Coincidir es guerra, no consuelo -.-

Te acompaño al paradero y tú te molestas un tanto cuando me ofrezco a acompañarte. Es en esos momentos en que quiero eliminarte del destino, en que quiero borrar este blog y decir que tú no deberías existir. Es allí cuando me doy cuenta de que merezco algo mejor, que no eres el centro del universo y de que pronto eso cambiará si siguen las cosas como creo...

porque hasta Dios se cansó de los israelitas...

que nadie vea como pronto dejo los rumores, de ese swing coqueto al verlo a él, porqué ese vestido y ese tipo de entradas en tu page... Me quitas las pocas libertades que tengo por un bocadillo y me rindo porque sé que no te voy a ganar. Prefiero no mirar en el espejo para no encontrar al intento de amante, al frustramiento de líneas interminables que tal vez nunca den más luz que las del monitor de dónde sea que sean leídas (creo que tres pantallas, nada más...) que al fin y al cabo no dará más energía para correr a las montañas cuando lleguen los cazadores dispuestos que matarnos por tierra y mujeres. Tú no estás aquí y tengo que creer en tu presencia para mantenerme en pie hasta que vuelvan mis fuerzas, debo dejar de echarme la culpa de todo en especial del retraso de ese maldito proyecto y echar al secretario general de mi cabeza que me dice una y otra vez que tal vez algún día vuelvas a quererme.

Tú no puedes querer nada porque lo quieres todo. Todo te dan y todo lo tienes, por lo tanto todo lo quieres. Lo difícil para tí es un desafío más, un reto, una aventura. Si te dicen que no puedes tenerlo te mandas sobre eso hasta conseguirlo y crees que eso te hace feliz. Pero cuando lo obtienes te aburres al poco tiempo y nada vale mucho. Me quisiste un tiempo, tanto que me bordó el corazón y creí que de verdad me querías (ahora entiendo que nunca te enamoras sino te ilusionas y luego te das cuenta que no quieres esas cosas, que primero quieres probar todo antes de comprometerte...) y me dejé engañar...

Qúe ingenuo que soy... ni siquiera vas a leer esto...