martes, 2 de diciembre de 2008

Te odio por como me has cambiado.



Hoy mi odio es físico, tangible. Tengo que aguantar más la respiración para creer que puedo morir y así olvidar que existes, tú, calabaza encantada que nunca llora, todo un cuento de hadas. ¿Qué harás cuando te falten tus padres? Eres débil pero lo aparentas fácilmente con frialdad mal disimulada que se confunde con pánico. ¿Qué harás entonces, niña de plástico? Tus tarjetas se acabarán por más dinero que tengas, tus ruegos no se escucharán ni siquiera en los oidos de los que durmieron contigo, que ninguno te quiso, que a ninguno le importas después de una noche. La frágil existencia de tus caprichos se derrumbará como castillo de naipes y te veremos pidiendo perdón a un Señor al que nunca respetaste. Creerás tener amigos y cuando voltees me verás a mí a lo lejos, como una sombra del pasado que te negaste a ver, como un borrón en la pizarra del ayer. Te arrepentirás de no haber prestado atención cuando te abrazaba o cuando te decía que todo lo que inicia tiene un final. Te arrepentirás de no poder tenerme ahora como me tuviste antes cuando te ibas a revolcar con otros creyendo que eso era realmente amor. Te arrepentirás de las noches perdidas por algún deportista o por algún profesor cuando te des cuenta de que tu único boleto para encontrar una vida sencilla con alguien que no piense en más que quererte era cuando te besé aquel día en la mejilla, ayer, hoy, cuando te dí un beso inocente diciéndote cuanto te quiero mientras tú seguías absorta en tus diversiones mundanas. Ríete cuanto quieras ahora. La fortaleza de las personas se ve en la profundidad de sus cicatrices, no en su forma de vida y te aseguro que puedo aguantar miles de desafíos más mientras que tú nunca podrás jactarte de sobrevivir a un pequeño ventarrón.
Esta es tu última oportunidad, te lo advierto. Mañana me habré ido para siempre y nunca más volverás a tener este bote. Lo juro de verdad. Si hoy no desisto de esto, que todos me abandonen porque me desconoceré a mí mismo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece algo duro para los dos.
Quizá lo que amas de ella es ese constante ir y venir. A mi me parece atractivo.

Cura ese odio.