
Mi nombre es Favio Náquira y estoy enamorado (o entrevezado o confundido u obsesionado) de la misma esencia de la humanidad. Soy un alma que enferma cada vez que la injusticia se acerca y lucha por un mundo mejor sin saber cómo, sin saber que va a lograr.
Muchos de ustedes no me conocen y otros saben por redundancia de que les voy a hablar: y es que contar de mí es también hablar de ella (en general, no una en particular, sino siempre la misma niña que alimenta los vicios de poemas y orgasmos sin sentido: todas y a la vez una) la que me mantiene escribiendo sin comprometerme en nada. Soy crudo para muchos, toísta para otros y descremado para la mayoría. Soy romántico sin necesidad de pintar un letrero en mi frente y a la vez sarcástico como Chandler, paciente y frenético como las buenas canciones de Metallica, aplicado y desganado como el buen Arjona.
Sufro de tormentos diarios, a veces la muerte que flota sobre mi cama o a veces los profesores que se engríen en unos y discriminan a otros. Detesto el dinero a más no poder (así perdí una chica muy importante, aunque ella haya dicho que no eran los regalos yo lo sé) y amo la música como Orfeo a su bella Eurídice. No puedo dormir de costado y tengo una grave afección al corazón (en todo sentido)
Tengo una vida a media paga, una deuda grandísima con el instituto y cientos de ayunos a medias malográndome el hígado con hamburguesas y salchiconos. He leído todos los libros que hay en mi casa y ahora me presto de todas las personas que puedo ya que mis ojos no pueden estar ociosos. No lo mencioné: uso lentes como todos en mi familia y a pesar de eso soy el de la mejor visión. Sigo tratando de encontrar la palabra exacta y no puedo definirme, no puedo ver el cuadro porque estoy adentro del marco.
Fanático de Borges y creyente de Quino, mi rey es mi voluntad, mi guía la (in)moralidad y poco a poco termino con más ceros en mi clase. Tengo muchas palabras atragantadas aquí como el último te quiero a la chica que aún tiene mi cruz, o la flor que escondí atrás de la puerta de la señorita de la belleza perfecta porque me acobardé o de lo mucho que te quiero y no me atrevo a visitarte porque me da miedo perder más de lo que ganaría. Creo que existe alguien para cada quien y creo que tú te mereces un mundo y que mi mundo no va a bastar. Venderé mi corazón para comprarte caramelos de limón y una tarjeta post-feriado y de soundtrack: il postino. Acompáñame a quererte hasta que las palabras lleguen, hasta que la inspiración regrese, hasta que de tanto quererte me vuelva escritor y tú bestseller.
Sufro de tormentos diarios, a veces la muerte que flota sobre mi cama o a veces los profesores que se engríen en unos y discriminan a otros. Detesto el dinero a más no poder (así perdí una chica muy importante, aunque ella haya dicho que no eran los regalos yo lo sé) y amo la música como Orfeo a su bella Eurídice. No puedo dormir de costado y tengo una grave afección al corazón (en todo sentido)
Tengo una vida a media paga, una deuda grandísima con el instituto y cientos de ayunos a medias malográndome el hígado con hamburguesas y salchiconos. He leído todos los libros que hay en mi casa y ahora me presto de todas las personas que puedo ya que mis ojos no pueden estar ociosos. No lo mencioné: uso lentes como todos en mi familia y a pesar de eso soy el de la mejor visión. Sigo tratando de encontrar la palabra exacta y no puedo definirme, no puedo ver el cuadro porque estoy adentro del marco.
Fanático de Borges y creyente de Quino, mi rey es mi voluntad, mi guía la (in)moralidad y poco a poco termino con más ceros en mi clase. Tengo muchas palabras atragantadas aquí como el último te quiero a la chica que aún tiene mi cruz, o la flor que escondí atrás de la puerta de la señorita de la belleza perfecta porque me acobardé o de lo mucho que te quiero y no me atrevo a visitarte porque me da miedo perder más de lo que ganaría. Creo que existe alguien para cada quien y creo que tú te mereces un mundo y que mi mundo no va a bastar. Venderé mi corazón para comprarte caramelos de limón y una tarjeta post-feriado y de soundtrack: il postino. Acompáñame a quererte hasta que las palabras lleguen, hasta que la inspiración regrese, hasta que de tanto quererte me vuelva escritor y tú bestseller.

Quiero quererte para no querer perderme de nuevo
que el Paraiso sólo se presenta una vez en la vida
(esa, cuando toco tu puerta y sales sonriente..)
que el Paraiso sólo se presenta una vez en la vida
(esa, cuando toco tu puerta y sales sonriente..)