viernes, 23 de mayo de 2008

II Parte. Nieve. 1.6

Centrémonos ahora en un personaje que viene muy a cuento porque es de vital importancia conocer su papel en los trágicos hechos que tres años antes originaron la causa de este relato misceláneo. Viste una túnica del color del agua en reposo que armoniza perfectamente con sus celestes ojos. A su paso deja un grabado en la gente, una memoria, un vano recuerdo que poco a poco se difumina como la letra en la roca; sin embargo, lo más obvio de él es el tenue resplandor ambarino en sus pupilas, tan confuso que serviría para reconocerlo en cualquier parte del mundo. Es tanta la autoridad que inspira esa mirada un poco malvada, un poco cansada, que la naturaleza misma se le rinde y le permite el dominio del albedrío del elemento más vital de todos, aquel que nos vio nacer y aquel que nos acompaña indefectiblemente toda nuestra vida: el agua. Es pues Lennart, ya que este es su nombre, un dominador de elementos, un hechicero muy poderoso. Su mentor fue Antonio di Fellatio, aquel que hizo a la tierra girar en sentido contrario solamente para que el sol permaneciera un par de horas más en su asiento celestial . Ambos viajaron a través del mundo buscando la sabiduría infinita, tratando de hallar la receta exacta para terminar de conocer todos los misterios del Universo y aunque el Universo no tenga límites eso no le importaba a Antonio di Fellatio porque el tenía algo que le faltaba a José Delaura para ser muy poderoso: ambición. Porque di Fellatio tenía una gran avidez de poder Lennart tuvo al instructor más duro de todos, tan duro que miles de veces estuvo cercano al profundo e irremediable abismo de la muerte. Sufrió durante toda su vida al lado de aquel hombre vestido de color verde y gran contextura física que le daba sin pedir nada a cambio una gran fuente de poderes. La vida de Lennart era ir de aquí para allá aprendiendo cada vez más y descubriendo los misterios del mundo junto a su maestro, hasta que este último decidió retirarse de este mundo y dejarlo solo. Fue cuando Lennart, agotado de una vida tan agitada desde los ocho o nueve años, ya no se acordaba, decidió volver a su tierra querida, allá en la gélida región más allá de los Cárpatos. Pero cuando pasó por cierto pueblo cercano a la ruta a Berito conoció la historia más triste que había escuchado hasta aquel momento. Pocos no se han dejado conmover por la corta vida de Deydra, inclusive el forastero ya se había dejado conmover por ella como vimos anteriormente. Lennart no fue insensible a la bella dama del agua y decidió preservarla del olvido en el que estaba quedando en aquel fin del mundo, así que con todo su poder logró mover las aguas como alguna vez Dios ayudó a su pueblo pero no solamente las separó sino que las trasladó, mudó todo el lago de Deydra hacia un bosque perdido en un reino que no resaltaba en los negocios del mundo mágico. Desde ese momento, Deydra quedó bajo la custodia del hechicero de túnica azul quien solamente se dejó distraer una vez, desviando su mirada del agua solamente un momento y cayendo para siempre en la cruel agonía del amor. Es que ustedes no la conocen, pero los que conocemos a Helena sabemos que es imposible resistirse a su febril encanto de inocencia y conocimiento bien mezclados. Helena fue la causa de que Lennart decidiera luego dejar a Deydra sola, de que decidiera salir al mundo a buscarla, a recuperar a su amada, de regresar a su amor. El rechazo es algo muy fuerte, la ruptura con un ser muy querido siempre deja una marca y Lennart no podía aceptar que alguien como él dependiera de repente del pobre recuerdo de su bella Helena. Deydra esperó un día, una semana, y muy pronto se dio cuenta de que tal vez nunca más volvería a ver al hombre que la rescató de aquel paraje desértico donde creyó encontrar el amor.


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