domingo, 14 de diciembre de 2008

Tonta reflexión mientras espero tu llegada (disculpen la renuencia...)

Vivo entre tus abrazos y el resto del día deambulo como muerto vivo. Hay tanta gente por la calle que no se fija en mis pantuflas porque se la pasan disimulando la amargura sin saber que para ser felices basta amar y dejarse amar. Hace frío, no importa, en un rato llegarás. ¿Quién me observa desde allí? Una chica, muy bonita me saluda y no recuerdo su nombre. Y hay tanto espacio para ellas, y tanto campo para sus seguidores, que las guapas son perseguidas como si su cabeza tuviese precio. Son estos mercenarios que las acosan sin cesar y ellas creen ser amadas. ¿Eres tú parte de ellas?
Un pequeño come su pastel y su madre lo cuida de los extraños. Que no se entere nadie que a ese pequeño le gusta jugar con muñecas y que su madre juega con el vecino a la 'casita'. Por ahora no importa, hace frío y todavía no llegas.
No es normal que demores. Generalmente soy yo el que llega tarde y en el camino prepara discursos para pedirte perdón pero cuando toco la puerta, limpio el sudor de mis manos y sales, me olvido de todo el parlamento preparado.
Gracias a Dios nunca te importa que llegue tarde.
No llegas y me preocupo. Te habra sucedido algo, pero algo muy inesperado supongo. Minimizo el riesgo y sigo pensando. Tanta gente caminando y nadie sabe que el mundo gira alrededor tuyo, ¿me creerían? Tan vil, tan encarcelado, tan horrible y disciplinado. Así es el mundo sin amor, tú, la que me impone besos como multas y abrazos como consejos jurídicos para abordar una nave que ya no llega a la estación del futuro, solo vive la carretera del presente.
Volteo. Otra vez tu vestido blanco y un pequeño rozón, ¿se ha puesto de moda o es que de repente tú impones el avance de la belleza? Me entregas un chocolate y me das un beso en la mejilla.
Caramba. Ya olvidé que era lo que me preocupaba.
-Vamos, tal vez encontremos la iglesia abierta...

Gracias a Dios, a una le gustan las iglesias!!

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