúa por razonamiento o elección sino que simplemente es, así que, ¿de verdad Dios es bueno?

Dios es omnisciente. Él ya sabía desde el comienzo lo que le iba a suceder a Ville.

¿No pudo haberlo evitado?

Tal vez no. Quizá era necesaria la perdición de uno de los hijos de la luz para dar comienzo a la rueda infinita de tragedias y aventuras que empezarían en la tierra a partir de aquella rebelión a la que Ville apoyó porque sino, ¿qué hubiese sucedido durante los siguientes mil años?

Nada.

¿Acaso es razón valedera para permitir que alguien sufra? ¿Qué tipo de dios es este que consiente el dolor y el mal en sus criaturas?

Probablemente algo más nos espera.

He vivido más de mil eras en este planeta. He visto su primer amanecer y también los primeros pasos de aquellas criaturas que se hacen llamar los amos de la creación. Fui testigo del descubrimiento de la rueda y de las armas. El ser humano es el único ser que elige por su propia destrucción, ¿por qué Dios no evita todo este dolor? Él puede hacer de este Universo algo mejor.

Pero no lo hace...

No creo que valga la pena causar tanto dolor, inclusive aunque esté dentro de algún plan cósmico que viene realizándose desde hace miles de años. He visto a su Hijo descender del cielo y plantarse en carne humana solamente para enseñarnos el camino hacia las puertas de su morada. ¿Valió la pena acaso? Es cierto que ahora hay miles sacrificándose en su nombre pero, ¿acaso un Dios misericordioso querrá el sacrificio de miles de vidas humanas solamente para instaurar una religión única que al fin y al cabo no es necesaria?

Piénsalo bien antes de juzgar. El Hacedor de todas las cosas debe de tener un motivo, un móvil para haber creado todo el cosmos, no es metódico el crear algo que va a originar no solamente miles sino millones de posibilidades de acontecimientos exclusivamente por simple aburrimiento.

Pero, ¿y si fuera ese el caso?

Date cuenta que estás yendo por el mismo camino que Aquel que cuestionó por primera vez a Nuestro Señor. La luz más bella se preguntó también porqué nos había creado. ¿Quieres acaso intentar otra sublevación?

Sería estúpido el solo soñarlo. Además, no tendría seguidores, no habría un ejército ni alguien como Ville apoyándome para obtener el trono celestial.

No lo creas. Hay cientos en busca de poder, hay miles que colaborarían en cualquier plan que vaya por el poder universal y sobre todo, no es necesario que tengas apoyo: eres el ángel con mayor experiencia de toda la creación. Eres la única criatura de la luz que ha vivido en medio de las sombras sin ser manchada por ellas, eres la única capaz de encarar al que mancilló el mundo con su malicia, aquel por el que los humanos fueron expelidos del Edén.

El dominio de la creación no me interesa, no me haría más feliz simplemente me haría más vacía. Cada día lo viviría con miedo de perder el poder que obtendría en caso de ganar.

¿Y Dios no tiene miedo de perderlo también?

Esas cosas no se preguntan.

¿Por qué?, ¿acaso aún le debes obediencia a alguien que le negó la entrada a tu bien amado? Si Él sabía todo lo que iba a pasar desde que lo creó, ¿por qué no lo evitó?, ¿es acaso este dios tuyo alguien a quien le debas respeto después de todo lo que ha hecho?

Soy un ángel. Fui creada para servirlo no importa lo que pase.

Al igual que Ville y Lucifer.

-Silencio.- La voz que habló no era ni de Lucía ni de Dios. Era alguien más poderoso que asistía a la conversación. Era simplemente la Voz.

Los ángeles no tenemos derecho a opinar (continuó Lucía, aunque asustada de la Voz). Los ángeles carecemos del don de la libertad, somos esclavos de la voluntad del Señor porque así nos creó. Así somos felices porque cumplimos con nuestra misión en el mundo, desempeñamos todas las tareas que Él nos asigna y lo adoramos con todo nuestro ser.

¿De verdad? Entonces explícame acerca de la decisión de Ville de convertirse en un caído. ¿Fue una orden del Señor o tuvo la opción de elegir?

Todo esto es en vano. Nunca voy a poder responder esa pregunta por más que intente saber la verdad. Siempre tendré el tormento de la duda dentro de mí, ¿no podré algún día separar todas estas ideas de mi cabeza?

Recuerda: el que no duda peca de soberbia.

Ya no sé si estoy para pensar en los pecados que he cometido. Muchas veces pienso que lo que más me atormenta son todos estos pensamientos insulsos que no me llevan a ninguna parte. Déjame en paz, necesito un descanso.

Entonces Aquello se fue. Lucía se apaciguó y volvió a pensar en el forastero. Ya no le sorprendía hallarse a sí misma pensando en él porque sabía que todo era sin malicia y sobre todo porque no había nada de malo en pensarlo. Tal vez él esté pensando en ella.

Y fácilmente podemos asegurar que sí lo está haciendo.


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