sábado, 15 de noviembre de 2008

Capítulo 11. Danza de espadas.


-Yo no vine a jugar. Vine a conocer tu verdadero yo, Chikane-chan.
-¿Mi verdadero Yo?
-La Chikane-chan que conozco.
Es fuerte, amable, maravillosa y...
Ella... ella no sería capaz de hacer algo tan cruel como esto.
¿Tanto así me odias?
¿O es que Orochi te hizo algo?
Respóndeme Chikane-chan.
-Esta bien. Te lo diré.
Se lo diré a tu cuerpo.
-¡Chikane-chan!
¡Chikane-chan, detente!
¡Chikane-chan!
-Te amo.
Amo tus ojos.
Esos ojos, que brillan como el universo en Primavera.
Adoro esos amables ojos, que son como la luz del Sol en Primavera.
Amo tu cabello.
Esas hebras de seda que ondean con el viento.
Amo tus labios.
Labios que gotean miel en cada beso.
Amo el hermoso sonido de tus labios al respirar.
Amo tu voz.
Amo esa voz fuerte, clara y pura que resuena en mi corazón.
Amo tu cuerpo.
Tu delicada cintura, tan hermosa y frágil al abrazarte.
Amo esos hermosos pechos tan perfectamente formados, y la sensación que siento al tocarlos.
Pero...
Lo que más amo es tu corazón.
Frágil y fácil de destruir...
...pero intensamente puro y hermoso.
Tu alma tan llena de generosidad y que perdona todo.
Te amo. Te amo mucho.
Amo todo de tí y no puedo detenerme.
Himeko.
Pero no necesito nada ajeno a tí.
Todo lo que deseo eres tú.
Una noche interminable a solas tú y yo.
Pero el mundo esta lleno de basura.
Lleno de personas molestas que interfieren entre nosotras.
Por eso los eliminaré.
A todos.
Somos las Sacerdotisas de la Espada.
Mientras más buscamos más nos encontramos.
Mientras más nos conocemos, más nos lastimamos.
Cortar, ser cortado...
Somos como las espadas.
Lo entiendes, ¿no? Himeko.
Ahora, sigamos.
Te enseñaré más de mi verdadero ser.
Así que también debes dejar tu marca en mí.
Márcame de tí.
¿Si? Himeko.
Dancemos, Himeko.
Hasta que nuestras vidas acaben, bailemos al ritmo de las espadas.

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