jueves, 22 de mayo de 2008

sal x encima del hombro

Este artículo lo encontré mientras hacía mis tareas (ya saben cuanto se relaciona la informática con la superstición juju)

Se trata de un Comportamiento (no tan) Inexplicable que entra dentro de la categoría de las supersticiones, y que como todas ellas, siempre me han resultado curiosas. No el acto en sí (tocar madera, esquivar una escalera), sino el origen de ese comportamiento. Todo tiene un origen y admito que me pierde la curiosidad con el “por qué” de las cosas, y si se trata de comportamientos humanos reflejos ya ni os cuento.
En fin, al tema.
No sé si alguna vez habéis visto como tras tumbar accidentalmente un salero y derramar algo de sal, la persona en cuestión pizca algo de sal derramada y la echa por encima de su hombro izquierdo... ¿no? Vale, retrocedamos a la época de nuestros abuelos o bisabuelos.

En este comportamiento subyacen dos creencias; una supersticiosa y otra mágica. Me diréis "es lo mismo", pues sí, la magia es un tipo de superstición, como la religión, pero los matices son diferentes. La primera es que derramar sal trae ‘mala suerte’ y la segunda que la sal es un repelente contra demonios (ni más ni menos) o energías negativas. La mezcla de ambas no la tengo yo muy clara, pero echar la sal sobre el hombro terminó siendo la solución a los posibles problemas de mala suerte por haberla derramado.

Analicemos el primer precepto ¿por qué mala suerte por derramar la sal? Antiguamente, y con antiguo me refiero a la época romana, la sal era un bien muy preciado. La sal era necesaria en Roma como conservante y como antiséptico para desinfectar heridas y tenía una gran importancia religiosa y social. Así que entiendo la paranoia que podía generarse entre la población cuando se le caía a uno el saquito de sal por el suelo, que por cierto, era como se pagaba en la época a los legionarios romanos que vigilaban la “Vía Salaria”; de ahí la palabra salario. De hecho era un suplemento a su sueldo (sueldo es lo que se cobra fijo y está negociado): el “salarium argentum” (agregado de sal). Tema de que se te ericen los pelos de la nuca cuando se derrama sal, listo; que el sentimiento haya durado 2500 años es lo que sorprende (obviamente convertido en superstición, que parece algo que le chifla a la especie humana). Segundo punto: ¿y eso de alejar demonios con la sal? Pues aquí el tema está más complicado, como todo en el mundo esotérico, pero al parecer (es una versión) la podredumbre de los alimentos se le achacaba a los demonios o malos espíritus o llámalos energías negativas. Y la sal, como es sabido, servía de conservante, uséase, alejaba a los malvados seres que querían jodernos en dos días el pescado que tanto nos había costado pescar. Si se caía el saco, tarro, o recipiente que fuese que contenía tal maravillosos elemento, se creía que era obra de un demonio que nos la quería jugar (como siempre el ser humano escurriendo el bulto y achacando todo lo bueno o la malo a factores e intervenciones ajenas a nos; a ver cuándo maduramos y asumimos que las cosas “pasan”, en fin). Así que echas un poco de sal sobre tu hombro izquierdo para ahuyentarlo. ¿Retorcido? No lo creo. Lo que siempre me ha hecho gracia es cómo con el paso del tiempo se ha simplificado la superstición, de origen tan mágico-religioso, a un simple acto reflejo que no tiene ningún significado real para nosotros hoy en día. Hemos perdido el sentimiento del acto pero no el acto en sí. Eso es retorcido.

Si le preguntas a alguien por qué se ha bajado de la acera en vez de pasar por debajo de la escalera del tío de Telefónica igual te suelta, tratando de racionalizar su acto, que “por si me cae algo encima”. En realidad subyace un comportamiento condicionado por la sociedad y originado cientos de años atrás.

Para los interesados el artículo original se encuentra en:

http://lunesmaldito.blogspot.com

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