jueves, 4 de diciembre de 2008

Sacando un clavo.

Tengo ganas de dejar de trabajar, ir a tu casa y abrazarte como aquellas tardes en que me enseñaste a usar la cama no sólo para descansar. Tengo ganas de atacarla a ella y decirle que nunca más gastaré mis fuerzas en ella, que será polvo en el viento, no como el de Kansas, sino como el de los emperadores del olvido, los que ningún alumno de primaria se preocupa por memorizar, los que no tienen ni una sola estatua en su ciudad...

Quiero recogerte ahora mismo y visitar el ya conocido mirador donde nos besamos por primera vez, aunque nos cobren por eso, aunque nos cansemos al subirlo. Tengo ganas de largarla a ella por su indiferencia, por su falta de gratitud y por su tonito 'hysterical realm' en térmisno físicos. No entiendo como pude perder tanto tiempo en ella, como pude seguirla inmediatamente al abismo aquel sabiendo que tú me esperabas y ahora vuelves para darme luz. Deseo terminarla. Quiero quitarmela como se saca un clavo, con otro clavo... Quiero meterme en tu piel y nunca más dejarte, quiero borrarla para poder quererte bien: de cero, como me dijiste aquella primera vez.

Tal vez el sexo no sea tan malo: se confunde con el amor y sirve de purgante para los malos recuerdos.

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