jueves, 26 de noviembre de 2009

De Lima y el amor

Imaginen una ciudad cualquiera, perdida hace cincuenta años en lujos innecesarios y una sociedad aristocrática en decadencia. Sitúenla en el mejor sitio del Pacífico y mezclen todas las razas del mundo: desde los negros del salvaje África hasta los chinos perdidos en busca de restaurantes nuevos, contando a los gringos con autos poderosos y a los italianos negociantes hábiles. Imaginen un nombre de fruta, un nombre repetitivo y sencillo, que casi simboliza a la ácidez de esta ciudad con tanta corrupción del alma y pobladores desenfadados dispuestos a todo por su propio bienestar sin pensar en el prójimo. ¿Lo dijiste? Si, se trata de Lima, la horrible.

Es fácil notar cuando una ciudad se divide, lo hace por el límite de distrito, por una autopista de ocho vias o por diferencia en la arquitectura de las casas: Lima ahora mismo se encuentra dividida en dos zonas por dos grandes leyendas vivientes: Carita y Tirifilo.

Tirifilo es un hombre recio de casi dos metros, negro y con pelo crespo de mulo, con unos brazos capaces de destrozarle el cuello a un caballo. Ha dominado su zona desde siempre, desde que se dió cuenta que era hombre y que tenía derecho a pelear todo lo que la vida le negó: familia, dinero, respeto y amor. Huérfano de nacimiento, Tirifilo luchó día a día por el alimento y la vivienda, muchas veces de forma honrada ayudando en alguna obra de construcción o bien robando y asaltando con cuchillo, el arma que usó desde siempre y que marcaría luego su destino. Se convirtió pronto en el más bravo de toda la zona a la muerte de Tatán, el legendario Robin Hood que repartía a los marginados su botín y que siempre caminaba con terno y mocasines bien lustrados. Muchos lo siguieron y pronto Tirifilo consiguió una mujer hermosa: Rosaura. Fue la razón de su vida, por ella compró una casa y dejó de beber tanto, le dió una hija hermosa como la madre y se sintió feliz, siendo respetado como el gran matón que era y con una mujer que lo amaba.

Todo lo contrario a Carita. Más joven, más apuesto e impulsivo, Carita era elegante y veloz. Manejaba la chaveta que da miedo y se ligaba a todas las germas de la ciudad. Andaba con una y con otra y para defenderse de los maridos despechados es que aprendió a usar el puñal. Era esta misma habilidad la que usaba para ejecutar sus robos a bancos, incluso peleando contra policias armados hasta los dientes él les daba cara con su chaira y zaz, asaltos perfectos sin una sola cicatriz. (Justamente por eso le llamaban así, por el rostro tan bien cuidado y el cuerpo inmaculado, sin trofeos de batalla.)

Como es el mundo lleno de coincidencias terribles. Yoko Ono fue el origen del fin y Megadeth nació de la división de Metallica. Cuantas veces hemos visto el destino de dos héroes de leyenda similares chocando por cosas banales ante los dioses, en este caso el amor. Y es que un día caminando por la Avenida Arequipa es que le gritaron cachudo a Tirifilo y este volteó con el rostro en ascuas y preguntó quien era el mierda.

Pues el Carita se la está levantado siempre, respondieron.

Fue el acabose. Tirifilo no escuchó razones y salió a buscarlo; malditas casualidades de la vida, misma canción de Arjona la encontró con él sentados en un bar tomados de la mano. Carita saltó al ver tremendo negro enfurecido como toro pero no se equivoquen, no saltó de miedo sino para tomar impulso. Ambas miradas se encontraron en el aire en el preciso momento en que la chaveta de Carita se revelaba y el puñal efestiano de Tirifilo intentaba alcanzarlo.

Gotas de sangre en el suelo, Carita cayó perfecto y Tirifilo se cogió el cuello.

