sábado, 25 de octubre de 2008

recuperando el mandil de mi madre

Ahora no tienes excusa ni para enfermarte, ni para quejarte y mucho menos para morirte. De tí depende que él (dijo señalándome) sea un obrero o un gerente.



Repasemos ciencia y religión en vano. Acumulemos "conocimiento" cuando en realidad acumulamos libros en un rincón que nunca volveremos a leer pero que nos gusta lucir frente a las visitas. Ese no es el sentido de la vida del que pronto hablaremos en futuras entradas. Hoy tuvimos que aguantar lágrimas y conocernos realmente, porque a pesar de vivir con ellos 19 años no lo conozco nada.


-La plata escasea tu sabes,- comentó, aunque todos sabemos eso.
-Si pues, tenemos que verlas verde para salir adelante pero todo va a salir bien. Nos arreglamos con préstamos de vez en cuando pero allí estamos. No somos clientes morosos ni nada por el estilo, solamente una vez tuvimos que prestarnos una cantidad fuerte...
Y allí otra vez el viejo cuento del accidente de mi padre. Yo estaba aburrido, había perdido la tarde entera solamente para conocer a la familia de mi padre. Mi tía Luz era simpática y su esposo, Orlando era un ejemplo. Me sorprendió desde el comienzo su inteligencia para manejar las frases y manipular pensamientos, sabía que era un tipo de cuidado pero nunca sospeché cuanto iba a influenciar en todos.
-Entonces Antonio, ¿le escapaste a la flaca?
-Sí,- dijo mi padre.- Ese accidente fue bravo.
-Pero has tenido varios más,- agregó Luz o Clara, no estoy seguro de cuál es el nombre de mi tía. - ¿No te acuerdas de la vez en que tomaste essa botella?
Mi padre creció sus primeros años en la casa familiar. Sus primas lo cuidaban a él, a su hermano Mariano y a mi tía Clotilde. Un día su padre dejó una botella con una especie de ungüento para los zapatos, no entendí claramente esa parte del relato por el dejo de limeña de mi tía; lo que si sé es que mi padre gateando y buscando como todo bebé se la pasó curioseando cuando encontró dicha botella y la tomó. Luego lo encontraron morado en el suelo y con espuma en la boa.
El doctor Velarde dijo que no viviría. Todos esperaban tristemente la ida de este inocente, el cuál no entendía porque se sentía mal y mucho menos porque le dolía la barriga. Así que se esforzó por evitar el dolor y al día siguiente estaba bien.
No fue la única vez claro que mi padre le escapó a la pelona. Cuando fueron al parque de diversiones con todos sus amigos de barrio, uno de ellos lo empujó y mi padre se golpeó en un juego parecido a la samba. Casi pierde la nariz y la vida. Me dicen que anduvo meses con un tajo de lado a lado de la cara y que podía levantar su piel y mostrar el hueso. Otra vez caminaba cerca a una fogata apagada con un recipiente de gasolina cuando una chispa pequeña saltó. Mi padre de quince años en ese momento vió como su mano se encendía así que rápidamente arrojó el contenedor de gasolina lejos, lo más lejos que pudo. Ese fue su error. Luego vió como el aire se encendía a su alrededor y prontó como su pecho y su rostró le quemaban hasta morir.
-Pero tú no produces queloides, suertudo.- Sentenció Orlando.
No sabía ese lado de la vida de mi padre ni tampoco sus frustaciones dentro de la milicia y como se luchaba la vida. Pronto entramos al tema de la familia y la sociedad.
-Yo antes tenía que vivir de todo. Hijo (me dijo), mi error más grande fue creer que yo podría solucionar los problemas en mi casa. Y me refiero a los problemas económicos.
Claro que yo si voy a solucionarlos. Acabaré Tecsup y conseguiré trabajo. Pronto reuniré dinero para pagar mi deuda y poder ayudar...
-Es que tú nuca vas a poder solucionarlos. ¡Entiéndelo!
Orlando entró al ejército para cumplir con el servicio militar. Pronto acabó y se metió a la universidad pero la abandonó. ¿Y porqué? Proque quería apoyar su familia económicamente. ¿Y cómo se hace plata fácilmente en nuestro querido Perú? O con familiares envarados o metiéndose a una de las profesiones abusivas. En este caso, Orlando se metió a la Policía.
