
Ella se cubre el rostro sin saber que más hacer al ver al tico acercarse y todo se desvanece. En realidad no pierde la conciencia pero se siente ingrávida y de la nada aparece en los brazos de alguien a cinco metros del accidente [donde ella estaba parada]
Es el chico del bombón.
-¿Estás bien?
Y mucha gente comenta como aquel joven la salvó de ser aplastada y de que hacen bonita pareja, seguro la conoce, mire usted como ella le habla natural, ¿y que tal si es de esas regaladas que quieren acostarse con todo hombre que las impresiona? mire usted bien, la señorita parece recatada y de buena familia...
Pero ella no escuchaba nada, ni las especulaciones de esa tía espesa ni la defensa de ese anciano tan caballero, sólo existia el sonido que rodeaba a aquel joven de veintitantos.
-El otro día te fuiste tan rápido..
-Que no supiste si darme las gracias o desconfiar del confite ese, ¿no?
Demonios, un sabelotodo.
Llega la ambulancia y los curiosos como cuervos pueblan la escena pero nadie existe, sólo ella y su sabelotodo. Miradas masturbadas los siguen como los sobrevivientes de un cataclismo, como la última pareja del mundo.
...
-¿Cuál es tu nombre?
-Gabriel, pero se supone que no debería estar aquí.
-¿Por qué?
-Tú eres coherentemente feliz y yo estoy interrumpiendo eso.
...
-Entonces, ¿por qué estás aquí?
-No podía dejar que borrasen la luz más brillante del Universo.
Y siguió en la ciencia de su lengua revelando verdades celestiales que para Sofía eran simplemente versos. Escuchaba su voz y el mareo la mataba, era el olor a sangre cercano, la presión del accidente, la voz del escogido, su aura, su pelo, todo en él era perfecto pero ella estaba turbada, asustada, confundida, pensando en que había aparecido justo en el momento exacto, pensando no, no es justo para nada perder la ocasión, ésta, una ocasión alegre y sin embargo con un herido saliendo en camilla y él hablando del destino y que no debe acercárseme y ¿cómo demonios sabe que soy coherentemente feliz? esta pregunta y un factor incógnito que le hizo perder el tiempo y el dominio de su mundo y empezó a vomitar y Gabriel, tan inocente de los padecimientos humanos observó sin atinar a limpiarla o aliviarla o qué demonios hacer.
...
Es que la ignorancia también existe en los seres celestiales.

...
-Carajo Ale, se fue.
-Tranquila, más me preocupa que estes bien.
-Creo que lo estoy.
-Entonces calmate. Al menos lo volverás a ver, ¿no prometió eso?
-Sí, lo prometió.
Y apretó más la prueba de embarazo que tenía en el bolsillo. Justo cuando encuentra al chico misterioso, justo cuando se cuestiona su vida.