Triunfante y feliz, Carita se levantó lentamente sin fijarse que el monstruo detrás suyo aún tenía energía, ¡y cuánta! Tirifilo lo cogió de un brazo y lo mandó a volar, rompiendo una mesa y dos sillas, al tiempo que empinaba contra él y lo molía a golpes y a puñaladas en el suelo. Carita recibía impávido todos los golpes mortales en el costado y sentía como sus pulmones se llenaban de agua, ¿o sería su propia sangre? Lo único que atinaba a hacer era cubrirse su rostro, su tan maldito rostro que atraía mujeres y en este caso la única que le estaba vedada, la Rosaura, la mujer del negro ese de la Victoria que mataba caballos con sus propias manos.

Allí quedó el cadáver. Lo último que hizo Tirifilo fue desfigurarlo mientras la policia intentaba frenarlo. Allí no quedó nada que recordar de Carita, y Tirifilo entre los brazos de los gendarmes recibió de golpe la noción de la vida: que cada destino humano está tallado en piedra e importa solamente para un momento, un instante único en la vida en el que no importa lo demás, en el que somos el centro del universo y tenemos el poder de destruir o crear nuevos destinos. El resto de la vida son hechos que causan ese instante o son efecto de ese único momento.

Lo que queda son palabras.



Epílogo

Según Don Felix Humberto Velásquez, Tirifilo murió quemado en la cárcel por sus propios compañeros, ex-amigos de Carita. Según mi padre, Antonio Náquira, lo mataron las policias mujeres que Carita se 'levantó' El nombre de la mujer escapa a la memoria de mis fuentes así que intenté uno digno del personaje causante de la trama.

7 comentarios:

Osmar dijo...

woooo muy bonita historia, aunque la historia daba para mas muchísimo mas!!!

salu2!

Jud dijo...

Desde siempre (y creo que hasta el final de los días) el mundo siempre se va a dividir en dos (siempre me gustaron los más finales posibles... me dan tregua a imaginar diferentes cosas).


Faaaaaaavio ¿podrías parar de dejarme con una sonrisa tonta en la cara como por 40 segundos después de leer tus comentarios? La verdad eres genial, no sé como haces que con unas palabras un día malo sea mejor :) Te agradezco por estar siempre ahí, comentándome, aun sin conocerme. Me gustan mucho tus comentarios, me hacen sentir bien! Espero que a ti te vaya todo muy bien, que te lo mereces :) (qué raro que separados por un oceáno a veces crea que estás aquí a mi lado... qué curioso).

feliiiiiiiz finde :)

María dijo...

wow! me encanta la historia... pero la descripción de Lima me fascina, que crudeza, mon die! ahora tengo ganas de visitar Lima, la horrible :)

Diario de nuestros pensamientos dijo...

fascinante historia...

Call me Juliet dijo...

Qué historias tan emocionantes que me dejas leer siempre!! ^^
me encantas =)

María dijo...

me ha hecho sonreir tu comentario, pero creo que el problema está en que las hay que no sabemos enamorarnos bien... no buscamos ni un príncipe ni nada en concreto, simplemente pasa y terminas suspirando, no por un principe, sino por el dragón o algo así, el que sea el malo de la historia... XD

PD: Vas a ver a Metallica?!! Los últimos trabajos son bastante flojos, pero aunque solo tocasen un par de temas del Master(por ejemplo) merece la pena... que lo disfrutes!! =)

TheFirstDick dijo...

Mi estimado Favio, debo reconocer que tienes vena literaria por la forma como describes ésta historia; sin embargo hay algo que deberías tomar bastante en serio y esto es, la veracidad de la historia. Si se tratase de una historia que nació de los comentarios del populacho, se podría aceptar un poco de ficción para acentuar y dar más colorido al relato, pero en este caso en particular, no cabe usar ficción por cuanto fue un hecho verídico que está registrado en los periódicos de la época, e inclusive hay una canción, y un relato de nuestro escritor Ciro Alegría, quién entrevistó en el penal al sobreviviente de este enfrentamiento, quién
por cierto, te aclaro, no fue Tirifilo sino Carita. El relato se llama Duelo de Caballeros, allí podrás alcanzar información más real de lo sucedido. Ten más cuidado en lo posterior. Saludos.