Siendo comando A1 del Servicio de Inteligencia, cargando una 38 hacía todo mecánicamente. Tuvo compañeros que REALMENTE querían ser policías por vocación. Era él y unos pocos pelaghatos más los que querían dinero y tal vez ese fue su error. Trabajaba por cumplir, no significa que hiciese su trabajo mal, sino que no lo hacía sonriendo. Perdió varios años allí hasta que se dió cuenta que no ayudaba como quería. Encontró al volver, a su hermano borracho perdido en una cantina de mala muerte mientras su madre iba a sacarlo de los pelos mientras los otros dos hermanos comían pollos y gustitos todos los días. Era un caos.
Miles de cosas pasaron antes de que sentará un poco cabeza. Un buen día lo llamó el Rector de la Católica y le pidió que por favor se bajase al maldito aprista infiltrado en la Universidad que había empezado la huelga porque la primera huelga en la Católica fue allí por los ochentas cuando mi tio se infiltró en la Cato diciendo que le había traido la comida a su hijito epiléptico.
Fue directo a la oficina del Rector. Inmediatamente llamó al Fiscal y le dijo lo más flikeante que le podrían decir.
-Estoy a punto de entrar a la oficina de los huelguistas y ustede es responsable de su vida. Esto es una grabación y quedará registro si ustede no se hace responsable.
A continuación comenzó a bajarse la puerta.
Fue así como el Rector le dijo que lo becaba para toda una carrera. Es era el momento pero mi tío dijo, gracias señor, pero tengo cosas que hacer.
-Fue el egoismo juvenil hablando. Fue mi ego el que me impidió avanzar en ese momento, era MI MOMENTO y no lo tomé. Fue solamente a los 42 años cuando decidí volver a la Universidad y retomar lo perdido. Fue entonces cuando me di cuenta de que hay tiempo para estudiar y hay tiempo para trabajar y ayudar. Yo intercambié los tiempos y mientras ayudaba a mi familia mis hermanos ya eran doctores o ingenieros. Malgasté mucho pero lo recuperé. Yaqui, ¿cuántos años tienes?
-Cuarenta y uno,- dijo mi madre.
-Pues vuelve a la U a los 45.
Mi madre negó un poco pero sabíamos que era la pereza. Mi madre, la de las mejores notas, la chica excelencia que perdió su último año por el capricho de un profesor.
-Yaqui, deberías explotar esa indignación. Debes preparar tu venganza porque sólo así vas a obtener tu destino. Tú estabas destinada a ser doctora. ¡Te robaron tu mandil y tú te dejaste! Puedes dar mil excusas, eso siempre pasa, incluso puedes decir que te enamoraste pero sabes que la decisión fue tuya y solo tuya. Tienes que vengarte y graduarte. Debes indignarte. Debes retomar lo que te fue arrebatado, aquello que era tuyo. Mira, ellos (nosotros, Duz y yo) te van a apoyar. Si los quisiste, si los cuidaste ellos van a ser gerentes y te van a sacar adelante. De la crianza y el apoyo que tú y Antonio les den depende su futuro porque en las manos de ellos está su vejez. Sería inútil si ellos se adelantan. Hijo (me dijo), especializate que Tecsup no te va a servir para siempre, obtén otro diploma de más peso y cásate viejo. Cásate cuando ya seas profesional porque allí ya sabes escogerlas mejor. Lo mismo va para tí hija. No te cases con un ...
-¿Un qué?- dijo mi hermana.
La verdad no recuerdo que nombre dijo pero sólo mis padres y él entendieron por lo que dí como que era un galán antiguo, MUY ANTIGUO.
-Ojos verdes, rubio, alto y que sepa inglés. No te cases hija, date tu lugar y luego buscas marido, no antes. Los diplomas pesan bastante hoy en día y dan una gran ayuda. Elijan bien y estudien, que 10 años de sufrimiento en una Universidad serán luego una vida de comodidad. Recuerden que su madre va a apoyarlos y luego ustedes tienen que ayudarla a recuperar su mandil porque de aquí a diez años su madre tiene que estar vestida de blanco...

La gente que me conoce sabe que no soy nada influenciable. No creo en conferencias ni frases impactantes pero esta charla me chocó bastante. Hoy me pongo la mano al pecho y me digo que no descansaré hasta lograr un título mayor al de Tecsup. Me voy a esforzar mucho y voy a recuperar el mandil de mi madre. Lo juro...

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